domingo, octubre 31, 2010

El gran mexicano

En algún lugar del paisaje urbano entre los avatares y las ironías del destino, los auténticos próceres luchan por una vida mejor, y envestidos de una determinación heroica, realizan cualquier sacrificio y solventan las carencias para alcanzar una oportunidad…

El programa de festejos del bicentenario de la guerra por la independencia nacional y del centenario de la revolución mexicana ha producido una serie de eventos fulgurantes y campañas insulsas, fiestas multitudinarias y espectaculares que no han cumplido con el objetivo esencial de una conmemoración: incidir en la memoria y despabilar las conciencias para repensar el porvenir.

Para el bicentenario de la independencia se produjo una telenovela histórica con una versión alterna de la historia oficial; la noche del grito derivó en un espectáculo pseudo-popular de luces y sombras en el zócalo; el proyecto Iniciativa México es un fatuo concurso de popularidad y recientemente inició el debate para encontrar al mejor mexicano de todos los tiempos. Esas conmemoraciones mediáticas sólo cumplieron con el dogma de la industria del entretenimiento: narcotizar las conciencias presentando ficciones para evadir la realidad y, debo enfatizar, mientras más extensa es la multitud cautiva, el mensaje mediático será más idiotizante.

Pero la extensa cobertura mediática no es absoluta ni es total: al margen de la farándula, indiferente al discurso tendencioso y perverso de los medios masivos, sobrevive, lucha y se esfuerza todos los días el auténtico prócer mexicano: este héroe sí es una figura nacional porque fusiona la valentía de todos los ciudadanos que día a día se parten el alma por solventar el costo de la vida.

La gran mexicana sale a trabajar y al volver a casa emprende una segunda jornada de trabajo, asume la responsabilidad de formar a los hijos y nunca le rinde el tiempo pero jamás pierde el ánimo ni la entereza. El gran mexicano recorre tediosos trayectos en el transporte público, cobra un salario mínimo, trabaja después de la jornada laboral, hace verdaderos milagros con sus fuerzas y su presupuesto para solventar las necesidades de su familia y dar a los hijos lo que él no tuvo. El gran mexicano es el joven que se esfuerza por aprovechar las oportunidades del sistema educativo, que armado únicamente con su talento, dedicación e inteligencia se dispone a emprender la construcción de su destino en una sociedad estratificada por el lucro.

El gran mexicano vive entre nosotros y en cada uno nosotros. La mexicanidad debe entenderse como la determinación de ser mejores, solidarios, honestos y generosos, es la convicción de merecer y exigir lo justo que sobrevive al desencanto causado por una perniciosa y deleznable clase política. El gran mexicano no es una estrella de televisión ni el campeón en un concurso de popularidad, pero es un héroe auténtico, porque realiza cualquier sacrificio y soporta las carencias para alcanzar una oportunidad…

domingo, octubre 24, 2010

Desaforadamente

En algún lugar sombrío, junto al sepulcro de los ideales nacionalistas, en una cripta decadente yacen las letras muertas de la legislación mexicana; y ahí, bajo la lápida del olvido reposa el espíritu de la justicia…

Dicen los que saben, que la teoría y la práctica están separadas por un rango sinuoso y ambiguo, que en ese lapso esquivo deambulan ansias perniciosas y ambiciones perversas, que por eso, en el trayecto del pensamiento a la acción suelen distorsionarse los ideales y que es ahí donde se derrumban las utopías.

El fuero constitucional, el aura legal que actualmente protege a los legisladores ha sido alterado por el mal uso de ese privilegio. Originalmente, el fuero protegía al recinto legislativo y lo hizo inviolable para garantizar el ejercicio libre y pleno de la libertad de expresión de todos los integrantes del Congreso. Gracias al fuero, todos los legisladores podían externar sus opiniones, debatir y expresar sus ideas aunque fueran contrarias al criterio dominante, sin el temor de represalias o castigos. El motivo primigenio del fuero es la defensa y custodia de la libertad de expresión, y en esa lógica, únicamente las ideas trascienden el ámbito judicial, porque el fuero es una burbuja intangible que ampara y protege elementos abstractos como las convicciones y los idearios partidistas; luego entonces, los actos u omisiones de los legisladores tipificados como delitos, por su naturaleza concreta y deleznable no deben incursionar en el ámbito del fuero.

La interpretación tendenciosa de esta figura legal propició el mal uso, el abuso y el exceso del fuero constitucional: hoy por hoy, los legisladores no proponen, no debaten, no argumentan en el Congreso, porque el libre ejercicio de la libertad de expresión ha degenerado en arengas vulgares, en peroratas soeces y diatribas estériles, que deberían castigarse. Llevan el fuero al extremo opuesto de su significado: desaforar significa excederse, eludir todas las medidas y mesuras; así, desaforadamente, los flamantes legisladores ejercen la beligerancia, abusan de sus privilegios, alegan sin control y reducen las funciones legislativas a episodios exacerbados.

Un alegato que se ha extendido a niveles esquizofrénicos es el desafuero del diputado Julio César Godoy Toscano, sobre quien pende la acusación de asociación delictuosa y lavado de dinero. Sus compañeros de bancada, que eludieron las medidas de seguridad para que Godoy Toscano rindiera protesta como diputado, se deslindaron de este polémico personaje y lo expulsaron del partido que lo llevó a la curul, pero ejerciendo desaforadamente el fuero no le retiraron esa protección.

Si alguna vez en la teoría política, el fuero propició la libertad de pensamiento y expresión, ahora en la práctica, es el refugio de una mediocre minoría con escasa autoridad moral que viola, elude y sepulta las leyes en la cripta decadente donde yacen las letras muertas y reposa el espíritu de la justicia…

domingo, octubre 17, 2010

El arco del tirunfo

En algún lugar de la prepotencia, en el territorio inhóspito de la heroica República del Gandallismo pululan los energúmenos infrahumanos que envestidos de cinismo se pasean bajo el Arco del Triunfo…

En los albores de la civilización, cuando el poder se adquiría luchando, invadiendo y conquistando, la admiración y la gratitud de los pueblos condujeron a la exaltación de las victorias militares; ese fue el origen de los arcos triunfales que honraban a los generales romanos.

Pero nada es para siempre. Y los héroes son cada vez más escasos y las victorias militares son devastadoras y deleznables. Y la gloria excelsa de los héroes victoriosos que desfilaron ante la aclamación popular ha devenido en un eufemismo que describe una vulgar costumbre de la clase política que ejerce el atributo auto-conferido de burlar las leyes. Ungidos con la impunidad, esta élite aborrecible posterga, elude y burla las leyes. Desfilaron por el Arco del triunfo los preceptos jurídicos ignorados y eludidos por todos los involucrados en la misteriosa aparición en el Congreso del diputado Julio César Godoy, en la descarada ceremonia de su toma de protesta y en la asunción del fuero que ahora lo sobreprotege.

Deambula por arcos triunfales la procuración de justicia, demeritada por todos los que usan, y abusan, del poder judicial para defender intereses partidistas , reduciendo la procuración de justicia a la ejecutoria de los caprichos y obsesiones del Ejecutivo. Vgrs: Las controversias interpuestas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación por la Procuraduría General de la República impugnando la constitucionalidad de la despenalización del aborto, del matrimonio entre personas del mismo sexo y del derecho de adopción por parejas homosexuales, entre otros casos, exhibe a este órgano como un apéndice del ejecutivo, como la espada de fuego que defiende al criterio obtuso y anacrónico de una elite que no gobierna, administra.

La pasarela triunfal se repite una y otra vez, trastornando varios rubros del erario y en circunstancias tan inverosímiles como el carnaval deportivo montado en el Paseo de la Reforma para conmemorar el bicentenario de la Independencia que reprodujo la estampa de una república bananera extraída del surrealismo; dicen que el gran ausente fue Melquiades con su exhibición de hielos danzantes.

Hoy por hoy, la parte siniestra de la condición humana ha derrotado a los afanes sublimes, y ahora, lo que alguna vez representó el agradecimiento y la honra de los pueblos se interpreta como una vulgar costumbre de eludir las leyes y pitorrearse de ellas, porque es aquí, en el territorio inhóspito del Gandallismo donde pululan los energúmenos infrahumanos que envestidos de cinismo pasan por el Arco del Triunfo todo aquello que juraron respetar y defender…

domingo, octubre 10, 2010

El exilio de la imaginación

“La libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.
ONU. Declaración universal de los derechos humanos

En algún lugar irreverente e inmune a los dogmas, las ilusiones adquirieron un matiz sublime y se transfiguraron en convicciones que se dispersaban por la rosa de los vientos; pero el canon del lucro erradicó la propensión a soñar, y ahora, la imaginación yace en el exilio del olvido, marginada por una cruel materialidad…

En la segunda mitad del Siglo XX, en una época de estigmas y prejuicios socialmente arraigados germinó la semilla de la irreverencia y floreció la contracultura como una expresión auténtica que divulgó la necesidad de recuperar la esperanza de un mundo mejor. Aquel mensaje de la irreverencia alteró un estilo de vida sustentado en un estereotipo de progreso que asimilaba la felicidad con la adquisición de electrodomésticos y se confrontaron visiones del mundo totalmente contrarias. Aquellos irreverentes de los 60`s y 70`s protagonizaron un movimiento social contra los criterios dominantes que manipulan las pautas de conducta de las multitudes.

Hoy por hoy, cuando se celebra en todo el mundo el septuagésimo cumpleaños de John Lennon, autor de las protestas más dulces que se han escuchado sobre la faz del planeta, la sombra de los totalitarismos se cierne de nuevo sobre la humanidad acallando la crítica de los disidentes y consolidando fundamentalismos.

Vgrs: El Premio Nobel de la Paz se le otorgó al disidente chino Liu Xiaobo por su lucha no violenta y duradera por defender los derechos humanos. Y en un cruel contraste, mientras el portavoz del galardón afirmaba que "la cercana relación entre derechos humanos y la paz es un requisito para la fraternidad entre las naciones", el gobierno chino calificó como una “blasfemia” la concesión del Nobel a un disidente encarcelado.

Y en México, en un régimen que demerita el laicismo y pretende legislar desde un púlpito, debemos tolerar los exabruptos de energúmenos infrahumanos que abusan de su posición privilegiada para condenar y satanizar todo lo que no coincide con su obtusa percepción del mundo. El flamante gobernador de Jalisco, el panista rampante Emilio González Márquez, lanzó una perorata insufrible pletórica de prejuicios inflamados contra el matrimonio de homosexuales. Durante la inauguración de Segunda Cumbre Iberoamericana de la Familia, el gobernador, asumiendo la investidura apócrifa de un líder moral dijo que todavía le provoca “asquito” el matrimonio entre personas del mismo sexo. En el mismo evento y desde el mismo pódium, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez pregonó que la familia es un don divino y el mejor regalo para el hombre.

Si alguna divinidad le ha regalado algo a los seres humanos, ha sido la curiosidad intelectual y el libre albedrío, que se manifiestan en la aspiración por un mundo mejor donde se reconozcan la dignidad intrínseca y los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, ahora sometida por el lucrativo canon dogmático que erradicó la propensión a soñar y por una cruel materialidad que condenó a la imaginación al exilio del olvido…

domingo, octubre 03, 2010

Propaganda elemental

“Después de todo, ¿qué son un cuadrado y un círculo?
Son meras palabras, y las palabras pueden moldearse
hasta disfrazar las ideas”. Joseph Goebbels


En algún lugar de la condición humana existen pautas de conducta inalterables, reacciones que permanecen intactas desde la oscuridad de los tiempos; y por eso, los conceptos que las describen y las técnicas que las manipulan siguen vigentes…

Hoy por hoy, en el umbral de la sociedad del conocimiento, los principios y las técnicas de la propaganda configurados por Joseph Goebbels, y exitosamente comprobados por Adolf Hitler, siguen vigentes. Su ejecución constante en el entorno político y su desmesurada aplicación en la sociedad de mercado han generado el anglicismo híbrido “marketing político” que se caracteriza por el ejercicio superlativo y despiadado de los principios de Goebbels.

El primero de esos principios es la ley de la simplicidad: “A fin de conseguir la mayor efectividad, el mensaje debe ser lo más sencillo posible para que todos y cada uno de los individuos sean capaces de comprenderlo, sin exigirles demasiado esfuerzo. Debe ser breve y claro, elaborado con frases sencillas y enunciaciones primarias. Conviene,
por lo tanto, reducirlo a slogans y símbolos”.

La influencia de la propaganda se expande en la cultura de masas y el discurso político se reduce a mensajes simples y breves que serán transmitidos repetidamente hasta que los ciudadanos lo asimilen y lo integren a su percepción de la realidad.

La ley de la simplicidad se ejecuta consuetudinariamente y el ejemplo más claro y reciente, es la difusión mediática de las acciones de gobierno emprendidas en Baja California, campaña que fue justificada por José Guadalupe Osuna Millán al concluir su III Informe cuando al referirse a la construcción de hospitales públicos en su gobierno declaró que es necesario repetirlo hasta que todos los ciudadanos lo entiendan.

La ejecución de la ley de la simplicidad atenta contra la conciencia colectiva, ofende a la inteligencia de todos aquellos que se percatan de este vulgar manipuleo de la opinión pública; pero afortunadamente, aún se cumplen los principios de la ley de la causa y efecto, y ahora como siempre y desde entonces, la fabricación de falsos consensos, como una acción nefasta, desencadena una reacción en el raciocinio y se articula el mecanismo de la disidencia.

En una de tantas paradojas de la posmodernidad, las tecnologías de información y comunicación consideradas como el vehículo que conduciría a la democratización del conocimiento, son el medio idóneo para actualizar aquellos principios elementales de la propaganda creados para distorsionar la percepción y esclavizar la voluntad de la multitud.

Y así, en este proceso perpetuo y sobre la tensión entre la propaganda y la reflexión, las percepciones se confabulan y se desvanecen en la legendaria crónica del mundo, porque desde la oscuridad de los tiempos, en la condición humana predominan pautas inalterables y las técnicas que las manipulan siguen vigentes…