miércoles, junio 03, 2020

Reingeniería de la expresión

 

            En algún lugar remoto, el primero de los hitos de la humanidad se erigió en el momento en que sentimos como propio el dolor ajeno, cuando manifestamos la empatía con acciones embellecidas con las palabras no dichas que nos hermanaron…  

 

            La Jornada Nacional de la Sana Distancia impuso la empatía como prioridad social con un código de conducta que debe observarse para evitar la propagación del coronavirus; las nuevas buenas costumbres distinguirán a los individuos en función de la consideración a los demás, de tal forma que los macuarros en tiempos del covid-19, serán todos aquellos que expresen su valemadrismo por la salud pública.

 

            La regla número 1 de la nueva etiqueta es el confinamiento voluntario y los nuevos modales procuran el distanciamiento físico cuando no es posible permanecer en casa. De esta forma, la limpieza exhaustiva y el uso de accesorios de protección se incorporan a los nuevos usos y costumbres: los cubrebocas y caretas se han incorporado a la vestimenta como accesorios indispensables. Entre otras cosas, el código de la nueva urbanidad impone la diplomacia del estornudo y la manifestación alterna del afecto con gestos y ademanes que sustituyen a los besos y los abrazos.

 

            Y así, con la nueva urbanidad, el cubrebocas apareció como una barrera infranqueable que nos impide apreciar las sonrisas de los demás. Ahora, la mirada y el tono son los únicos indicios del ánimo de las palabras que escuchamos; en cualquier conversación la atención se enfocará en los ojos, en la curvatura de las cejas, en la longitud de las pestañas, en la intensidad del contacto visual… Le confieso que para mi ha sido muy difícil hablarle a un rostro cubierto con una mirada inexpresiva.

 

            Ya se ingeniaron los modales alternos que remplazarán al tradicional saludo estrechando las manos y a los abrazos. Pero también será necesaria la reingeniería de todas las expresiones faciales con las que solíamos transmitir mil y un emociones. Imagino que los poetas del Romanticismo estarían felices porque ya nos percatamos de que los ojos son el espejo del alma y que, por fín, atribuiremos el justo valor a los mensajes que emitimos con la mirada. La belleza de un rostro protegido con cubrebocas y careta residirá en la estética de los ojos y en la calidez de su mirada; se me ocurre que los cosméticos para embellecer los ojos serán artículos de primera necesidad.           

 

            En la reingeniería de la expresión, la entonación de las palabras y los ademanes adquirirán la importancia que perdieron con la preponderancia de la imagen. La cortesía deberá transmitirse con el tono más amable de nuestra voz, con la elección adecuada de palabras. La empatía por los demás fue el primer indicio de humanización y ahora, será la manifestación inequívoca del humanismo que pretendemos recuperar; la mirada remontará cualquier distancia entre nosotros, manifestaremos la empatía en nuevos modales embellecidos con las palabras no dichas que nos hermanan…    

 


martes, mayo 26, 2020

De las caravanas, los sombreros y el viento


“Tiempo es la medida del movimiento entre dos instantes”
Aristóteles

            En algún lugar recóndito, agazapado entre las líneas de un discurso persiste un motivo arcaico que se desplaza a destiempo anticipando promesas a una audiencia cautiva…
            Desde siempre he padecido los estragos de una pésima noción del tiempo y por eso, suelo confundir la distancia de los eventos en el pasado, y en el presente, los días del mes y de la semana; el único antídoto es la observancia rigurosa de mi agenda. Mi despiste involuntario se agudiza con la edad pero ahora en el confinamiento ha llegado a niveles excéntricos porque esa incertidumbre deambula en mi cerebro y siempre despierto alarmada y preguntando ¿!qué día es hoy!? 
            En días recientes, empeoró mi desorientación en el tiempo  y ahora traigo una escalofriante confusión con las épocas y los conceptos; esto inició cuando leí el ensayo de Nuestro Señor Presidente, “Nueva política económica en los tiempos del covid-19” donde propone “establecer un Estado de bienestar igualitario y fraterno”… y ahí fue cuando las épocas se me traslaparon provocándome  una ligera conmoción porque hasta entonces, tenía entendido que el Estado de Bienestar ha existido sobre la faz de la Tierra desde las últimas décadas de 1800.
Seguí leyendo y las ideas se desplazaron en un salto cuántico enlazando el pasado y el presente cuando el mandatario afirma: “El estado de bienestar que estamos construyendo tiene como objetivo la protección de las personas a lo largo de la vida, desde la cuna hasta la tumba, haciendo realidad el derecho a la alimentación, al trabajo, la salud, la cultura, la vivienda y la seguridad social” … y: ¿acaso, no fueron esas las características del Estado Benefactor en el siglo XX?
Intenté refrescar la memoria pero la confusión persistía y acudí a la definición: el Estado de Bienestar debe asumir la responsabilidad de la prestación de servicios tales como la educación o la sanidad y ofrecerlos de forma no discriminatoria y sin costo para los ciudadanos”. Luego entonces, llegué a la conclusión de que el mandatario está proponiendo como nuevo un modelo de estado que funciona desde el siglo pasado.
La curva de mi desorientación llegó a su pico cuando el presidente declaró que “lo importante es el interés humanitario mundial y no privatizar la vacuna contra el covid-19”… el eco de esas palabras me remitió al mensaje del  presidente chino Xi Jinping en la 73ª Asamblea Mundial de la Salud prometiendo compartir la vacuna en el combate mundial a la pandemia. Entonces, me percaté de que alguien hace caravanas con sombreros ajenos porque las críticas le hacen lo que el viento a Juárez.
Ponderé el beneficio de la duda porque me incomodaron esas palabras a destiempo pero después lo comprendí todo: entre las líneas de las arengas presidenciales yace un proselitismo arcaico dirigido a quienes no tienen referentes para analizar su discurso en un audiencia nacional y cautiva…

11:58 PM. Breve bitácora del tiempo perdido


En algún lugar digital, el tiempo se expande con los devaneos del ocio hasta la impasible frontera del olvido y súbitamente se evapora por la premura de los plazos en una agenda inaudita…

            Por el confinamiento en esta pandemia, muchas actividades migraron al entorno digital; tras la suspensión de las clases presenciales, se implementaron las sesiones virtuales para compensar la ausencia en las aulas y continuar con el programa en curso. De la noche a la mañana, los alumnos, profesores y padres de familia se involucraron en la educación en línea y todos los días, le dedican el mejor de sus esfuerzos pero la adaptación a la modalidad virtual no ha sido fácil.

            Una de las variantes en la educación a distancia son los pretextos: ya no es posible culpar al perro de la casa que se comió la tarea porque en el entorno digital, los pretextos son de índole tecnológico. Por la contingencia, imparto cursos en línea a estudiantes de licenciatura y suele suceder que a las 11:58 PM, un minuto antes del cierre de la recepción de tareas, todas las fuerzas ocultas del universo conjuran contra mis alumnos: se desconfigura la computadora, cortan la señal de internet por fallas en el servicio, la plataforma del curso no acepta el archivo con la tarea, no se concluye el envío o no se confirma la recepción, la contraseña ya no es válida porque la cambió un hacker malvado…y todas las excusas tecnológicamente aplicables.

            Estos contratiempos son frecuentes porque la pasividad del confinamiento modifica la percepción del tiempo; el plazo para enviar las tareas parece muy lejano y los estudiantes lo desplazan a un futuro incierto que llegará en algún momento después del torneo de videojuegos, de la revisión exhaustiva de los memes en Facebook o del maratón de series y películas. La bitácora de actividades en la cuarentena suele ser muy breve porque el tiempo transcurre plácidamente durante la procrastinación digital hasta que repentinamente concluye el plazo para la entrega de las tareas: entonces, el tiempo ya no alcanza para leer ni siquiera las instrucciones y la premura evapora la concentración impregnando valemadrismo a lo que debería ser el producto de la reflexión.

Dicen los que saben que el éxito de la educación virtual depende de la disciplina de todos los involucrados pero el apego a los plazos se complica en el entorno digital, saturado de distracciones. Los efectos de las pandemias son trágicos, aleccionadores y la reingeniería social es inmediata. La súbita migración a la virtualidad impone una adaptación instantánea que no admite excusas ni pretextos; la disciplina y la voluntad deberán fortalecerse para emular los niveles de excelencia que tuvimos en las versiones presenciales. La templanza será imprescindible para controlar los devaneos del ocio, para reubicar la frontera de las responsabilidades evaporando las premuras en esta agenda inaudita…

Con mi admiración a tod@s los involucrad@s en la educación durante el confinamiento.



miércoles, abril 29, 2020

Ni juntos ni revueltos


“Nos encontramos, más que nunca en la historia,
en una situación de verdadera disyuntiva:
O unimos nuestras manos o nos unimos a la comitiva fúnebre
 de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común.”
Zygmunt Bauman


            Desde el siglo XX, los científicos revelaron el carácter instrumental de la ciencia para la dominación y el exterminio, y los filósofos detectaron los mecanismos del control social en las leyes del mercado. Como en todos los relatos, las advertencias se extinguieron por la indiferencia globalmente deliberada. Ahora, la distopía se vuelve realidad por los estragos de un virus y el miedo que propaga es más efectivo que todas las teorías de los científicos y de los filósofos; el peligro es inminente y el cambio es inmediato.

Todos los días se descubre alguna característica del coronavirus, se comparten estadísticas del contagio, se revelan avances en la curación, se identifican sus estragos y secuelas porque enfrentamos una amenaza insólita, jamás imaginada, que trastornó las prioridades de un mundo erigido en la frivolidad del consumo. La irrupción del coronavirus en el planeta y la dispersión del miedo modificaron significativamente la escala de necesidades; ahora, la protección de la vida es la única prioridad y las esperanzas del mundo dependen de la búsqueda exhaustiva de los científicos para encontrar la vacuna.   

Guiados por la advertencia científica extendimos el rango de la cercanía evitando el contacto con los demás y encontramos el antídoto contra la indefensión en el confinamiento voluntario. Y el miedo, que es la señal de alerta más efectiva en todas las especies, modificó inmediatamente usos, costumbres, hábitos y vicios; en una mutación social sin precedentes, reconfiguramos la escala de actividades esenciales y nos adaptamos a las nuevas exigencias del entorno.

Reaprendemos a convivir alejados los unos de los otros, recuperamos la empatía respetando los límites del distanciamiento físico y lo hacemos convencidos pero anhelando que estas circunstancias sean temporales y que en un futuro cercano, erradicaremos la amenaza, extirparemos el miedo y volverá la normalidad… aunque todo indica que el retorno a la normalidad perdida es una cuestión impredecible.

La normalidad que anhelamos no será la misma que tuvimos. En el desenlace de esta distopía se vislumbra la mutación social de los humanos como seres gregarios que deben adaptarse a una cercanía distante; será muy riesgoso el contacto y las muchedumbres, improbables: ni juntos ni revueltos. Desde ya, se reacondicionan los espacios, los horarios y los turnos en las escuelas, en las oficinas y en la industria para funcionar dentro de los límites de la sana distancia; atendiendo a las advertencias de la ciencia, se reconstruyen las costumbres y las actitudes porque la sobrevivencia dependerá de la adaptación a los bemoles inéditos de la normalidad venidera…

sábado, abril 25, 2020

Apenas un suspiro


“Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla
 mientras el género humano no la escucha.”
Víctor Hugo

En algún lugar tranquilo, el silencio esparce serenidad y el aire transporta la leve sensación de confianza; la ausencia de conmociones y ruidos restablece la belleza que los caprichos humanos arrebataron a la naturaleza…

La propagación del coronavirus confinó a todos los habitantes del planeta en sus hogares. Alejados de los sitios frecuentados y distanciados los unos de los otros, permanecemos en el recinto que nos brinda protección. Mientras nos refugiamos, la naturaleza se alivia de los estragos que causamos y las especies en todo el planeta recuperan el territorio perdido.

La cuarentena le ha dado un breve alivio al planeta que recupera la calma perdida por la intromisión de los humanos, y sin su perniciosa presencia, resurge la majestuosidad de la naturaleza; el mundo entero está en calma, mejoró significativamente la calidad del aire y la contaminación por el ruido llegó a niveles ínfimos en las calles desiertas.

Y los tenues acordes de este silencio amenizan una celebración mundial: los camellos juegan en las playas vacías de Marruecos; una hermosa ballena juega, baila y se contonea en la Marina de San Carlos; los leones aprovechan la ausencia de visitantes y duermen plácidamente en uno de los caminos de Parque Nacional Kruger en Sudáfrica; una manada de elefantes atraviesa una autopista en Tailandia; los zorros se acercan curiosos a los patios y jardines en Ushuaia; un pavorreal hace gala a su nombre y se pavonea recorriendo las calles de Madrid; las focas aplauden contentas mientras toman el sol en los islotes del Pacifico… y todos ellos, disfrutan las bondades del planeta gracias a nuestra ausencia.

            Estas escenas confirman que el virus más letal en este planeta proviene del depredador más inclemente, que la invasión más cruel redujo los espacios naturales con proyectos urbanos para conglomerados bestiales. Los estragos de la humanidad en el planeta destrozaron la armonía y el equilibrio biológicos, alterando el clima y extinguiendo a las especies que no tuvieron el tiempo suficiente para mutar y adaptarse a un entorno artificialmente impuesto.

            Y así estábamos cuando llegó el Día Internacional de la Madre Tierra y en esta ocasión se enfatizaron los estragos de la devastación humana ¿Acaso esta pandemia es el eco de un reclamo que hemos ignorado en nombre del progreso? ¿Llegó el momento de enfrentar las consecuencias de nuestros excesos? ¿Nos percataremos, por fin, de los estragos del confinamiento? ¿Nos compadeceremos de todos los animales que viven cautivos y confinados?

 La advertencia es latente: Debemos cuidar a la Madre Tierra porque la posibilidad de migrar a otro planeta es realmente imposible. Las secuelas de la pandemia reconfigurarán las prioridades y las actitudes; por lo pronto, le regalamos al planeta un insólito lapso de alivio y resurge la belleza que los caprichos humanos arrebataron a la naturaleza…

            Quédese en casa: La humanidad y el planeta claman por alivio.

martes, abril 07, 2020

Un reencuentro inesperado


En algún lugar aislado, sin más compañía que los pensamientos, rodeada de las ideas que permanecían agazapadas, me dispongo a redescubrir lo que alguna vez pospuse, y ahora, en la solitaria autoría del que escribe, extiendo las fronteras de mi mundo para reencontrar los confines de la proximidad…

En la escala geológica del tiempo se han registrado las extinciones que modificaron la faz de la Tierra devastando a la mayoría de las formas de vida; esos cataclismos se desencadenaron por las fuerzas incontenibles del planeta, los cambios fueron inminentes, repentinos, inesperados y solo sobrevivieron aquellas especies que se adaptaron al nuevo entorno. Elizabeth Kolbert, ganadora del Premio Pulitzer en 2015, sorprendió al mundo cuando demostró los estragos de los patrones de consumo de la humanidad en los ecosistemas y en la biodiversidad. La investigación de Kolbert confirmó que la sexta extinción, provocada por la humanidad, es paulatina como el cambio climático e irreversible como la desaparición de especies.

Ahora, en plena era Antropozoica (así llamada por la aparición del homo sapiens), la pandemia del coronavirus se incorpora a todos los males provocados por nuestra especie y nos encontramos, súbitamente, en el umbral de la próxima mutación. Pero la mutación del Holoceno impondrá cambios sociales y la adaptación al aislamiento.

Nuestra especie, como todos los seres vivos, es gregaria; somos un animal social por naturaleza, pero ahora, el aristotélico ser político deberá adaptarse al aislamiento y superar las ansiedades, las angustias y las frustraciones que el confinamiento provoca. El tiempo se extenderá a límites inimaginables y el ocio absorberá la mayoría de las horas; como una de las secuelas del distanciamiento, la voz interior trascenderá todos los ruidos y será inevitable escucharla en un reencuentro inesperado con uno mismo. Y así, la soledad relativa será el detonante de una mutación social y resurgirá la empatía con la que alguna vez iniciamos el trayecto hacia la civilización.

Somos una especie con un optimismo, arraigado y temerario; por eso, aprovecharemos la inaudita posibilidad de confirmar leyes darwinianas a flor de piel, porque la soledad relativa también provocará cambios en otros tejidos, órganos y sistemas: se agudizarán los sentidos para percibir a distancia lo que antes era cercano, aprenderemos a interpretar con la vista y el oído todo lo que percibíamos con el tacto.  Además, la sobrevivencia exige la reingeniería de los hábitos: un conglomerado de prosumidores acostumbrados a la inmediatez debe aprender a esperar y a posponer; el plazo incierto de la contingencia obligará a moderar y racionalizar el consumo extirpando el egoísmo y el dispendio.

En México apenas iniciamos el periodo de confinamiento riguroso y las secuelas empiezan a registrarse gracias a la tecnología: los encuentros que eran presenciales hoy son virtuales, la comunidad se reúne en la ubicuidad y las distancias se desvanecen. Y ahora, en la solitaria autoría del que espera, se extienden las fronteras de la soledad para reencontrar los confines de la proximidad…

Efectos secundarios


“Un virus es un trozo de ácido nucleico rodeado de malas noticias.”
Peter Brian Medawar
           
            En algún lugar vulnerable se desencadenaron los vestigios olvidados del instinto primigenio; súbitamente, la sobrevivencia adquirió preponderancia imponiendo distancias y reinventando la calidez de la cercanía…

            Con la inminente propagación global del coronavirus aparecieron efectos secundarios, algunos insufribles y otros, verdaderamente increíbles como las elucubraciones que afirman que los gobiernos (sin especificar cuáles) son los autores del virus para usarlo como arma biológica; y no faltaron las teorías de la conspiración que descifran los designios encriptados en las manifestaciones del covid-19  que auguran el advenimiento de un fundamentalismo, enfatizando que el nombre (coronavirus)es el presagio del próximo déspota que controlará el mundo.

            Los efectos secundarios se agudizaron cuando se registraron los primeros fallecimientos por covid-19: proliferó el desconcierto con las interrogantes sobre el contagio, los síntomas, el tratamiento y la prevención. Entonces, las mascarillas para cubrir la boca y el gel anti bacterial se agotaron en cuestión en horas; poco después y al margen de los reportes oficiales, una fuente desconocida divulgó información “clasificada” provocando la imperiosa necesidad de comprar y almacenar papel higiénico pero ningún epidemiólogo justifica la magnitud ni la intensidad de esa desquiciada reacción colectiva.

            Para atenuar los efectos indeseables de la virulencia de mitos y rumores, los expertos afirman que la propagación del virus es inevitable, que todavía no hay un tratamiento y que la vacuna desarrollada por científicos en Shangai apenas está en fase experimental y se someterá a ensayos clínicos hasta abril, por lo que la prevención es vital y el único antídoto comprobado es el aislamiento. México se encuentra en la fase de contingencia 1 (presencia de covid-19 en casos importados) y ya se implementó “la sana distancia” como medida de prevención. Hasta el momento de escribir esta columna, varias instituciones educativas, negocios, algunos gobiernos, autoridades, y la inmensa mayoría de mexicanos, implementaron el distanciamiento social (precaución de la fase de contingencia 2) para evitar en todo lo posible, el flagelo de la epidemia en la fase de contingencia 3.

Por lo pronto, la prudencia será el ingrediente esencial contra la virulencia de covid-19.   La cercanía, los besos y los abrazos están restringidos a personas libres de toda sospecha de contagio y el coronavirus impone la modificación inmediata de hábitos: lavar y desinfectar las manos con frecuencia, evitar tocarse la cara, abrir las puertas con los codos, limpieza exhaustiva de superficies de contacto y observar la rigurosa etiqueta de los estornudos.


Sin servidumbre ni dominio


En algún lugar dominical se abrazaron las voces femeninas y al caer la tarde, el eco de la dignidad herida reivindicó un reclamo ancestral…    

El domingo 8 de marzo caminé junto a muchas mujeres compartiendo un reclamo legendario; grité exigiendo respeto y justicia alentada por la empatía de un duelo compartido; todas éramos diferentes y sin conocernos, surgió un aprecio espontáneo; la confianza recíproca nos hermanó con un lazo auténtico que se manifestó el día siguiente.

Y nos ausentamos del mundo circundante en una adhesión masiva y su magnitud revela la incidencia de los abusos a la mujer: a todas, en algún momento, nos han demeritado, reprimido, ofendido, lastimado. La violencia, en todas sus manifestaciones y tonalidades, es un elemento persistente en la cotidianidad femenina: tolerado, oculto y agazapado en el último rincón de la memoria.

Ahora, la ausencia deliberada de las mujeres en la esfera pública se impone como un punto sin retorno a partir del cual, erradiquemos los modelos y estereotipos denigrantes. Quiero creer que en el hogar convergerán dos voluntades que se complementarán, dos lealtades recíprocas, sin servidumbre ni dominio con el único afán de formar seres humanos, con todo lo que ello implica. La persistencia del machismo declinará cuando las madres y los padres pregonen con el ejemplo e infundan en sus hijos el respeto a la dignidad de los semejantes; cuando el talento emerja sin las distinciones del género; cuando extirpemos los prejuicios impuestos por especímenes alfa ancestrales.    

Porque lo único que nos distingue de los primeros sapiens es la organización social. Alguna vez, cuando la perpetuación de la especie era la prioridad absoluta, se veneraba la fertilidad de las venus paleolíticas; durante siglos, la maternidad fue la única certeza para secuenciar el linaje. Cuando la guerra se erigió como la industria más lucrativa, el patriarcado emerge y se impone por cuestiones patrimoniales: para garantizar, sin duda alguna, la paternidad del primogénito que heredaría la riqueza familiar.

Pero el criterio patriarcal aún se impone y dispone. El gran patriarca de la 4T demeritó la marcha y el paro nacional de mujeres; no conforme, le adjudica motivos subversivos y la nefasta intención de derrocar a su régimen, como lo declaró un célebre personaje digno de toda nuestra confianza: una mujer encapuchada que fue entrevistada durante la marcha del domingo que así, le proporcionó al mandatario el elemento vital para la manipulación goebbeliana, tergiversando los hechos como ataques siniestros a su régimen en el cuento sexenal de nunca acabar.

Aclaro: la reivindicación de la mujer es una tarea postergada por siglos, la violencia por motivos de género es una perversión de nuestra especie que se agudiza exponencialmente. La causa no se le atribuye a la 4T pero tampoco su solución porque será un largo proceso social y la anhelada secuencia cultural nos involucra a todas y todos: la siguiente mutación de nuestra especie será el advenimiento de la igualdad de los géneros como una prerrogativa de la condición humana atendiendo, por fin, al eco de la dignidad herida como un reclamo ancestral…

9 de marzo


“Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”
Emily Dickinson

En algún lugar vulnerable irrumpen los afanes deshumanizantes que nos envilecen; el dominio a través de la crueldad impregna la esfera pública con todas las manifestaciones de la crueldad por motivos de género…         

Durante toda mi vida he sido testigo del maltrato a las mujeres; familiares, amigas, colegas, compañeras, de una u otra forma soportaron (y lo refiero en pasado con la esperanza de que nunca se repita) ofensas a su intelecto, agresiones físicas, gritos y toda clase de agravios a su integridad. Pero debo aclarar, que la crueldad no es una prerrogativa del género masculino; las mujeres también lastiman, vulneran y ofenden porque el ejercicio del dominio a través de la violencia es una perversión que no obedece al género.

Los feminicidios recientes que han indignado a todas las mexicanas y a los mexicanos, revelan que hemos traspasado los índices conocidos de maldad en un retroceso que nos ubica en los grados más grotescos de la bestialidad. Perdemos, inexorablemente, la cualidad que alguna vez nos humanizó. En la mayoría de los casos, el afán de dominar con amenazas y violencia se impone a cualquier atisbo de empatía en un fenómeno que nos involucra a todas y a todos.

Desde la divulgación de la convocatoria “El 9 nadie se mueve” han surgido argumentos a favor y en contra, se han prodigado razones para apoyar el paro nacional y motivos para demeritarlo. El presidente López Obrador descalificó la convocatoria advirtiendo que sus adversarios son los paladines del feminismo y ha intentado desviar la atención de la opinión pública a temas triviales. Pero el apoyo se multiplica a pesar del presidente. Es evidente que el tema femenino jamás atrajo su atención y su postura revela los rasgos de una dictadura mesiánica. Es obvio que la defensa de las mujeres no coincide con la cuadratura de su criterio vetusto y arcaico, que desvirtúa todos los reclamos con el mismo cuento: todo es culpa de los perversos conservadores y de los neoliberales corruptos.

Y aquí, es necesario aclararle al mandatario, que el reclamo de justicia en cuestiones de género, no es un ataque al régimen de la 4T, es la expresión del hartazgo y del repudio por la impunidad que venimos arrastrando de tiempo atrás. Es un flagelo social que se ha agudizado por el silencio de las víctimas, por la indefensión de los deudos, por la impotencia de los ofendidos en un sistema que no protege ni defiende a los más vulnerables.

También han surgido interrogantes: qué se pretende lograr en un Día sin mujeres?  Le confieso que no tengo ni la menor idea pero sí, la más positiva de las expectativas. Quiero creer que la ausencia de las mujeres en la esfera pública y económica modificará la actitud tradicional que nos somete, flagela y demerita. Es imperativo un cambio radical en todos y en todas para castigar en su justa dimensión, todas las manifestaciones de la crueldad por motivos de género...



Divagando sobre un tema inédito


Un deseo absolutamente inédito no podría ser percibido,
porque no tendríamos un código para descifrarlo.
Dalmiro Sáenz

En algún lugar recóndito de una dimensión desconocida, se erige la Biblioteca de las Obras Inéditas; ahí se conservan todos los proyectos irrealizables, los planos de los castillos que se edificarían en el aire, las improvisaciones y las soluciones descabelladas…

Por fin se aclaró la duda existencial que nos mortificaba: no hemos caído en el abismo de una dimensión desconocida, tampoco deambulamos en el realismo mágico, ni traspasamos las fronteras del surrealismo: estamos en el terreno de lo inédito. Ya es oficial, y a partir de ahora, todo lo insólito, inaudito y lo que implique originalidad adquirirá validez jurídica.

El incidente que oficializa nuestra inédita ubicación es la infame rifa del avión presidencial, una reverenda vacilada que desencadena una secuencia de definiciones y sinónimos: Lo inédito, entendido como todo aquello que aún no se publica o se divulga implica también todo lo nuevo y lo desconocido cuya originalidad lo hace excepcional y extraordinario; pero en el territorio de lo inédito también residen los excesos que conducen al absurdo, a lo ridículo y extravagante.

Continuando con la secuela de sinónimos: Lo excepcional, es la rapidez con que se modificó la Ley Orgánica de la Lotería Nacional para rifar un premio que no admite fragmentaciones y que no se entregará al afortunado ganador. Lo insólito, es la preponderancia de este asunto en la opinión pública a sabiendas que es una burda distracción. Lo inaudito, es la fugacidad de los planes y de las soluciones a los problemas causados por la necedad y la insensatez. Lo inverosímil, es la distorsión de la aritmética en cenas guajiras que ofenden a la inteligencia.

Parecía improbable pero ya es una realidad. En este régimen, la secuencia histórica no representa ningún avance porque el rumbo de esta transformación nos conduce a un pasado nefasto. Pero lo increíble, por extraño que parezca, es la ausencia del equilibrio en el poder, que debe entenderse como el preámbulo del absolutismo. Merodeando en la explanada de lo extravagante, es inconfundible la figura dogmática de un gobernante que no admite réplicas ni cuestionamientos.  Recuerde que la polémica venta del avión presidencial surgió como una promesa de campaña cuyos costos e inconvenientes todavía no bastan para reconsiderarla.

Sea como fuere, debemos adaptarnos al entorno con singular alegría. Por eso, debemos reconocer que una de las bondades de lo inédito es la vigorización de la capacidad de asombro: cuando creíamos que ya nada podría sorprendernos, surge un caso insólito y una solución más exasperante que todo lo anterior. Y tras la sacudida neuronal provocada por la sorpresa, se reconectan las percepciones y se fortalece el filtro que discierne lo razonable y lo irrisorio; y así, sorpresa tras sorpresa, blindamos el hemisferio de la cordura contra todos los proyectos irrealizables, los planos de los castillos que se edificarían en el aire, las improvisaciones y las soluciones descabelladas…


miércoles, febrero 05, 2020

La transfiguración de los conceptos


Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Evelyn Beatrice Hall

En algún lugar dogmático, por los efectos de la intolerancia, se transfiguraron los ideales en una versión apócrifa de la ciudadanía y, eludiendo los límites de la cordura, se propaga el virus pernicioso del fanatismo…
   
A todas las revoluciones las precede un periodo de concientización cuya intensidad se revelará en el ejercicio de la ciudadanía en el nuevo régimen. Desde sus orígenes, la ciudadanía implica la pertenencia a una comunidad y las definiciones, los derechos y las obligaciones de un ciudadano obedecen la ideología inculcada, pero hay un límite: la ciudadanía, como atributo y como ideal, no admite radicalismos; como una convicción generalizada, la ciudadanía no debe distorsionarse en una creencia y jamás debe convertirse en un fanatismo político; como factor de identidad y pertenencia, la ciudadanía nos hermana y nos iguala, jamás debe exacerbar las diferencias.

A la instauración de la 4T le preceden 18 años de “concientización” a todo lo largo del territorio nacional con un discurso que confirmó, y sigue confirmando, la efectividad de la propaganda goebbeliana enardeciendo la frustración y el desencanto provocado en los regímenes anteriores. Y la orquestación no terminó con el triunfo electoral:  todos los días en las mañaneras y en los domingos provincianos, el mandatario propaga “slogans” con los matices de una homilía. 

Por eso ahora, la definición de ciudadanía toma un nuevo rumbo traspasando sus límites para transfigurarse en una militancia exacerbada; como suele suceder en los regímenes de ruptura, las convicciones se transforman en dogmas, las manifestaciones de la ciudadanía reflejan los excesos que la desvirtúan y aparecen los estragos del fanatismo en una población segmentada en sectores antagónicos.

La ciudadanía en la 4T se caracteriza por la intensidad de sus reacciones (y ofensas) a la crítica, por los desplantes de superioridad ante la oposición, por el celo con que defienden el dogma del régimen, por la ceguera selectiva que les impide percatarse de sus incongruencias, impericias y ocurrencias; pero ser morenista no es justificación para demeritar ni ofender a quienes sostienen opiniones distintas, y mucho menos, para denigrar a los animales en vulgares comparaciones.  

Y así, los barbarismos se instauraron en este régimen. Por eso, es imprescindible fortalecer los contrapesos y conservar la independencia de los órganos autónomos para evitar el advenimiento de un neoabsolutismo; hasta hoy, el ejercicio de la ciudadanía se limitaba a la inscripción en el registro electoral y a la emisión del voto, pero ahora, la ciudadanía debe manifestarse respetando las diferencias y la crítica, como el vínculo que nos une y nos identifica a los mexicanos más allá de filias y fobias que ahora nos separan. Ser mexicano, en la 4T y siempre, implica solidaridad con las causas justas y el ejercicio del pensamiento crítico para construir un país mejor, inmunizándonos contra el virus pernicioso del fanatismo…


miércoles, enero 29, 2020

Hitos del surrealismo democrático II


En algún lugar claroscuro se registran los vaivenes de los ideales; la retórica obedece al criterio imperante y por eso, algunos hitos se escriben con ética democrática y otros, con la perorata vergonzante de las tiranías… 
La elección presidencial en 1976 elevó el descaro a niveles exasperantes, revelando los rasgos vetustos del partido hegemónico. Era imperativo atenuar los estragos del presidencialismo absolutista: Jesús Reyes Heroles fue el artífice de la reforma de 1977 que instauró la figura de 100 diputados electos por el principio de representación proporcional, exclusivos para la oposición, garantizando un mínimo de pluralidad (1). La ciencia política analizó las causas y los efectos de esta reforma y describe al régimen de aquel entonces como una “dictablanda”, un gobierno autoritario que tolera la disidencia y la oposición, individual o colectiva para aliviar tensiones, pero sin alterar la estructura del poder, sin responder a la ciudadanía por sus acciones ni someterse al resultado de elecciones libres y competitivas.
A partir de entonces, la oposición y la disidencia deambularon en el espectro político pero restringidos por los límites de la simulación porque la autoridad encargada de la organización y vigilancia de los procesos electorales, encriptada en el Ejecutivo, intervenía en forma sesgada y decisoria a favor del partido del régimen (1). Esas circunstancias predominaban en las elecciones de 1988, cuando se suspendió el conteo preliminar de votos que favorecía al candidato opositor, Cuauhtémoc Cárdenas. El entonces secretario de Gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral, Manuel Bartlett Díaz, anunció la “caída del sistema”. ¡Sí! Es el mismo Bartlett que ahora es el titular de la Comisión Federal de Electricidad y que ha eludido la auditoría de la Secretaría de la Función Pública gracias a la protección de la bancada de Morena… justamente ahora, cuando creíamos que la dictablanda era un vicio erradicado.
La intención de estas columnas al recordar estos vergonzosos incidentes es reflejar los desvaríos y desplantes del autoritarismo cuando los tres poderes del gobierno se someten a la voluntad de un partido, o de su líder. Las comparaciones son odiosas, pero ahora, la comparación es inevitable: los vericuetos legaloides y la distorsión de las matemáticas permitieron que el partido en el gobierno acapare la mayoría de las diputaciones en una ofensa flagrante a los principios democráticos. Y precisamente así, con el control absoluto de las cámaras, la promulgación de leyes y/o reformas a las leyes, es un mero trámite para oficializar caprichos y ocurrencias, por descabellados que sean.   
Si el advenimiento de la Cuarta Transformación se describiera con los matices del realismo mágico, el relato concluiría así: “Todo lo escrito en las leyes es irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes y los partidos condenados a la soledad del poder no deben tener una segunda oportunidad sobre la Tierra.”


(1)       Julio Labastida Martín del Campo y Miguel Armando López Leyva.  México: una transición prolongada (1988-1996/97). Revista mexicana de sociología, vol.66 no.4. ISSN 0188-2503


martes, enero 21, 2020

Hitos del surrealismo democrático


“Parece necesario recordar que, en democracia,
el poder político siempre es limitado y se sujeta a la ley.”
Ciro Murayama

            En algún lugar claroscuro se registran los vaivenes de los ideales; la retórica obedece al criterio imperante y por eso, algunos hitos se escriben con ética democrática y otros, con la perorata vergonzante de las tiranías…  

            Dicen los que saben, que el lunes 20 de enero es el día más triste del año. Para algunos, el fin de las fiestas y el inicio de la cuesta de enero son motivo de tristeza; para mí, y para muchos ciudadanos en México, el motivo de la tristeza de este lunes es la amenaza a la autonomía del INE, el órgano ciudadano que ha organizado elecciones libres y auténticas logrando la alternancia y la erradicación del autoritarismo.  

            La reforma que está preparando el partido en el poder vulneraría la condición autónoma del INE en un retroceso brutal que se inscribiría en la larga lista de los momentos más vergonzosos en nuestra historia. Los hitos de la democracia en México son claroscuros de un ideal de largo aliento, algunos son una auténtica vergüenza, pero otros, motivo de optimismo; no voy a remontarme a la entrevista de James Creelman a Porfirio Díaz, me limitaré a rememorar los episodios que exhiben los excesos del poder como un surrealismo rampante en su máximo esplendor.

Este breve recorrido inicia en 1976 con una boleta electoral con un contendiente único, lo que exhibió la arrogancia de partido gobernante. En aquel entonces, la responsabilidad de organizar las elecciones recaía en la Comisión Federal Electoral presidida por el Secretario de Gobernación porque el órgano electoral dependía del poder Ejecutivo y cumplía con la doble función de calificar la elección y atender los caprichos del candidato como paladín del Ejecutivo.  José López Portillo fue el único candidato en la boleta electoral y fue postulado por el Partido Revolucionario Institucional, por el Partido Popular Socialista y por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana; el candidato del Partido Acción Nacional no contendió en  los comicios porque no alcanzó el porcentaje establecido en sus estatutos para la elección interna y los votos para los candidatos del Partido Comunista  Mexicano y del Partido Femenino se calificaron como nulos porque los partidos no tenían registro oficial.

Fuimos el hazmerreír mundial y el colmo del cinismo. La retórica del surrealismo registró este episodio así: “Muchos años después, en una entrevista a Enrique Krauze, el expresidente José López Portillo habría de recordar aquella tarde de julio en que, con un solo voto, el voto de su madre, ganó la elección”.

Este recorrido continuará en las próximas columnas. Por lo pronto, y en mi calidad de ciudadana, apegándome a los principios democráticos que me comprometí a observar desde que rendí protesta como consejera electoral, con la ética como argumento primigenio y según mi leal saber y entender, hago eco del llamado en defensa de la autonomía de la institución electoral; de no hacerlo, escribiríamos el próximo hito de la democracia con la perorata vergonzante de las tiranías...