jueves, agosto 22, 2019

Érase que se era... !Y ella dijo que sí!






Dedicada a Niza y a Erick

“La vida es un cuento fantástico y tú eres la protagonista;
el feliz desenlace dependerá de la firmeza de tu pulso al escribir tu propia historia”
LMLM



            En algún lugar apacible, en el instante más feliz de la tarde, el tiempo hizo una pausa y el anhelo más ferviente se concentró en una pregunta; entonces, una palabra fue suficiente para acariciar el más feliz de los sueños…

            Desde la oscuridad de los tiempos, hoy como siempre y desde entonces, los pequeños prodigios nos conducen al ámbito donde predominan las esperanzas; suelen pasar desapercibidos por el ajetreo global pero se realizan todos los días, en momentos inesperados pero largamente anhelados. Son rituales dulces, breves pero con efectos duraderos porque se recuerdan como el primer día del destino de una pareja.

            La única condición para el ritual exige la adaptación evolutiva porque sólo los sobrevivientes al síndrome amoroso podrán transformar la visión egocéntrica en un horizonte compartido. La mutación inicia por contagio involuntario y se intensifica con la fuerza de la atracción en un caprichoso vaivén de señales.  

            El sábado en la tarde, tuve la fortuna de presenciar uno de esos pequeños prodigios que confirma las bondades inauditas de la mutación en dos seres intensamente vivos: Sin percatarse del contagio, paulatinamente se agudizaron los síntomas que alguna vez estudiaron pero que nunca imaginaron en carne propia; con la cadencia de las vigilias se instaló una certeza en todas las neuronas y el ritmo cardiaco registraba una asombrosa sincronía cuando el corazón de ella tarareaba el nombre de él, y viceversa.
            Superaron la etapa del encantamiento con dosis precisas y controladas de oxitocina, sus ojos adquirieron el brillo peculiar de los que se saben amados, se fortaleció el músculo de la empatía y en un momento insospechado, la palabra sacrificio perdió significado. Desde entonces, el ritual adquirió la consistencia de lo inevitable y en la silenciosa inquietud que antecede al frenesí, transcurrió un compás de espera: Él ponderaba las certezas diagnosticando imponderables; ella anhelaba en silencio hilvanando sueños inducidos. Él suturaba complicaciones imprevistas mientras ella cuidaba los suspiros del porvenir.

La selección natural se impuso y se realizó el prodigio. El tiempo hizo una pausa para que él convirtiera el anhelo más ferviente en una pregunta. Y cuando ella dijo “sí”: el planeta entero se comprimió en la breve distancia de un abrazo y la humanidad se redujo a dos especímenes emocionalmente evolucionados y comprometidos. Fue entonces cuando las flores de lavanda desprendieron su aroma impregnando los viñedos para aliviar cualquier atisbo de angustia y todos los que ahí estábamos, evocamos los maravillosos efectos del amor y compartimos lo mejor de nosotros porque recuperamos la habilidad para imaginar finales felices, para creer y recrear los cuentos de hadas. Con el ritual inició el porvenir y en todos los corazones se escribió un recuerdo indeleble cuando ellos acariciaron el más feliz de los sueños…


La Necrópolis del Holoceno



Dicen los que saben, que si persiste el ritmo en la emisión de contaminantes, la humanidad será la única especie en provocar su propia extinción. El avance rumbo al cataclismo en la era Cuaternaria parece incontenible y cada vez se acumulan más agravantes: a la contaminación y al cambio climático ahora se suman los estragos de la sobrepoblación. Global Footprint Network (GFN) es una organización que registra el impacto de la actividad humana en el planeta y ha obtenido un resultado deficitario porque la cantidad de los recursos naturales producidos en un año se agota antes de concluir ese periodo.

En una metáfora contable, GFN determina que en el “Día del sobregiro de la Tierra”  el consumo de recursos excede a su recuperación natural: la advertencia es que ese momento se adelanta paulatinamente desde hace 20 años y en 2019, esa fecha es la más temprana que se ha registrado: el 29 de julio es el día del sobregiro mundial y esta fecha fluctúa dependiendo de los recursos en cada país: “en Colombia, el sobregiro comenzará el 18 de octubre; en Perú el 23 de septiembre; en Venezuela el 23 de agosto; en México el 17 de agosto y en Argentina inició el 26 de junio”.

Los indicadores y los plazos determinados por GNF son una leve estimación del “insustentable desastre planetario” y estos cálculos no proceden de una fantasía distópica sino de la más cruda e implacable de las realidades. El dispendio de los recursos, la extinción de especies y los estragos de la contaminación apresuran el advenimiento de la sexta extinción y esta amenaza exige la concientización de la especie; con ese propósito, 47 artistas enfatizaron los estragos de la depredación humana en la exposición colectiva “Nékros Opsis” que es “una propuesta científico-estética en la que el cadáver de la Tierra se convierte en objeto de estudio, observación y análisis” trasladándonos a un momento posterior al cataclismo del Holoceno. La exposición “Nékros Opsis” se presenta desde el 14 de agosto en el Museo del Instituto de Geología de la UNAM, coincidiendo con el Día del sobregiro en México.  
            La advertencia es contundente: Si no revertimos el déficit planetario el horizonte será apocalíptico y en el epílogo del Antropozoico los caprichos de la naturaleza confirmarán, otra vez, las teorías de Darwin porque sólo sobrevivirán aquellos que se adapten al nuevo ambiente. La próxima era iniciará en el cementerio planetario de las especies extintas, en un paisaje insólito habitado por organismos que respirarán una mezcla tóxica de gases y realizarán sus funciones vitales con el mínimo de nutrientes.
            Por eso, ante la inminencia del desastre, debemos enaltecer el cuidado del planeta como prioridad social, como convicción y cultura, ajena a dogmas e ideologías para erradicar los vicios del consumismo y de la indiferencia, para revertir los estragos infringidos y conjurar las amenazas de la devastación.

Todo cabe en una burbuja



“Un buen día te despiertas y te encuentras con que todo el mundo piensa como tú”
Eli Parisier

En algún lugar volátil coincidieron los fervores silentes y las frustraciones latentes que deambulaban en los recovecos de la hostilidad; al encontrarse, adquirieron la consistencia de lo absoluto y  adoptaron el matiz implacable de una supremacía…

La causa es incuestionable: los crímenes de odio son la reacción a los discursos oficiales de la ultraderecha que inflaman el racismo que creíamos erradicado; los efectos son insufribles: la supremacía blanca se concreta en agresiones porque las armas se venden como caramelos. Lo alarmante, es la frecuencia de los ataques y la ubicación donde se perpetran porque eluden cualquier patrón que permita contenerlos.

La xenofobia que ahora nos flagela se esparce por contagio en el entorno virtual, donde se intensifica. Actualmente, se propaga una teoría de conspiración atribuida a los musulmanes, y a todos los migrantes, describiéndolos como invasores que inciden y alteran la cultura del país que los recibe con la perversa intención de suplantar a los nativos en un futuro cercano. El autor de esta aberración galopante es Brenton Tarrant quien la publicó en Facebook como el manifiesto “El gran reemplazo” poco antes de perpetrar un ataque islamófobo en dos mezquitas de la ciudad de Christchurch en Nueva Zelanda, en marzo de este año.

Al otro lado del mundo, la misma aberración exacerbó el odio de Patrick Crusius quien anunció la “defensa contra la invasión hispana en Texas” en su manifiesto titulado “Una verdad incómoda”, publicado el 4 de agosto minutos antes de irrumpir en un supermercado y disparar contra la multitud “defendiendo a su país del reemplazo cultural y étnico”.

Éste es el evento más reciente en una indignante secuencia de ataques perpetrados por individuos que frecuentan foros virtuales donde comparten los mismos prejuicios, divulgando temores infundados,  compartiendo  frustraciones similares y satanizando a los migrantes. Estos espacios digitales son exclusivos y excluyentes porque sólo acceden usuarios afines con ideas semejantes al amparo de la intolerancia porque las opiniones contrarias, las réplicas y las críticas, los cuestionamientos, son inadmisibles.

En esos espacios virtuales el grado de coincidencia entre los usuarios no es una desafortunada casualidad sino un desliz de la tecnología porque es el resultado del registro de sus actividades en Internet (consultas, compras, preferencias, ubicación). Eli Parisier define como el Filtro Burbuja  a la configuración del perfil digital de los usuarios atendiendo a sus preferencias. Entonces, la inteligencia artificial crea rutas arborescentes que conducen a una opción compartida por otros usuarios que han buscado, comprado o  elegido lo mismo, y todos se reúnen en esa burbuja ajena a las críticas, inmune a los castigos (hasta el momento, no existen lineamientos jurídicos aplicables), y ahí, el odio se intensifica inflamando los fervores silentes y reprimidos, hermanando las frustraciones latentes en un afán aberrante que se proclama como absoluto y se propaga con el matiz implacable de un dogma perverso…

lunes, agosto 05, 2019

La vaporosa frontera de las distopías


En algún lugar del porvenir, más allá de los confines de la lógica se extiende el territorio de lo improbable; ahí suelen deteriorarse las aspiraciones y se vulneran sin piedad los rasgos de la cordura para erigir una aberrante versión del futuro…

            Una de las  manifestaciones de la condición humana es la irrenunciable propensión a soñar que suele reflejarse en el feliz desenlace de las ficciones y en las bondades del paisaje descrito en todas las utopías. Pero el optimismo no es el único atributo para el ejercicio de la imaginación, como siempre y desde entonces, existe la probabilidad de que suceda lo indeseable en el fatídico entorno de las distopías.

            La frontera que separa a las utopías y a las distopías es tan  frágil como la frontera entre la realidad y las ficciones; son vulnerables por naturaleza y etéreas como los pensamientos. Confieso que me fascinan las distopías: porque aún en la más cruel de las tiranías germina la vocación por la verdad y florece, temeraria, una esperanza.   

            Una de las distopías más impactantes es “El cuento de la criada” (The handmaid’s tale), escrita por Margaret Atwood, publicada en 1985. Atwood enfatiza la caprichosa interpretación del antiguo testamento en la dictadura fundamentalista de la república de “Gilead”. Ahí, traspasamos el umbral de la ficción dispuestos a deambular en un régimen despótico donde la intolerancia es una virtud acompañando las vivencias de una protagonista que pierde hasta el derecho a la identidad. La autora advierte que: “En este clima de división, en el que parece estar al alza la proyección del odio contra muchos grupos, al tiempo que los extremistas de toda denominación manifiestan su desprecio a las instituciones democráticas, contamos con la certeza de que, en algún lugar, alguien está tomando nota de todo lo que ocurre a partir de su propia existencia.”

            La descripción de los rituales en Gilead es perturbadora, desconcertante al grado de la indignación por el flagelo inaudito a las libertades. Pero los efectos de la distopía son contundentes al detectar sus semejanzas con la realidad: el desconcierto es atroz cuando se perciben amenazas a las libertades conquistadas; la perturbación es inevitable al escuchar términos religiosos en el discurso oficial; la indignación es inevitable cuando el retroceso hacia el despotismo se justifica argumentando que no hacerlo “generaría una mayor afectación al erario público del estado, generando incertidumbre, económica, política y social, impactando de manera inevitable en los servicios públicos y en el bienestar de los ciudadanos de”…  dónde? Gilead?  

            Atendiendo a la advertencia de esta distopía, es menester señalar las amenazas a las libertades, evitar la imposición de los desvaríos y defender las fronteras de la realidad alejándonos de las aberraciones de Gilead. En el umbral del porvenir es urgente  redefinir el límite entre la legalidad y la obsesión para mantener  el despotismo en el territorio de lo improbable,  como un relato ficticio sobre la destrucción de la cordura en una aberrante versión del futuro…