domingo, julio 18, 2010

Daño colateral

En algún lugar del desconcierto, cuando el mensaje de la violencia se propaga en ondas expansivas, los efectos se agudizan en las estructuras deterioradas, y entonces, en una secuela incontenible: se derrumban los argumentos fallidos y aparecen los vicios ocultos…

Una de las prioridades de los atentados terroristas es la divulgación del miedo, y en una de las paradojas de la modernidad, la propagación del pánico se realiza a través de las incesantes notas informativas de los medios de comunicación masiva.

El atentado contra policías federales en Ciudad Juárez y el enfrentamiento entre el ejército y un comando del crimen organizado en Nuevo León emiten un mensaje que confronta a la fuerza pública; y la divulgación de los acontecimientos propicia un ambiente de indefensión que enfatiza la vulnerabilidad de la población civil.

Pero además, en este clima de violencia se producen daños colaterales. Con la difusión del atentado del crimen organizado se exhibieron también: el pánico que ha cundido en el calderonismo, la impericia y descoordinación de las autoridades y las inconsistencias en el manejo de la información.

La designación de un servidor incondicional en la Secretaría de Gobernación emite señales del pánico de Felipe Calderón, cuyo mandato pasará a la historia como el gran fiasco de la democracia.

Los enfrentamientos entre delincuentes y elementos del Ejército Mexicano en Nuevo Laredo, confrontaron también a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y a la Secretaría de Gobernación: cada dependencia emitió su propia versión de los hechos y en sus declaraciones cayeron en evidentes contradicciones.

El atentado en Ciudad Juárez exhibe la impericia en las investigaciones: en las primeras notas informativas la PGR no pudo establecer si el ataque se produjo con un coche bomba o con granadas de fragmentación. Dos días después, los peritos de la dependencia aún no determinaban cómo se perpetró el atentado: si el carro se desplazó hacia el convoy de policías federales, si se encontraba estacionado o si alguien lo conducía.

Al respecto, Francisco Blake Mora, el flamante relevo en la Secretaría de Gobernación, condenó la alevosía y la ventaja de los perpetradores del ataque a las fuerzas federales, y en el estricto cumplimiento de su deber, continúa repitiendo, al pie de la letra, el mismo discurso que le fue encomendado para defender lo indefendible, insistiendo en la implementación de una estrategia fallida en una cruzada que ha debilitado al calderonismo.

Cuando predomina el desconcierto y decepción, el nuevo secretario considera que la prioridad nacional se ubica en Reynosa, debido a la devastación por las inundaciones y los posibles desbordamientos.

Y así, los daños colaterales de la violencia y la devastación climatológica vulneran, aún más, a un régimen sustentado en una guerra sin cuartel, pero también sin rumbo ni estrategia; el calderonismo se legitimó en la “felipada”, esa cruzada contra el crimen organizado que ha rebasado la frontera de la crueldad para esparcir la zozobra bajo la bandera del terror.

En un sexenio cuya única prioridad ha sido conservar el poder, y por los efectos irreversibles de la Ley de las Causas y los Efectos, la ausencia de liderazgo y el vacío de autoridad provocaron una secuela incontenible en la que se derrumban los argumentos fallidos y aparecen los vicios ocultos…

domingo, julio 11, 2010

Hasta la próxima

“Se acabó.
El sol nos dice que llegó el final,
por una noche se olvidó
que cada uno es cada cual”
Joan Manuel Serrat

En algún lugar de la noche, conforme se extinguen los ecos de la fiesta resurgen los márgenes de la realidad que se diluyeron momentáneamente por el influjo de una quimera…

La fiesta del futbol que el mundo celebró en Sudáfrica se traslada a España, que según la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) es el país más feliz del planeta. El mundial de fútbol confirma, una vez más, que la humanidad necesita placebos para conservar alguna esperanza, por vana que parezca. Pero esa necesidad existencial es explotada por la industria del entretenimiento que logra acaparar la atención de todo el mundo en una confrontación deportiva diseñada para promoción de actitudes y la divulgación de estereotipos.

El predominio de la ética del lucro se manifiesta en la profesionalización, que debe entenderse como la capitalización de las habilidades y la comercialización de los esfuerzos. Los actuales modelos de excelencia predominan en el ámbito deportivo y son patrocinados por firmas comerciales o consorcios industriales.

Pero mientras millones y millones de personas siguieron los incidentes del Mundial de Fútbol en Sudáfrica, los grandes consorcios mediáticos incrementaron sus ganancias a niveles exponenciales. Porque los verdaderos vencedores son los organismos organizadores de la Copa Mundial de Futbol, las firmas que vendieron la transmisión de los 64 juegos y los patrocinadores que insertaron sus anuncios publicitarios durante la fiesta futbolera.

Del monto estratosférico de las ganancias generadas durante la Copa Mundial sólo una mínima parte favoreció al pueblo sudafricano durante la construcción de los estadios y la organización del evento. Los millones generados en la fiesta futbolera saldrán de Sudáfrica en cuanto los medios, los patrocinadores y los visitantes retornen a sus lugares de origen.

Y así, hasta el próximo Mundial y durante cuatro largos años, los medios masivos alimentarán la esperanza de quienes sueñan con el triunfo, y fortalecerán la quimera del juego como el único camino en el ascenso a la gloria. En un vulgar mercadeo venderán ídolos y exportarán los moldes de la excelencia y los modelos del éxito, guiando las ilusiones de un mundo necesitado de alegrías, capitalizando las dosis esporádicas de placebos existenciales que requiere la humanidad.

Porque ahora, como siempre y desde entonces, la gloria de los héroes y la fama de los ídolos son indispensables para sobrellevar los devaneos de la fortuna, para fortalecer las ilusiones cuando se hayan extinguido los ecos de la fiesta, cuando resurgen los márgenes de la realidad que se diluyeron momentáneamente por el influjo de una quimera…

lunes, julio 05, 2010

Retazos de suspiros y nostalgias

En algún lugar del olvido, en el desierto de las esperanzas, se confrontaron la visión de las promesas y el desencanto de las realidades; y por eso, en el inmenso valle de la pobreza se respira un aire que condensa los suspiros de la desesperación…

El agro mexicano se relegó en las políticas públicas cuando los postulados de la Revolución mexicana se disolvieron en un complicado mecanismo burocrático cuya prioridad era la industrialización. Las expectativas generadas en la lucha revolucionaria se perdieron entre promesas postergadas y trámites extendidos a perpetuidad.

Desde entonces, el olvido de un estado centralista hacia las fuerzas vivas que intervinieron en la gesta revolucionaria ha provocado una pobreza creciente en el entorno rural. El olvido, la desolación y la escasez que predominan en el campo mexicano trascendieron las colindancias de los ejidos y las parcelas y se trasladaron al ambiente literario de la mano de Juan Rulfo.

La visión crítica de Rulfo recorre todos los atajos y recovecos de la geografía humana, deambula por toda la tierra que se puede abarcar con la mirada: desde el valle de la Media Luna hasta Luvina, y de ahí hasta el Paso del Norte. La percepción de Rulfo fue contundente y desafiante porque proyectó la realidad lacerante del México rural, una imagen que contradijo los postulados y los mitos nacionalistas de los regímenes revolucionarios, y que desmintió la versión oficial de la historia.

Entre melancolías y murmullos, con el lenguaje y las realidades del pueblo, Rulfo relata historias sin principio ni fin, describe paisajes donde el tiempo se ha detenido donde la justicia social aún no llega. Porque ahora, en el centenario de la Revolución mexicana, cuando la democracia aparece como el desenlace inevitable de la historia nacional, aún predominan la desalación y el olvido narrados por Rulfo hace cincuenta y cinco años. Lejos de saldarse, la deuda con los trabajadores de la tierra se incrementa.

El desenlace de aquel movimiento que involucró a la ciudadanía es una decepción galopante, emanada de todos los niveles de gobierno y de los tres poderes del estado mexicano, cuyo funcionamiento depende de una minoría cada vez más distante del pueblo.

Las imágenes y las historias de Juan Rulfo han perdurado por los matices de su autenticidad, el mensaje sigue latente, por eso, lo invito a recorrer de nuevo los senderos de Comala para escuchar los murmullos de la desesperanza que se niegan a morir.

Si se envalentona, descubrirá una sensación que se perpetúa y se expande en el desierto de las esperanzas. La cita es el próximo jueves 8 de julio a las 7:00 PM en el Café literario dentro del ciclo “Los Imprescindibles” del ICBC. Yo lo estaré esperando ahí, junto al Teatro del Estado, muy cerca del desierto de las esperanzas, donde aún se respiran retazos de suspiros y nostalgias…