domingo, julio 29, 2012

Paradoja olímpica


En algún lugar olímpico, cerca de las plazas y entre los recovecos de las glorietas yacen ocultos los vestigios de la maldad;  los bemoles oscuros del dominio se atenuaron con las melodías de la paz y las huellas del lucro se encubrieron con  los estandartes de prosperidad…



            El encanto original de los juegos olímpicos provenía de su esencia humanista y emanaba de la excelencia como un sueño posible. En la hipermodernidad, los juegos olímpicos son el escaparate universal del triunfo del espíritu humano sobre las adversidades. Por el tono excelso del mensaje,  debido a la magnitud de la audiencia y a la diversidad de sus espectadores, el escenario olímpico se ha transformado en una contienda de patrocinadores.  La competencia olímpica es el escenario exclusivo y excluyente donde se promocionan las empresas involucradas en la organización de los juegos. Una de las paradojas del olimpismo es que los grandes beneficiarios de esta fiesta deportiva son consorcios internacionales  ajenos e inmunes a los ideales humanistas.



             Entre los principales patrocinadores de los Juegos Olímpicos en Londres 2012, están British Petroleum, empresa responsable del vertido de petróleo en el Golfo de México en 2010, y la empresa  estadounidense Dow Chemichals, que rechaza cubrir la indemnización  por el desastre industrial de Bhopal que causó la muerte a más de 3,000 personas en  la india en 1984. Los uniformes de los atletas están diseñados por firmas de alta costura y manufacturados por empresas que explotan a sus trabajadores.  Un consorcio inmobiliario de Qatar pagó 557 millones de libras por la adquisición de 2800 casas en el área de Stratford, donde se ubica el Parque Olímpico. Esta operación implica la desaparición de viviendas accesibles de carácter social y una indignante limpieza de la zona con el desahucio y  la expulsión de los residentes más pobres.  La construcción de los escenarios  olímpicos  fue un “proceso de planificación vergonzoso que arruinó espacios que  estaban protegidos a perpetuidad”; para cumplir con la  disposición del Comité Olímpico Internacional que establece como obligatoria la construcción de un gimnasio de práctica, se cortó un acceso peatonal al parque Leyton March y se ocupó gran parte de las áreas verdes.



            Pero la alarma y el descontento social surgieron por la instalación de misiles tierra-aire en las terrazas de varios edificios para evitar ataques terroristas. Y poco antes de la ceremonia de inauguración, cuando todos los vestigios de pobreza se escondían entre los recovecos del paisaje urbano, un grupo de ciudadanos marchó a las cercanías del Parque  Olímpico para protestar contra la mercantilización de los juegos, denunciaron las practicas inhumanas de explotación laboral  y la contaminación ambiental de los patrocinadores; su  un mensaje de protesta exhibe a la clase política y a los consorcios internacionales como los beneficiarios directos de los juegos olímpicos.



            Las protestas fueron reprimidas y la denuncia fue desestimada por un juez. Y  la fiesta del olimpismo inició en franca contradicción con los ideales humanistas pero gracias al financiamiento de empresas cuya visión abarca al planeta como una fuente de suministros; el mensaje de paz se esparce a todo el mundo en mensajes donde predomina el afán del lucro, y en una fiesta gloriosa se atenuaron los bemoles más oscuros del dominio con las melodías de la paz y  se encubrieron las huellas del lucro con  los estandartes de prosperidad…

domingo, julio 22, 2012

Desde el Olimpo para los mortales


En algún mítico, bajo las ruinas del olvido y entre los siglos de la historia perdura el aliento divino; de cuando en cuando,  desciende sobre la faz de la Tierra para iluminar la  existencia de los mortales en la incesante búsqueda de la inmortalidad…



            En la lejana y antigua Grecia, el triunfo olímpico elevaba a los hombres al pedestal de los héroes y les concedía una porción de la gloria de los dioses; la corona de laurel sobre la testa de los campeones materializaba el triunfo de la voluntad y la disciplina sobre los límites del cuerpo.  La versión moderna del olimpismo recuperó los atributos de la excelencia griega  como afán universal del humanismo, y hoy, como siempre y desde entonces,  la justa olímpica refrenda la imperiosa necesidad del hombre por alcanzar la gloria y trascender. Y cada olimpiada un pequeño ejército de osados asciende al monte mítico para derribar las imposiciones del tiempo y la distancia; ante la mirada impasible de los dioses  demuestran que todo es posible cuando existe una convicción auténtica.  



            Hoy por hoy, los juegos olímpicos acaparan todas las miradas del mundo en Londres donde los niveles de la excelencia aguardan a los nuevos héroes que habrán de superarlos.  Pero al margen de la parafernalia mediática y ajeno a los mecanismos del mercado perdura uno de los baluartes de la humanidad: la capacidad para comprometerse con un ideal. Y muy lejos de los estadios y del espectáculo olímpico,  los héroes anónimos se afanan en la lucha cotidiana por sobrevivir en un ambiente hostil,  voluntades férreas  pretenden  sobresalir en un entorno competitivo y superar los límites de la fatalidad y la marginación.  Todos los días, en todos los meridianos, se emprende la búsqueda de alguna oportunidad, se recorre el camino hacia la prosperidad y se sobrepasa una infinidad de obstáculos.



            Y ese, es el mensaje que envían los dioses desde el Olimpo.  La vida de los mortales es una batalla épica, una epopeya; es el compendio de una infinidad de triunfos en todos los ámbitos del espíritu humano. La desesperanza, la miseria, la ignorancia son los obstáculos que deben derribarse, y los héroes que deambulan en la faz de la Tierra denuncian las injusticias, exhiben los estragos de la mediocridad y la sumisión en la construcción de un mundo mejor. Por eso, la excelencia no debe comprimirse en una cifra con décimas y centésimas de segundo porque es un atributo inconmensurable: es la templanza que logra  vencer las contrariedades y afrontar todas las adversidades. 



La excelencia es el afán por mejorar la condición humana;  desde la solidaridad hasta el sacrificio, la excelencia reside en la capacidad del compromiso y en la determinación por realizar los sueños. Es el aliento divino que desciende sobre la faz de la Tierra para iluminar la  existencia de los mortales en la incesante búsqueda de la inmortalidad…

                                             

domingo, julio 15, 2012

Voces, ecos y silencios


En algún lugar legendario, entre los genes y los memes de la esencia humana perdura inmarcesible, inalterable, incólume, la única certeza de una especie inconclusa; por eso, todos los capítulos de historia se han escrito por la convicción de construir un mundo mejor…



            La idea de una democracia sin oposición ni disidencia es impensable. Si se pretendiera materializar a la democracia moderna en un objeto, ese artefacto sería una balanza, y el punto de equilibrio reflejaría los efectos del disenso respecto al criterio predominante.  



En la Modernidad, las transformaciones que configuraron a los Estados nacionales y al Estado de bienestar fueron posibles por el impacto de las voces disidentes que confrontaron al tono impositivo de los absolutismos. Hoy por hoy, en los regímenes democráticos la oposición no debe entenderse como la negación absoluta y radical sino como la crítica constructiva y creativa, como  la búsqueda de posibilidades de transformación a partir de lo existente.



La protesta, sea cual fuere su expresión, irrumpe en el eco de la conformidad y altera los acordes de la sumisión con las voces de la rebeldía, la herejía y la disidencia;  la disonancia en el concierto de complicidades se considera una amenaza que es preciso acallar. En el mejor de los casos, el criterio predominante se flexibiliza con el afán de mantener la armonía para  restablecer el orden público. Las conquistas sociales y liberales son concesiones desde el poder  para atenuar el disturbio de las protestas.  Ese es el impacto de la disidencia y este silogismo desglosa  las repercusiones de todas las voces opositoras. 



En el momento más álgido del actual proceso electoral, las fuerzas del disenso inciden en los efectos de la mercadotecnia política, denuncian de la compra-venta de voluntades y la alienación multitudinaria a través de los monopolios en los medios masivos de comunicación. Se exhibe uno de los mecanismos más efectivos de la modernidad: el condicionamiento masivo a través de mensajes simples pero incesantes y  cifras infundadas en una estrategia mediática que transforma mentiras en verdades.



Sí!... Es cierto que  la denuncia es un ejercicio desgastante y que suele provocar la sensación de impotencia porque sus efectos son pequeños ante la magnitud de los poderes fácticos. Es verdad que la exhibición de los vicios en el círculo del poder no los inhibe ni los erradica y que la denuncia  sin consecuencias causa desánimo y hartazgo. Pero también es cierto que el afán por lograr una sociedad más equitativa y justa es imperecedero en algunos especímenes de la humanidad, que siempre habrá leyes que reformar y procesos que depurar porque la sociedad, como el hombre, es una obra inconclusa pero perfectible.



Tal vez, las impugnaciones a la elección no culminen en la invalidez pero exhiben los efectos intangibles del condicionamiento mediático  que se concreta en pautas predecibles de conducta. Si como consecuencia se restringen las atribuciones de los medios masivos, si  se regulan la publicación de encuestas y las estrategias de la mercadotecnia política, esta impugnación no habrá sido en vano. Y otra vez, en las voces de protesta se percibirán los bemoles de la esencia humana que perduran inmarcesibles, inalterables, incólumes y el eco de la sumisión se disolverá por la disidencia  porque la única certeza de nuestra especie que se ha mantenido vigente desde la oscuridad de los tiempos es la posibilidad de romper el silencio para construir un mundo mejor…

domingo, julio 08, 2012

300



            En algún lugar del océano, surcando los mares del tiempo y en la búsqueda del consenso, navega una embarcación que se construye incesantemente en la travesía y que se reconstruye sobre las olas…



            Dicen los que saben que la democracia es la única embarcación que se construye sobre la línea de flotación,  y que por eso, se perfecciona en cada trayecto. Por la incertidumbre que surgió en la jornada electoral del 2006, y que prevaleció durante todo el sexenio,  se modificó la legislación electoral que ahora permite y regula la apertura de paquetes para recontar los votos.



De acuerdo al ordenamiento legal, el recuento se realizó en forma ininterrumpida a partir de las 8:00 horas del 4 de Julio ante la presencia de los representantes de los partidos políticos.  Voto por voto, casilla por casilla, distrito por distrito, en el  Instituto Federal Electoral (IFE), vocales, consejeros, técnicos y asistentes electorales realizaron la epopeya del recuento y la concluyeron antes del término fatal que marca la ley. Durante el esclarecimiento de las cantidades emanadas de los comicios, en los 300 distritos se omitieron miles de horas de sueño, se soportaron toda clase de señalamientos, se recibieron mil y un agravios y se resolvieron centenas de recelos y sospechas. 



El recuento de los votos emitidos en las elecciones del primero de Julio ratificó las cifras de las actas elaboradas por los funcionarios de casilla y las modificaciones a las cifras  capturadas en el Programa de Resultados Electorales Preliminares representan un porcentaje mínimo. Si se pondera el factor humano de estas cifras, se obtiene un grado significativo de certeza y se eleva considerablemente el índice de transparencia en los comicios. Hasta este momento, como consejera electoral  y testigo presencial del proceso electoral puedo afirmar que en cada voto se materializó la voluntad del electorado. No obstante, el resultado de este proceso indica que aún queda mucho por hacer para perfeccionar la legislación referente al proselitismo.



Cuando ha concluido la extenuante tarea del recuento es menester identificar  los  aspectos mejorables del proceso electoral. Al margen de las casillas y en la esfera del proselitismo existen actos y conductas que deben regularse, como la publicación y difusión de las encuestas que presentaron cifras sin sustento, la diferenciación en el trato a los candidatos en los medios masivos y las estrategias del marketing político. Se ha logrado transparentar la emisión, el escrutinio y el cómputo del voto; queda pendiente regular  las causales intangibles que inciden en la emisión del voto.



Y es justamente ahora, al emprender una nueva travesía rumbo al ideal democrático, cuando  es imperativo reconocer la actuación de los ciudadanos como uno de los rasgos notables del proceso electoral. En cada uno de los 300 distritos fueron ciudadanos quienes supervisaron la actuación del IFE, los que capacitaron a los funcionarios de casilla y  recontaron los votos.  Por todas las actividades en que participé y  por todo lo que atestigüé, este proceso electoral es la sumatoria de las voluntades que coincidieron en 300 puntos de la geografía nacional, es el resultado del ejercicio ético de la ciudadanía que asumió el compromiso  con un ideal alcanzable, que es imperativo perseverar en la búsqueda del consenso  a bordo de una embarcación que se reconstruye incesantemente sobre las olas…



Con mi sincero reconocimiento a la labor realizada en los 300 distritos electorales.