miércoles, abril 29, 2020

Ni juntos ni revueltos


“Nos encontramos, más que nunca en la historia,
en una situación de verdadera disyuntiva:
O unimos nuestras manos o nos unimos a la comitiva fúnebre
 de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común.”
Zygmunt Bauman


            Desde el siglo XX, los científicos revelaron el carácter instrumental de la ciencia para la dominación y el exterminio, y los filósofos detectaron los mecanismos del control social en las leyes del mercado. Como en todos los relatos, las advertencias se extinguieron por la indiferencia globalmente deliberada. Ahora, la distopía se vuelve realidad por los estragos de un virus y el miedo que propaga es más efectivo que todas las teorías de los científicos y de los filósofos; el peligro es inminente y el cambio es inmediato.

Todos los días se descubre alguna característica del coronavirus, se comparten estadísticas del contagio, se revelan avances en la curación, se identifican sus estragos y secuelas porque enfrentamos una amenaza insólita, jamás imaginada, que trastornó las prioridades de un mundo erigido en la frivolidad del consumo. La irrupción del coronavirus en el planeta y la dispersión del miedo modificaron significativamente la escala de necesidades; ahora, la protección de la vida es la única prioridad y las esperanzas del mundo dependen de la búsqueda exhaustiva de los científicos para encontrar la vacuna.   

Guiados por la advertencia científica extendimos el rango de la cercanía evitando el contacto con los demás y encontramos el antídoto contra la indefensión en el confinamiento voluntario. Y el miedo, que es la señal de alerta más efectiva en todas las especies, modificó inmediatamente usos, costumbres, hábitos y vicios; en una mutación social sin precedentes, reconfiguramos la escala de actividades esenciales y nos adaptamos a las nuevas exigencias del entorno.

Reaprendemos a convivir alejados los unos de los otros, recuperamos la empatía respetando los límites del distanciamiento físico y lo hacemos convencidos pero anhelando que estas circunstancias sean temporales y que en un futuro cercano, erradicaremos la amenaza, extirparemos el miedo y volverá la normalidad… aunque todo indica que el retorno a la normalidad perdida es una cuestión impredecible.

La normalidad que anhelamos no será la misma que tuvimos. En el desenlace de esta distopía se vislumbra la mutación social de los humanos como seres gregarios que deben adaptarse a una cercanía distante; será muy riesgoso el contacto y las muchedumbres, improbables: ni juntos ni revueltos. Desde ya, se reacondicionan los espacios, los horarios y los turnos en las escuelas, en las oficinas y en la industria para funcionar dentro de los límites de la sana distancia; atendiendo a las advertencias de la ciencia, se reconstruyen las costumbres y las actitudes porque la sobrevivencia dependerá de la adaptación a los bemoles inéditos de la normalidad venidera…

sábado, abril 25, 2020

Apenas un suspiro


“Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla
 mientras el género humano no la escucha.”
Víctor Hugo

En algún lugar tranquilo, el silencio esparce serenidad y el aire transporta la leve sensación de confianza; la ausencia de conmociones y ruidos restablece la belleza que los caprichos humanos arrebataron a la naturaleza…

La propagación del coronavirus confinó a todos los habitantes del planeta en sus hogares. Alejados de los sitios frecuentados y distanciados los unos de los otros, permanecemos en el recinto que nos brinda protección. Mientras nos refugiamos, la naturaleza se alivia de los estragos que causamos y las especies en todo el planeta recuperan el territorio perdido.

La cuarentena le ha dado un breve alivio al planeta que recupera la calma perdida por la intromisión de los humanos, y sin su perniciosa presencia, resurge la majestuosidad de la naturaleza; el mundo entero está en calma, mejoró significativamente la calidad del aire y la contaminación por el ruido llegó a niveles ínfimos en las calles desiertas.

Y los tenues acordes de este silencio amenizan una celebración mundial: los camellos juegan en las playas vacías de Marruecos; una hermosa ballena juega, baila y se contonea en la Marina de San Carlos; los leones aprovechan la ausencia de visitantes y duermen plácidamente en uno de los caminos de Parque Nacional Kruger en Sudáfrica; una manada de elefantes atraviesa una autopista en Tailandia; los zorros se acercan curiosos a los patios y jardines en Ushuaia; un pavorreal hace gala a su nombre y se pavonea recorriendo las calles de Madrid; las focas aplauden contentas mientras toman el sol en los islotes del Pacifico… y todos ellos, disfrutan las bondades del planeta gracias a nuestra ausencia.

            Estas escenas confirman que el virus más letal en este planeta proviene del depredador más inclemente, que la invasión más cruel redujo los espacios naturales con proyectos urbanos para conglomerados bestiales. Los estragos de la humanidad en el planeta destrozaron la armonía y el equilibrio biológicos, alterando el clima y extinguiendo a las especies que no tuvieron el tiempo suficiente para mutar y adaptarse a un entorno artificialmente impuesto.

            Y así estábamos cuando llegó el Día Internacional de la Madre Tierra y en esta ocasión se enfatizaron los estragos de la devastación humana ¿Acaso esta pandemia es el eco de un reclamo que hemos ignorado en nombre del progreso? ¿Llegó el momento de enfrentar las consecuencias de nuestros excesos? ¿Nos percataremos, por fin, de los estragos del confinamiento? ¿Nos compadeceremos de todos los animales que viven cautivos y confinados?

 La advertencia es latente: Debemos cuidar a la Madre Tierra porque la posibilidad de migrar a otro planeta es realmente imposible. Las secuelas de la pandemia reconfigurarán las prioridades y las actitudes; por lo pronto, le regalamos al planeta un insólito lapso de alivio y resurge la belleza que los caprichos humanos arrebataron a la naturaleza…

            Quédese en casa: La humanidad y el planeta claman por alivio.

martes, abril 07, 2020

Un reencuentro inesperado


En algún lugar aislado, sin más compañía que los pensamientos, rodeada de las ideas que permanecían agazapadas, me dispongo a redescubrir lo que alguna vez pospuse, y ahora, en la solitaria autoría del que escribe, extiendo las fronteras de mi mundo para reencontrar los confines de la proximidad…

En la escala geológica del tiempo se han registrado las extinciones que modificaron la faz de la Tierra devastando a la mayoría de las formas de vida; esos cataclismos se desencadenaron por las fuerzas incontenibles del planeta, los cambios fueron inminentes, repentinos, inesperados y solo sobrevivieron aquellas especies que se adaptaron al nuevo entorno. Elizabeth Kolbert, ganadora del Premio Pulitzer en 2015, sorprendió al mundo cuando demostró los estragos de los patrones de consumo de la humanidad en los ecosistemas y en la biodiversidad. La investigación de Kolbert confirmó que la sexta extinción, provocada por la humanidad, es paulatina como el cambio climático e irreversible como la desaparición de especies.

Ahora, en plena era Antropozoica (así llamada por la aparición del homo sapiens), la pandemia del coronavirus se incorpora a todos los males provocados por nuestra especie y nos encontramos, súbitamente, en el umbral de la próxima mutación. Pero la mutación del Holoceno impondrá cambios sociales y la adaptación al aislamiento.

Nuestra especie, como todos los seres vivos, es gregaria; somos un animal social por naturaleza, pero ahora, el aristotélico ser político deberá adaptarse al aislamiento y superar las ansiedades, las angustias y las frustraciones que el confinamiento provoca. El tiempo se extenderá a límites inimaginables y el ocio absorberá la mayoría de las horas; como una de las secuelas del distanciamiento, la voz interior trascenderá todos los ruidos y será inevitable escucharla en un reencuentro inesperado con uno mismo. Y así, la soledad relativa será el detonante de una mutación social y resurgirá la empatía con la que alguna vez iniciamos el trayecto hacia la civilización.

Somos una especie con un optimismo, arraigado y temerario; por eso, aprovecharemos la inaudita posibilidad de confirmar leyes darwinianas a flor de piel, porque la soledad relativa también provocará cambios en otros tejidos, órganos y sistemas: se agudizarán los sentidos para percibir a distancia lo que antes era cercano, aprenderemos a interpretar con la vista y el oído todo lo que percibíamos con el tacto.  Además, la sobrevivencia exige la reingeniería de los hábitos: un conglomerado de prosumidores acostumbrados a la inmediatez debe aprender a esperar y a posponer; el plazo incierto de la contingencia obligará a moderar y racionalizar el consumo extirpando el egoísmo y el dispendio.

En México apenas iniciamos el periodo de confinamiento riguroso y las secuelas empiezan a registrarse gracias a la tecnología: los encuentros que eran presenciales hoy son virtuales, la comunidad se reúne en la ubicuidad y las distancias se desvanecen. Y ahora, en la solitaria autoría del que espera, se extienden las fronteras de la soledad para reencontrar los confines de la proximidad…

Efectos secundarios


“Un virus es un trozo de ácido nucleico rodeado de malas noticias.”
Peter Brian Medawar
           
            En algún lugar vulnerable se desencadenaron los vestigios olvidados del instinto primigenio; súbitamente, la sobrevivencia adquirió preponderancia imponiendo distancias y reinventando la calidez de la cercanía…

            Con la inminente propagación global del coronavirus aparecieron efectos secundarios, algunos insufribles y otros, verdaderamente increíbles como las elucubraciones que afirman que los gobiernos (sin especificar cuáles) son los autores del virus para usarlo como arma biológica; y no faltaron las teorías de la conspiración que descifran los designios encriptados en las manifestaciones del covid-19  que auguran el advenimiento de un fundamentalismo, enfatizando que el nombre (coronavirus)es el presagio del próximo déspota que controlará el mundo.

            Los efectos secundarios se agudizaron cuando se registraron los primeros fallecimientos por covid-19: proliferó el desconcierto con las interrogantes sobre el contagio, los síntomas, el tratamiento y la prevención. Entonces, las mascarillas para cubrir la boca y el gel anti bacterial se agotaron en cuestión en horas; poco después y al margen de los reportes oficiales, una fuente desconocida divulgó información “clasificada” provocando la imperiosa necesidad de comprar y almacenar papel higiénico pero ningún epidemiólogo justifica la magnitud ni la intensidad de esa desquiciada reacción colectiva.

            Para atenuar los efectos indeseables de la virulencia de mitos y rumores, los expertos afirman que la propagación del virus es inevitable, que todavía no hay un tratamiento y que la vacuna desarrollada por científicos en Shangai apenas está en fase experimental y se someterá a ensayos clínicos hasta abril, por lo que la prevención es vital y el único antídoto comprobado es el aislamiento. México se encuentra en la fase de contingencia 1 (presencia de covid-19 en casos importados) y ya se implementó “la sana distancia” como medida de prevención. Hasta el momento de escribir esta columna, varias instituciones educativas, negocios, algunos gobiernos, autoridades, y la inmensa mayoría de mexicanos, implementaron el distanciamiento social (precaución de la fase de contingencia 2) para evitar en todo lo posible, el flagelo de la epidemia en la fase de contingencia 3.

Por lo pronto, la prudencia será el ingrediente esencial contra la virulencia de covid-19.   La cercanía, los besos y los abrazos están restringidos a personas libres de toda sospecha de contagio y el coronavirus impone la modificación inmediata de hábitos: lavar y desinfectar las manos con frecuencia, evitar tocarse la cara, abrir las puertas con los codos, limpieza exhaustiva de superficies de contacto y observar la rigurosa etiqueta de los estornudos.


Sin servidumbre ni dominio


En algún lugar dominical se abrazaron las voces femeninas y al caer la tarde, el eco de la dignidad herida reivindicó un reclamo ancestral…    

El domingo 8 de marzo caminé junto a muchas mujeres compartiendo un reclamo legendario; grité exigiendo respeto y justicia alentada por la empatía de un duelo compartido; todas éramos diferentes y sin conocernos, surgió un aprecio espontáneo; la confianza recíproca nos hermanó con un lazo auténtico que se manifestó el día siguiente.

Y nos ausentamos del mundo circundante en una adhesión masiva y su magnitud revela la incidencia de los abusos a la mujer: a todas, en algún momento, nos han demeritado, reprimido, ofendido, lastimado. La violencia, en todas sus manifestaciones y tonalidades, es un elemento persistente en la cotidianidad femenina: tolerado, oculto y agazapado en el último rincón de la memoria.

Ahora, la ausencia deliberada de las mujeres en la esfera pública se impone como un punto sin retorno a partir del cual, erradiquemos los modelos y estereotipos denigrantes. Quiero creer que en el hogar convergerán dos voluntades que se complementarán, dos lealtades recíprocas, sin servidumbre ni dominio con el único afán de formar seres humanos, con todo lo que ello implica. La persistencia del machismo declinará cuando las madres y los padres pregonen con el ejemplo e infundan en sus hijos el respeto a la dignidad de los semejantes; cuando el talento emerja sin las distinciones del género; cuando extirpemos los prejuicios impuestos por especímenes alfa ancestrales.    

Porque lo único que nos distingue de los primeros sapiens es la organización social. Alguna vez, cuando la perpetuación de la especie era la prioridad absoluta, se veneraba la fertilidad de las venus paleolíticas; durante siglos, la maternidad fue la única certeza para secuenciar el linaje. Cuando la guerra se erigió como la industria más lucrativa, el patriarcado emerge y se impone por cuestiones patrimoniales: para garantizar, sin duda alguna, la paternidad del primogénito que heredaría la riqueza familiar.

Pero el criterio patriarcal aún se impone y dispone. El gran patriarca de la 4T demeritó la marcha y el paro nacional de mujeres; no conforme, le adjudica motivos subversivos y la nefasta intención de derrocar a su régimen, como lo declaró un célebre personaje digno de toda nuestra confianza: una mujer encapuchada que fue entrevistada durante la marcha del domingo que así, le proporcionó al mandatario el elemento vital para la manipulación goebbeliana, tergiversando los hechos como ataques siniestros a su régimen en el cuento sexenal de nunca acabar.

Aclaro: la reivindicación de la mujer es una tarea postergada por siglos, la violencia por motivos de género es una perversión de nuestra especie que se agudiza exponencialmente. La causa no se le atribuye a la 4T pero tampoco su solución porque será un largo proceso social y la anhelada secuencia cultural nos involucra a todas y todos: la siguiente mutación de nuestra especie será el advenimiento de la igualdad de los géneros como una prerrogativa de la condición humana atendiendo, por fin, al eco de la dignidad herida como un reclamo ancestral…

9 de marzo


“Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”
Emily Dickinson

En algún lugar vulnerable irrumpen los afanes deshumanizantes que nos envilecen; el dominio a través de la crueldad impregna la esfera pública con todas las manifestaciones de la crueldad por motivos de género…         

Durante toda mi vida he sido testigo del maltrato a las mujeres; familiares, amigas, colegas, compañeras, de una u otra forma soportaron (y lo refiero en pasado con la esperanza de que nunca se repita) ofensas a su intelecto, agresiones físicas, gritos y toda clase de agravios a su integridad. Pero debo aclarar, que la crueldad no es una prerrogativa del género masculino; las mujeres también lastiman, vulneran y ofenden porque el ejercicio del dominio a través de la violencia es una perversión que no obedece al género.

Los feminicidios recientes que han indignado a todas las mexicanas y a los mexicanos, revelan que hemos traspasado los índices conocidos de maldad en un retroceso que nos ubica en los grados más grotescos de la bestialidad. Perdemos, inexorablemente, la cualidad que alguna vez nos humanizó. En la mayoría de los casos, el afán de dominar con amenazas y violencia se impone a cualquier atisbo de empatía en un fenómeno que nos involucra a todas y a todos.

Desde la divulgación de la convocatoria “El 9 nadie se mueve” han surgido argumentos a favor y en contra, se han prodigado razones para apoyar el paro nacional y motivos para demeritarlo. El presidente López Obrador descalificó la convocatoria advirtiendo que sus adversarios son los paladines del feminismo y ha intentado desviar la atención de la opinión pública a temas triviales. Pero el apoyo se multiplica a pesar del presidente. Es evidente que el tema femenino jamás atrajo su atención y su postura revela los rasgos de una dictadura mesiánica. Es obvio que la defensa de las mujeres no coincide con la cuadratura de su criterio vetusto y arcaico, que desvirtúa todos los reclamos con el mismo cuento: todo es culpa de los perversos conservadores y de los neoliberales corruptos.

Y aquí, es necesario aclararle al mandatario, que el reclamo de justicia en cuestiones de género, no es un ataque al régimen de la 4T, es la expresión del hartazgo y del repudio por la impunidad que venimos arrastrando de tiempo atrás. Es un flagelo social que se ha agudizado por el silencio de las víctimas, por la indefensión de los deudos, por la impotencia de los ofendidos en un sistema que no protege ni defiende a los más vulnerables.

También han surgido interrogantes: qué se pretende lograr en un Día sin mujeres?  Le confieso que no tengo ni la menor idea pero sí, la más positiva de las expectativas. Quiero creer que la ausencia de las mujeres en la esfera pública y económica modificará la actitud tradicional que nos somete, flagela y demerita. Es imperativo un cambio radical en todos y en todas para castigar en su justa dimensión, todas las manifestaciones de la crueldad por motivos de género...



Divagando sobre un tema inédito


Un deseo absolutamente inédito no podría ser percibido,
porque no tendríamos un código para descifrarlo.
Dalmiro Sáenz

En algún lugar recóndito de una dimensión desconocida, se erige la Biblioteca de las Obras Inéditas; ahí se conservan todos los proyectos irrealizables, los planos de los castillos que se edificarían en el aire, las improvisaciones y las soluciones descabelladas…

Por fin se aclaró la duda existencial que nos mortificaba: no hemos caído en el abismo de una dimensión desconocida, tampoco deambulamos en el realismo mágico, ni traspasamos las fronteras del surrealismo: estamos en el terreno de lo inédito. Ya es oficial, y a partir de ahora, todo lo insólito, inaudito y lo que implique originalidad adquirirá validez jurídica.

El incidente que oficializa nuestra inédita ubicación es la infame rifa del avión presidencial, una reverenda vacilada que desencadena una secuencia de definiciones y sinónimos: Lo inédito, entendido como todo aquello que aún no se publica o se divulga implica también todo lo nuevo y lo desconocido cuya originalidad lo hace excepcional y extraordinario; pero en el territorio de lo inédito también residen los excesos que conducen al absurdo, a lo ridículo y extravagante.

Continuando con la secuela de sinónimos: Lo excepcional, es la rapidez con que se modificó la Ley Orgánica de la Lotería Nacional para rifar un premio que no admite fragmentaciones y que no se entregará al afortunado ganador. Lo insólito, es la preponderancia de este asunto en la opinión pública a sabiendas que es una burda distracción. Lo inaudito, es la fugacidad de los planes y de las soluciones a los problemas causados por la necedad y la insensatez. Lo inverosímil, es la distorsión de la aritmética en cenas guajiras que ofenden a la inteligencia.

Parecía improbable pero ya es una realidad. En este régimen, la secuencia histórica no representa ningún avance porque el rumbo de esta transformación nos conduce a un pasado nefasto. Pero lo increíble, por extraño que parezca, es la ausencia del equilibrio en el poder, que debe entenderse como el preámbulo del absolutismo. Merodeando en la explanada de lo extravagante, es inconfundible la figura dogmática de un gobernante que no admite réplicas ni cuestionamientos.  Recuerde que la polémica venta del avión presidencial surgió como una promesa de campaña cuyos costos e inconvenientes todavía no bastan para reconsiderarla.

Sea como fuere, debemos adaptarnos al entorno con singular alegría. Por eso, debemos reconocer que una de las bondades de lo inédito es la vigorización de la capacidad de asombro: cuando creíamos que ya nada podría sorprendernos, surge un caso insólito y una solución más exasperante que todo lo anterior. Y tras la sacudida neuronal provocada por la sorpresa, se reconectan las percepciones y se fortalece el filtro que discierne lo razonable y lo irrisorio; y así, sorpresa tras sorpresa, blindamos el hemisferio de la cordura contra todos los proyectos irrealizables, los planos de los castillos que se edificarían en el aire, las improvisaciones y las soluciones descabelladas…