domingo, septiembre 24, 2006

Gerencia Pública

En algún lugar abstracto, en la cumbre del pensamiento, donde las teorías escudriñan los devaneos de la realidad y los conceptos adquieren la contundencia de la certidumbre, ahí, se confeccionan las ideologías que definen el curso de la historia y el destino de los pueblos…

En la historia moderna abundan los registros de la emergencia de movimientos ideológicos, y también, de su declive: la ideología socialista como modelo de organización del Estado se derrumbó a finales de los 80’s, lo que permitió la consolidación hegemónica del sistema capitalista a través de la expansión de los parámetros globalizadores del nuevo orden económico mundial.

El ajuste en uno de los engranes afecta el movimiento de todos demás hasta transformar la secuencia de todo el mecanismo social. De igual forma, la transformación del capitalismo repercutió en la crisis del Estado de Bienestar, modificando la concepción de la seguridad social y valorizando el capital global. La nueva versión del Estado, inmersa en la doctrina neoliberal, se concentra en las fuerzas productivas para lograr el acceso a la competencia internacional.

Y en ese mismo orden de ideas, el Estado de Bienestar desaparece paulatinamente por la creciente incapacidad de los gobiernos para solucionar las demandas del electorado. Por los estragos de la tendencia actual, los gobiernos y las democracias emergentes no tienen otra alternativa y deben adaptarse a los procesos de la economía y del mercado mundial.

Una de las secuelas de la tendencia globalizadora y globalizante, es el sacrificio de las decisiones de democracia liberal en beneficio de los objetivos macroeconómicos; por eso, las limitaciones en las capacidades intervencionistas del Estado, reducen y niegan la habilidad del sistema político para responder a las demandas sociales que tradicionalmente eran expresadas dentro de los procesos formales democráticos.

Esas transformaciones en el nuevo orden mundial repercutieron y modificaron al Estado mexicano: la Administración Pública es ahora una Gerencia Nacional. Las teorías de Nueva Economía Política se traducen en la disminución de las funciones del Estado para eliminar las desigualdades sociales.

El limbo en que nos encontramos ahora, es el reflejo de los estragos causados por la nueva ideología predominante en la política, que restringen las funciones de los mandatarios a simples intermediarios que se someten a las exigencias del capital y a los caprichos del mercado. Los actuales gobernantes del orden global ya no se ocupan de las demandas sociales.

El régimen de Vicente Fox es el claro ejemplo de esa metamorfosis política. Se apoyó incondicionalmente al mercado como la institución reguladora cuyos beneficios repercutirían en la seguridad social; y de la misma forma, el consumo ha desplazado a la idea de la ciudadanía, afectando el bienestar de los individuos y generando nuevas formas de desigualdad como la falta de movilidad, inaccesibilidad y exclusión.

Por eso, las demandas sociales rebasaron a las instituciones: los plantones y las protestas populares como medida de presión se expande peligrosamente desde Oaxaca. Los gobernadores Pablo Salazar Mendiguchía en Chiapas, Fidel Herrera en Veracruz, Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán y Zeferino Torreblanca en Guerrero, se han convertido en los nuevos blancos de grupos sociales que contemplan derrocarlos. Durante las últimas semanas, cerca de mil 700 organizaciones sociales y políticas han decidido emular al movimiento opositor de Oaxaca. Y ese es uno los estragos provocados por una Gerencia Pública.

Hoy por hoy, nuestra vulnerabilidad es tan sólo una nota en el concierto internacional, porque la naturaleza y la esencia de nuestra nación siempre se han ignorado allá… en la cumbre del pensamiento, donde se confeccionan las ideologías que definen el curso de la historia y el destino de los pueblos…


Laura M López Murillo
enalgunlugarlaura@hotmail.com

sábado, septiembre 16, 2006

Aquelarre

En algún lugar espeluznante, una noche sin luna, en un macabro aquelarre, el concilio supremo de las brujas malvadas, declaró su inexorable e inatacable deslinde de la clase política mexicana, y ejerciendo su derecho inalienable para lanzar aberraciones, exigieron la reivindicación a su estirpe…

La indignación de las brujas no es para menos. En la historia contemporánea de México, el periodo entre la jornada electoral y la toma de protesta del presidente electo se ha caracterizado por la crueldad con que se saldan las cuentas pendientes; esta temporada entre sexenios es conocida como la “cacería de brujas”, aludiendo a la naturaleza vil y despiadada de los negociadores y a la rabia con que se castiga a los adversarios vencidos… ahí estriba el reclamo de las brujas.

Porque no hay, en leyenda o relato alguno, ninguna bruja tan malvada y cruel como los políticos mexicanos. Durante el inexorable intermedio entre dos sexenios, mientras en la vida cotidiana transcurre un compás de espera, bajo la sombra del poder se amortizan algunas deudas, se pospone uno que otro plazo, se agilizan los compromisos apremiantes, se cumplen las sentencias pendientes ó se postergan las condenas, pero se saldan todas, absolutamente todas las deudas en un ajuste implacable de cuentas.

El resultado de estas negociaciones ha sido muy variado, dependiendo del agravio y de la amenaza que se pretenda anular: desde los ajusticiamientos entre los caudillos revolucionarios hasta los exilios del Priato, incluyendo los nombramientos plenipotenciarios en embajadas lejanas y las espectaculares aprehensiones de distinguidos personajes de la clase política.

Todos aquellos quienes osaron oponer resistencia alguna a la inercia del poder lo pagaron, lo están pagando ó lo pagarán muy caro: con su dignidad, con su patrimonio, con su libertad, con su lejanía ó con la vida.

Las negociaciones que se realizan en el periodo de transición determinan el porvenir en todas las esferas del poder. Del resultado de esos acuerdos dependerán: el equilibrio de las fuerzas políticas, la tendencia predominante en el régimen, la calidad de vida en la expresidencia y el lugar en la historia oficial.

Por eso, la fecha inicial en la agenda política de Felipe de Jesús Calderón fue el 5 de Septiembre cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declaró válida la elección del 2 de Julio. A partir de ese día, se realizó una secuencia de acciones estratégicas para identificar a los aliados y a los adversarios y para afianzar los acuerdos: cediendo o exigiendo, castigando lo imperdonable ó perdonando lo cuestionable.
Las primeras concertacesiones de la temporada fueron, en orden insultante y revolvente: la sentencia absolutoria a René Bejarano por la acusación de delito electoral que durante una madrugada dictó el juez 32 de lo Penal, Jesús Ubando López, con sede en el Reclusorio Sur; concluyendo así, el golpeteo enfocado a lastimar la imagen de Andrés Manuel López Obrador.

Otra evidencia de las nefastas negociaciones que se realizan en la penumbra, es la declaración del titular de la Secretaría de la Función Pública, Eduardo Romero, quien indicó que en las auditorias y los resultados que hasta el momento se tienen, no se desprenden elementos para considerar que los hermanitos Bribiesca Sahagún hayan cometido actuaciones indebidas.
Y en un alarde de tecnología, los pájaros en el alambre captaron y difundieron la afectuosa conversación que el senador priísta Emilio Gamboa Patrón sostuvo con Kamel Nacif, mejor conocido como el Padre de todos los bandidos.
Ni la mente más retorcida pudo alguna vez imaginar tantas aberraciones. No hay punto de comparación entre una manzana envenenada y la podredumbre de la política mexicana…por eso, las brujas malvadas declararon su inexorable e inatacable deslinde y exigieron la reivindicación a su estirpe… cacle… cacle…



Laura M López Murillo

enalgunlugarlaura@hotmail.com

martes, septiembre 12, 2006

El sueño de los justos

En algún lugar de la solemnidad, lejos del mundanal ruido y convenientemente a salvo de cualquier amenaza, en un ritual institucional se desvirtuó el cauce de la fuente más valerosa de la ley…

El fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que declara a Felipe Calderón como presidente electo de la República Mexicana para el periodo 2006-2012, constituye la claudicación fragante de los magistrados a ejercer sus atribuciones para promover cambios sociales a través de la jurisprudencia como fuente del derecho.

Ante el proceso electoral más polémico, discutible e inequitativo, los magistrados del TEPJF optaron por apegarse estrictamente a una legislación ambigua que resultó insuficiente, cuando las circunstancias exigían que realizaran una función integradora y no meramente interpretativa.

Lamentablemente, en una evidente falta de independencia y autonomía, los siete magistrados renunciaron a su facultad para crear nuevas figuras jurídicas y solucionar un caso inédito modelando las leyes ya existentes a la realidad.

En el fallo inatacable del tribunal se omitió la concepción misma de la interpretación judicial que se basa en el hecho incontestable de que la realidad suele ser más rica y variada de lo que puede prever el legislador. La ausencia de sentido común y de valor cívico impidió que los magistrados instauraran el recuento, la segunda vuelta o invalidaran la elección.

Y así, en la solemnidad de una ceremonia excluyente prevalecieron las reminiscencias decimonónicas que establecen teóricamente a la ley como la única y principal fuente del derecho; se evaporó la posibilidad de sentar un precedente histórico, esclarecer el proceso electoral y legitimar por medio de la certeza al vencedor.

La resolución del TEPJF expuso a un órgano jurisdiccional sin poder ni autoridad: de nada sirven los tibios extrañamientos de este tribunal administrativo hacia las conductas ilegales en que incurrieron el presidente Fox y la cúpula empresarial, que bien ameritaban la invalidez de la elección.

Es obvio que en las deliberaciones del TEPJF se omitieron los efectos perniciosos de la propaganda política en un ambiente plagado de anomalías e irregularidades de todos los involucrados en el proceso electoral, tampoco se consideró el impacto de los mensajes mediáticos en la idiosincrasia del electorado y mucho menos las exorbitantes erogaciones que por ese concepto beneficiaron a los consorcios televisivos.

Sin embargo, las consecuencias de esta cobardía adquirieron la contundencia institucional, y en una perversa sincronía: se desplegó un blindaje policiaco para delimitar el aura presidencial, se inició el ritual de pleitesía al presidente electo y los primeros en postrarse fueron los tecnócratas del Priato que darán tersura a la transición y a la continuidad económica, Felipe Calderón anunció su gira de agradecimiento y realizó sus primeros acuerdos con la iniciativa privada, los advenedizos se deslindaron de la resistencia civil y se agudizó el punto de inflexión en el perredismo, la Coalición por el Bien de Todos solicitó la revisión de la elección presidencial a la Corte Internacional de Derechos Humanos y simultáneamente el Instituto Federal Electoral anunció la destrucción de las boletas electorales, los medios difundieron el debilitamiento de la resistencia civil en campamentos vacíos y los estragos causados por el clima reemplazaron a los discursos de Andrés Manuel en los titulares informativos.

En la noche del perigeo, la legitimidad deambulaba en el sueño de los justos; la luz de la Luna más bella y esplendorosa del año no disipó las sombras del desencanto y bajo la lluvia incesante la población se empapaba de frustración… porque en la solemnidad de la cobardía institucional se desvirtuó el cauce de la fuente más valerosa de la ley…



Laura M López Murillo
enalgunlugarlaura@hotmail.com