domingo, noviembre 22, 2009

Un régimen sin adjetivos

"En una jerarquía,
todo individuo tiende a ascender
hasta su nivel de incompetencia"
Laurence J. Peter


En algún lugar sobre la cima del poder, una nebulosa impregna el ambiente y obstruye el entendimiento; por eso, en la cúspide social, la visión de la realidad se tergiversa y la altura de miras impide percibir la bajeza de los errores…

La titularidad del Ejecutivo representa el nivel más elevado en la jerarquía social, es el objetivo de todas las trayectorias en la clase gobernante. Sin embargo, los mecanismos del ascenso en la jerarquía política obedecen a la tensión entre los adversarios, a los intereses y compromisos adquiridos y a una serie de contingencias e imponderables esquivos.

Como una secuela del marketing político, el ascenso a la presidencia de la república no garantiza la excelencia del candidato en la contienda electoral; el vencedor en los comicios electorales suele ser un personaje mediático que logra despertar la esperanza del electorado, una imagen prefabricada, diseñada para atraer simpatías y votos.

En cuanto el personaje asume el mandato presidencial: se diluye la imagen que lo llevó al poder, y a partir de ese momento, se confirma paulatinamente el Principio de Peter y la presidencia se erige como el nivel de incompetencia (1). La función de los consejeros que asesoran al mandatario es atenuar la asimetría entre el cargo y la eficiencia del titular. El círculo inmediato que envuelve al mandatario también es el filtro que decodifica los mensajes provenientes de la realidad.

Por eso, las críticas al régimen y los adjetivos que descalifican el desempeño de la administración pública suelen desvanecerse en la atmósfera que envuelve al poder. Es posible que el mandatario permanezca ajeno a la realidad, que no pondere los efectos de decisiones erróneas porque la verdad es un elemento excluido o encubierto en ese entorno. Sólo así puede explicarse la providencial omisión mediática de la rechifla masiva como seña de repudio a Felipe Calderón en la inauguración del estadio del equipo Santos de Torreón (2).

Pero la contundencia de la realidad es inexorable: si el círculo del poder la contiene y la excluye, trasciende las fronteras y emerge en el ámbito internacional: El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, declaró que el gobierno de Felipe Calderón aplicó las peores medidas contra la crisis económica mundial (3). Y la empresa de inteligencia estratégica Stratfor, divulgó una monografía geopolítica de México titulada “Un estado montañoso bajo asedio”, donde se afirma que “la guerra contra las drogas puso al país en conflicto consigo mismo en muchos niveles, que si la violencia se prolonga, el gobierno deberá escoger entre continuarla o regresar al viejo sistema de aquiescencia inclusiva” (4).

Las críticas desde el exterior son las consecuencias de la anulación sistemática de la crítica interna; la adjudicación de adjetivos a un régimen que desvanecía todos los descalificativos, es un proceso inexorable. El presidente del empleo se convirtió en el paladín del desempleo, el prometido remanso tributario se transformó en una irracional carga impositiva para el sostenimiento de un ineficiente aparato burocrático, la lucha contra la delincuencia organizada ha sido una costosa quimera (5).

Los adjetivos omitidos y eludidos adquieren forma y consistencia; la ineficiencia, la impericia, la ingobernabilidad y la incompetencia son los calificativos de un estado fallido. La realidad soslayada emerge y desvanece esa nebulosa que impregna la cúspide social, donde la altura de miras impide percibir la bajeza de los errores…



(1) Laurence J. Peter, Raymund Hull. El Principio de Peter. http://www.librosmaravillosos.com/principiopeter/index.html
(2) Álvaro Delgado. Razones para rechifla. Proceso 16 de Noviembre del 2009. http://www.proceso.com.mx/opinion_articulo.php?articulo=73983
(3) Jorge Carrasco Araizaga. Vergüenza ante el mundo. Proceso 20 de Noviembre del 2009. http://www.proceso.com.mx/opinion_articulo.php?articulo=74153
(4) José Carreño Figueras. Ven posible renuncia a la guerra anti narco. Excélsior 22 de Noviembre del 2009. http://www.exonline.com.mx/diario/noticia/primera/pulsonacional/ven_posible_renuncia_a_la_guerra_antinarco/786401
(5) José Antonio Rojas Nieto. Entre el fracaso y la desvergüenza. La Jornada 22 de Noviembre del 2009. http://www.jornada.unam.mx/2009/11/22/index.php?section=opinion&article=025a1eco

domingo, noviembre 15, 2009

Fervor revolucionario

“El sueño es la mitología privada del durmiente.
Los mitos son los sueños despiertos de los pueblos.”
Paul Ricoeur


En algún lugar remoto, entre las peripecias gloriosas del pasado, se inició la configuración de los mitos oficiales y la alegoría de los rituales nacionalistas; entonces, en la esencia revolucionaria del régimen surgió la identidad de un pueblo…

Dicen los que saben que la Revolución mexicana es una construcción simbólica, que se confeccionó para legitimar a los vencedores de los conflictos armados; afirman que el mito revolucionario es el cimiento en la edificación del imaginario colectivo, y que por eso, la mexicanidad se funde con los rituales de la historia oficial (1).

El próximo 20 de Noviembre, inicia la cuenta regresiva hacia el centenario de la Revolución mexicana, gesta social de la que emergió la ideología del Priato. El entorno político en el que se realizarán los festejos es evidentemente ajeno a los conceptos revolucionarios, el régimen calderonista se ubica en el extremo opuesto del imaginario colectivo y se dispone a celebrar un rito popular del pasado con la frivolidad de un espectáculo multimedia en la era del mercado.

Sí!... es inevitable. El tiempo siempre transforma las ruinas, y las proezas del pasado que ahí sucedieron, en un atractivo turístico. Sobre todo ahora, cuando el imperio de la ficción se expande a todas las esferas de la vida. El implacable efecto del tiempo atenúa la intensidad de los ideales, disuelve la sangre y el sufrimiento, y finalmente, extingue la llama que enardeció convicciones humanistas y patrióticas.

Hoy por hoy, casi a cien años de distancia, en la mexicanidad confluyen semejanzas y diferencias: el pasado se actualiza en la desesperanza y el hartazgo que merodean en el imaginario colectivo, la distancia entre la justicia social y la realidad cotidiana se expande; la diferencia reside en la posibilidad de una sublevación generalizada, que ahora deambula entre los rangos de lo improbable.

En perspectiva, los grandes triunfos de los postulados de la Revolución mexicana provocaron un desencanto descomunal. Pero aquella convicción de la intervención de las masas como el detonante que incidiría en un régimen equitativo y justo, y en el mejoramiento de las condiciones de vida, se desvanece inexorablemente.

Las voces que equiparan las circunstancias actuales con el clima en la víspera de la gesta revolucionaria y que alertan de un inminente estallido social, aquellas encuestas que han deslizado la posibilidad de la intervención de las boinas azules de la Organización de las Naciones Unidas en México, los argumentos que enfatizan la imperiosa necesidad de un estado militarizado para combatir al crimen organizado, no enarbolan convicción social alguna, porque obedecen a las estrategias elementales del control ideológico: esparcir un temor infundado para modificar las tendencias en la opinión pública.

La justicia social, ese reclamo ancestral en todas las coordenadas de la historia, yace en un rincón del imaginario colectivo, es un ideal surrealista que deambula en el sueño de los justos, que contempló impasible las expresiones monumentales del fervor revolucionario, que se confundirá en la inundación de luz y sonido en un espectacular despliegue de la tecnología del entretenimiento, que se desvanece en la ritualidad donde alguna vez surgió la identidad de un pueblo…


(1) Macario Schettino. (2007). “Cien años de confusión. México en el siglo XX”. México; Editorial Taurus.

domingo, noviembre 08, 2009

Advenimientos del pasado

“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa.”
Carlos Marx



En algún del relieve, sobre el mismo camino donde se proclamaron las victorias, en el mismo sendero de los regresos sin gloria, en ese mismo suelo, han transitado los especímenes de la humanidad, y en la misma atmósfera, se han esparcido las versiones del pensamiento…

Dicen los que saben, que el tiempo es relativo, que el único elemento inconmensurable es la estupidez humana, y que la historia es una espiral excéntrica de ciclos repetitivos hacia el infinito, que por eso, cuando las tragedias se repiten lo hacen como una vulgar comedia.

Invariablemente, en las transiciones históricas se producen cambios irreversibles, se altera la puntada del tejido social, se rompen paradigmas y se hilvanan modelos alternos. La posmodernidad ha sido una época de intermitencias y emergencias, de advenimientos y rupturas.

Rasgos del pasado remoto resucitan en versiones posmodernas; modelos sociales diferentes y remotos se amalgaman en los paradigmas actuales porque el único elemento que no ha registrado cambios a lo largo de la historia es la esquiva condición humana.

Hoy por hoy, cuando la inseguridad y la violencia amenazaron la vida y la integridad de los ciudadanos, resultó insuficiente la capacidad de adaptación a un entorno hostil y caótico, y por eso, se ha reactivado el instinto de conservación.

El estado-nación no ha cumplido con las responsabilidades elementales establecidas en el contrato social, por eso, las elites se concentran en espacios fortificados emulando los señoríos feudales, mientras la población se protege con lo que puede.

Mauricio Fernández, alcalde del municipio de San Pedro Garza García, en el estado mexicano de Nuevo León, donde reside la cúpula empresarial, heredera indiscutible de los privilegios de la aristocracia porfiriana, proclamó el advenimiento de aquel legendario derecho de venganza que permitió imponer el orden durante la barbarie.

Las reacciones oficiales fueron tardías, tibias y endebles, pero los escuadrones de limpieza en San Pedro Garza García, feudo de la burguesía industrial del siglo XXI, constituyen la evidencia de las acciones emprendidas por un sector de la sociedad para erradicar la amenaza del crimen organizado.

En un estado fallido como titular del monopolio de la violencia, emergen modelos alternos de justicia. La existencia de grupos justicieros, que nos remite a tiempos caóticos, tiende a propagarse: los matazetas en Veracruz, el Comando Ciudadano por Juárez en Chihuahua, los comandos blancos en la Ciudad de México y en Tijuana.

Y en este ambiente de confusión, en la clase gobernante y en las élites se elevan voces alertando de un estallido social, pretendiendo emular el llamado patriótico de los humanistas del siglo XVIII. La farsa es inminente.

Ignorando que la repetición de aquellos movimientos sociales será tan sólo una comedia, se afanan en agudizar la desesperación de una población flagelada por la pobreza, transformada en un lumpen del mercado, que deambula en el mismo suelo donde han transitado los especímenes de la humanidad, y que sobrevive en la misma atmósfera donde se han esparcido las versiones del pensamiento…

domingo, noviembre 01, 2009

La última vez

En algún lugar de la geografía existencial, la república de la vida es una nación extensa, pletórica de paisajes conocidos y caminos recorridos; pero más allá de la frontera del ámbito vital, yace un territorio inexplorado e inexpugnable, inmenso e inconmensurable…

Dicen los que saben, que sólo se ama lo que se conoce, que se ama la vida al vivirla y que se inmortalizan las vivencias al contarlas; que por eso, el amor a la vida se traduce en el desprecio a la muerte y suele esquivarse esa idea fatal. Por el positivismo congénito del pensamiento, los seres humanos postergan la posibilidad del fallecimiento a un futuro impreciso y remoto.

La fatalidad del destino de todos los seres vivos es una contingencia lejana, una ínfima probabilidad. Por eso, durante el curso de la existencia se atesoran, en el corazón y en la memoria, todas las primeras veces: el primer noviazgo, el primer carro, el primer empleo, los primeros pasos de los hijos, sus primeras palabras, sus primeras letras, y también, los primeros nuncas.

El registro de las primeras veces es una operación deliberada que magnifica un evento en virtud de las transformaciones que provoca, en función del concepto de la vida como una condición garantizada, continua, irrevocable.

Pero al margen de las primeras veces, acontecen y se suceden mil y un eventos, una infinidad de gestos y palabras, una miríada de afectos y efectos, que pasan desapercibidos por su frecuencia.

Cuando aparece la figura esquiva de la muerte y eleva la ausencia al rango de la perpetuidad, muchos eventos adquieren una importancia inusitada porque se rescatan de la cotidianidad y se registran como la última vez.

Es entonces cuando el último abrazo se transforma en una sensación etérea, cuando el eco de las últimas palabras se instala en el corazón, cuando la última mirada impregna la memoria. Y la figura de la muerte se incorpora a la cotidianidad, y la ausencia física se transforma en una presencia abstracta, y las fronteras de la vida se hacen tangibles, y la vida adquiere una dimensión finita y vulnerable, y el territorio inhóspito de la muerte, antes lejano y remoto, se erige a un suspiro de distancia.

En un momento impreciso se reordenan las ideas y los recuerdos, las últimas veces se anteponen a las primeras, se ponderan las vivencias y la condición humana se concentra en un entorno perceptivo pretendiendo comprender lo inescrutable.

Pero la barca de Caronte aguarda impasible. Hasta el día de hoy, ninguna deidad ha sido capaz de interferir con la fatalidad del destino y reorientar el desenlace de la vida humana. Aún ahora, la única certeza existencial indica que el ser humano es un maravilloso compendio de células y elementos, configurado con el mismo material con que se tejen los sueños.

Yo? … Llevo grabada la última vez que abracé a mi hermana Cuquita; y a veces, puedo escuchar su voz diciendo mi nombre. Y… sí! Quiero creer que en la primera noche de noviembre las fronteras se desvanecen y los planos de la existencia se traslapan. Quiero creer que esa noche, ella emigrará de un territorio inexplorado e inexpugnable, inmenso e inconmensurable… para darme otro abrazo…