domingo, agosto 29, 2010

El retorno de los vencidos

En algún lugar de la agenda presidencial, entre los fracasos y las obstinaciones, está marcado con el color del desconcierto el primer día en el declive del régimen; a partir de entonces, se desgasta paulatinamente la aureola del poder total y se enardecen las voces beligerantes de la venganza…

El castigo fue el factor determinante en las elecciones del 4 de Julio y sus secuelas son la reconfiguración del poder y el clima de represalia que impregna el ámbito político. El rotundo fracaso de la cruzada de Felipe contra el crimen organizado y la ineficiencia de las políticas públicas influyeron en los resultados electorales. Los pocos electores que acudieron a las urnas lo hicieron convencidos de hacer valer su rechazo al régimen actual y emitieron el voto de castigo.

En estas circunstancias resurge con fuerza la voz de los vencidos, ahora vencedores, con la firme determinación de exhibir los excesos, las carencias e impericias del Calderonismo. El tiempo restante del sexenio estará marcado con el mismo color de la beligerancia con que hace leña del árbol caído. En esta lógica vengativa, los legisladores que alguna aprobaron el cambio en el formato de la ceremonia del informe presidencial por considerarlo anacrónico y obsoleto, ahora pretenden una contra reforma y volver al formato anterior.

La modificación del formato evitó la incómoda confrontación del ejecutivo y el legislativo en el mismo recinto, eliminó cualquier posible interpelación ofensiva, reclamos de la macuarrencia opositora y reproches de la disidencia durante la lectura de la glosa del informe, marcó el final del besamanos, la foto y el baño de pueblo como protocolos oficiales instituidos durante el Priato. Pero aquella reforma también dio pauta a una ceremonia alterna en el ámbito exclusivo y excluyente del panismo rampante, inaugurando el protocolo de lisonjeo y genuflexión de la nueva aristocracia mexicana.

Y el insufrible desencuentro con el legislativo se sustituyó con una intensa campaña invasiva en los espacios de entretenimiento promoviendo los logros del sexenio en mensajes prefabricados en escenarios ficticios y situaciones inverosímiles.

Hoy por hoy, ante el declive del calderonismo en todos los ámbitos de su incompetencia, cuando los vencidos revirtieron la derrota se aprestan a cobrar la afrenta. Desafortunadamente para la ciudadanía, la venganza de los vencidos se conjura en el ámbito legal, donde las minorías deciden el futuro de las mayorías.

El vulgar manipuleo de la legislación para satisfacer resentimientos partidistas exhibe la inmadurez de la clase política; al dilapidar el carácter imparcial de las leyes en represalias iracundas retrocedemos a la época del absolutismo, que debimos haber abandonado hace muchos años y que resurge ahora, cuando se desgasta paulatinamente la aureola del poder total y se enardecen las voces beligerantes de la venganza…

domingo, agosto 22, 2010

El flagelo de los dogmas

“Son los sueños los que sostienen al mundo en órbita. Por eso el cielo es el resplandor que hay dentro de la cabeza de los hombres, si no es la cabeza de los hombres, el propio y único cielo”.
Memorial del convento. José Saramago


En algún lugar profano, en la sección de los Olvidos en el Archivo General de la Ignominia, se preserva el Almanaque de los Estigmas, una de las obras más excelsas de la memoria humana que compendia todas las aberraciones, las perversidades y las malevolencias cometidas bajo la aureola de la virtud…

La intolerancia es una de las evidencias de la congénita predisposición humana al dominio, se manifiesta en actos u omisiones grotescos, exterioriza y ejecuta los razonamientos siniestros que se generan en el rincón más obscuro y retorcido de mentes enajenadas y corrompidas.

Existencialmente, la intolerancia proviene de la orfandad humana, de la necesidad de explicar el mundo con mitos y dogmas; la socialización de los dogmas deriva en imposiciones de índole moral que suelen exacerbarse por el matiz del poder. Por el influjo de los credos se trazaron las fronteras del pensamiento y las distinciones de naciones y pueblos.

Cuando las doctrinas moralizantes extinguen el raciocinio alcanzan los peligrosos niveles del fanatismo, que al fusionarse con ideologías políticas radicalizadas producen una implosión expansiva mejor conocida como fundamentalismos.

En el extremo fundamentalista se ubican los jerarcas que se adjudican la autoridad moral para dictar los decálogos excluyentes, imponen rasgos xenofóbicos y erigen los estigmas que habrán de marginar a quienes son, actúan o piensan diferente.

Los episodios más aborrecibles de la historia universal se distinguen por el flagelo degradante de los estigmas, por la exclusión y la marginación en función de un dogma proclive a los grupos dominantes.

La manifestación más reciente de la intolerancia dogmática fue la declaración del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien aprovechando la posición del clero en un estado que ha demeritado al laicismo, usurpando el derecho de intervenir en el ámbito político de México, desaprobó la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que avala la constitucionalidad de los matrimonios de parejas homosexuales.

Los privilegios que el clero ha recuperado en un Estado laico exhiben la configuración de un moderno fundamentalismo. Por eso, la ley será el único argumento capaz de desarticular el andamiaje de fanáticos en los círculos del poder. Este vergonzoso episodio exhibe los remanentes de la dominación dogmática que aun someten a los mexicanos.

Los pueblos nativos del territorio mexicano fueron sometidos por el peso flagelante de la evangelización; en un degradante episodio de la historia nacional, los ciudadanos se confrontaron en una de las guerras civiles más cruentas y salvajes que encumbró a los sinarquistas.

Por el bien común y para evitar la amenaza de la segregación, el curso jurídico de este incidente deberá restablecer la distancia entre el ámbito religioso y el político y resarcir la independencia del Estado de cualquier dogma, porque todas las aberraciones, las perversidades y las malevolencias ha sido cometidas bajo la aureola de la virtud…

domingo, agosto 08, 2010

Las aristas del silencio

Revelar al mundo algo que le interesa profundamente y que hasta entonces ignoraba, demostrarle que ha sido engañado en algún punto vital para sus intereses temporales o espirituales, es el mayor servicio que un ser humano puede prestar a sus semejantes”.
Jonh Stwart Mill


En algún lugar del progreso, cuando la industria acaparó todas las utopías, mientras se esparcía un mensaje que adormecía las conciencias, surgió la convicción de buscar y difundir la verdad…

En los albores de la Modernidad, el periodismo se erigió como el contrapoder del sistema político, como el garante de la democracia y de la libertad de expresión. Sin embargo, en una paradoja del progreso, la propagación de las telecomunicaciones provocó que los consorcios mediáticos controlaran el imaginario colectivo; actualmente, los medios manipulan la opinión pública, pueden despertar pasiones apócrifas o generar un desprestigio infundado: las multitudes repiten irreflexivamente las versiones de los acontecimientos divulgadas por la industria mediática.

Pero aún ahora, bajo el imperio del cuarto poder y ante el contubernio de los poderes fácticos que ha ensombrecido la realidad, el periodismo conserva su esencia ética y ejerce su responsabilidad social a pesar de los riesgos implicados.

El lunes 26 de julio fueron secuestrados cuatro periodistas en Gómez Palacio, Durango, después de cubrir la información sobre la corrupción en el penal de la ciudad, donde los reos salían en la noche para asesinar personas con el “permiso” de la titular del centro de readaptación, Margarita Rojas Rodríguez.

El gremio periodístico se solidarizó al denunciar el secuestro de sus colegas y por la presión que ejercieron, el gobierno federal intensificó la búsqueda de los reporteros secuestrados. Días después fueron liberados y una semana más tarde se logró la captura de los secuestradores. Sin embargo, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) señaló que estas aprehensiones “representan una inusual y rápida respuesta por parte de las autoridades de un país donde 90% de crímenes contra la prensa no se resuelven”.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, indica que desde el año 2000 a la fecha, 67 periodistas han muerto y 11 continúan desaparecidos, en hechos vinculados a agresiones y amenazas que permanecen impunes.

La contundencia de esta versión inédita de la realidad movilizó a reporteros, camarógrafos, fotógrafos y demás trabajadores de radio, medios impresos y televisión en la Ciudad de México y en varios estados del país, para exponer su reclamo al gobierno federal. Marcharon esgrimiendo el silencio como protesta, exigieron el respeto al ejercicio de la libertad de expresión, el cese de los actos de violencia, intimidación y acosos contra los profesionales de la información en todo el país. Y en la arista más filosa del silencio advirtieron: “Matando un periodista, no se mata la verdad”.

La trascendencia de esta protesta elude las imposiciones y la censura de los grupos dominantes, y debe entenderse como la defensa al derecho inalienable de los seres pensantes al ejercicio de la crítica.

En la aldea global, donde el pensamiento tiende a uniformarse por la emisión de mensajes que adormecen las conciencias, la crítica es un imperativo moral, es la negación al acatamiento irreflexivo, la única construcción racional que no corre el riesgo de totalizarse ni de convertirse en un dogma, y la convicción de buscar y difundir la verdad…

sábado, agosto 07, 2010

Energumenos posmodernos

En algún lugar del planeta, en el principio de los tiempos, cuando la sobrevivencia era el objetivo de todos los esfuerzos del hombre apareció el trabajo; y desde entonces, ha sido el factor imprescindible y determinante en la condición humana…

Desde siempre, el trabajo ha sido la vocación vital y auténtica que hizo del hombre un ser consciente del mundo en el que vive; por el efecto del trabajo, el hombre ha transformado el entorno en su beneficio, dominando y la explotando a la naturaleza, construyó la sociedad buscando el bien común y emigró emprendiendo una travesía interminable con el afán de sobrevivir. Y así, todos los rincones del planeta se poblaron por los movimientos migratorios.

Hoy por hoy, la carga existencial y genética del hombre permanece intacta: el trabajo y la migración aún determinan pautas de conducta. El trabajo es la condición indispensable para la subsistencia, el dominio es el impulso del mecanismo social y la migración es la única vía para escapar de un entorno desolado y hostil.

Como portadores del gen de la sobrevivencia, los hombres trabajan, dominan el entorno y a sus semejantes, y emigran movidos por la esperanza o la disidencia. La historia de la humanidad es una secuencia cíclica de las manifestaciones instintivas que confrontan a los débiles con los fuertes, a los sumisos con los dominantes. Pero en algún desafortunado momento, las edificaciones sociales alteraron el legado existencial; en un recoveco del progreso, la ética del mercado desplazó al bien común, el trabajo se incorporó a las estrategias del dominio y perdió su cualidad humanizante al denigrarse en explotación, y en esa distorsión de los valores, la migración dejó de considerarse una inquietud innata del hombre al tipificarse como una trasgresión.

En el capítulo más reciente de la historia, el 29 de Julio del 2010 en Arizona, resucitaron los instintos que se creían extintos: ante la necesidad de sobrevivir se impuso el dominio irracional y exacerbado de los energúmenos posmodernos. Detrás de las expresiones xenofóbicas y racistas en Arizona yace la convicción de los individuos que se asumen como especímenes superiores. Y amparados en esa superioridad se adjudican el poder para castigar las diferencias, de cualquier índole: étnica, religiosa o política.

La aplicación de la Ley UB1070 que criminaliza la permanencia ilegal de extranjeros en Arizona es la evidencia irrefutable de la carga instintiva que aún controla las acciones de los hombres. En una aberrante imposición, los constructos sociales erigidos por el imperioso mandato dominio deshumanizante se imponen a la condición humana. La Ley antiinmigrante constituye un lamentable, y aberrante, retroceso; es una disposición contra la naturaleza primigenia de los pobladores de este planeta, que fomenta la cosificación de los individuos, la materialización de las necesidades existenciales y el derrumbe del humanismo, esa esquiva cualidad que surgió en el principio de los tiempos…