domingo, noviembre 28, 2010

Pedestales vacíos

“La ironía es sana en cuanto libera al alma de las trampas de la relatividad;
es una enfermedad que desencadena la intolerancia por lo absoluto,
y sin embargo esta enfermedad es una fiebre endémica
que sólo contraen contados individuos, y que superan todavía menos”.
Kierkegaard


En algún lugar de la irreverencia, cuando la ironía invade el recinto sacrosanto de la Historia: se derrumban las solemnidades, los ídolos abandonan los pedestales y los héroes se despojan de su envestidura…

Dicen los que saben que sólo sobrevive en México quien aprende a reírse de él, que las solemnidades encubren redes de complicidades, que la visión crítica de la historia implica despojarla de los artificios porque las versiones oficiales son los mitos del poder.

La celebración del centenario del inicio de la Revolución mexicana tuvo el mismo impacto que una llamarada de petate, y desafortunadamente, se desvaneció la posibilidad de mirar nuestro pasado desde la perspectiva de la crítica. Es justamente ahora, en la parafernalia de los festejos patrios y entre las solemnidades cívicas cuando se percibe la ausencia de autores como Jorge Ibargüengoitia.

Ajeno a élite cultural y en las antípodas de la intelectualidad orgánica, Jorge Ibargüengoitia dejó un breve compendio de las incongruencias de la condición humana que han sido elevadas a epopeyas nacionales, de personajes que perdieron sus temores y sus defectos cuando fueron idealizados como héroes, de los giros intempestivos del destino con que hilvanaron la versión oficializada de la historia.

Desde la frontera de la ficción literaria y esgrimiendo la ironía en todos sus matices y bemoles, Ibargüengoitia logró desmitificar la historia oficial, y por eso, fue un autor incómodo en el Priato y su obra no gozó del reconocimiento que merecía en su tiempo. Pero tarde o temprano llega un momento en que el talento es incontenible e irrefutable, hoy por hoy, la obra de Jorge Ibargüengoitia tiene el único prestigio que anhela un autor auténtico: la aceptación y el reconocimiento de sus lectores.

En su novela Los relámpagos de agosto, Jorge Ibargüengoitia retrata a los caudillos revolucionarios y a la naciente clase gobernante en el preciso momento en que el proceso revolucionario se convirtió en todo aquello que combatía. En esta novela, la ironía constituye una reacción ante el mundo y el cuestionamiento de los códigos de poder institucionalizados y legitimados en los ámbitos político, histórico y social.

Los efectos de la ironía se producen cuando Jorge Ibargüengoitia proyecta una perspectiva desde la cual la historia es percibida como una secuencia excéntrica y pletórica de las paradojas de la condición humana que derrumba las solemnidades arcaicas, hace descender a los ídolos de sus pedestales y despoja a los héroes de su sacrosanta envestidura oficial…

domingo, noviembre 21, 2010

Mitología nacional

“El sueño es la mitología privada del durmiente,
y el mito, el sueño despierto de los pueblos”.
Paul Ricoeur

En algún lugar de la edificación social, en la cúspide donde se concentra el poder, se configuran los mitos fundacionales y en torno a los símbolos del patriotismo surge la identidad y se consolida la conciencia social…

De todos los seres vivos que habitan el planeta, la especie humana es la menos favorecida anatómicamente, la única habilidad que le ha permitido sobrevivir y dominar a las demás especies es el pensamiento abstracto y la capacidad para organizarse en grupos, cada vez más numerosos.

Por eso, todas las sociedades se erigen en torno a los mitos, del origen común emergen los baluartes de la identidad social, y al interpretar la realidad surgen los símbolos y los ritos que cohesionan a los pueblos. Las banderas, los himnos, los héroes, son materializaciones del sentido de pertenencia, de la lealtad y solidaridad a los congéneres.

Suele suceder que la reconfiguración de un estado se expresa en una nueva bandera, en una visión diferente del pasado y nuevos modelos de excelencia. En esta lógica deben entenderse las tibias modificaciones que ha provocado la alternancia en el poder en el estado mexicano, como lo fue la alteración del escudo nacional.

Y ahora, cuando se conmemora el centenario de la gesta revolucionaria que definió el curso del siglo pasado en México, el partido en el poder converge hacia el conservadurismo y no coincide con la visión sacralizada del movimiento revolucionario. Hoy por hoy, se edita y se reescribe la versión oficial de la historia diseñada durante el Priato. Algunos héroes bajarán del pedestal mientras otros personajes adquieren una inusitada importancia. Este es el caso de Francisco I. Madero, el prócer que ha sido ensalzado y glorificado por el panismo rampante. Y bajo esta perspectiva, la dictadura de Porfirio Díaz se despoja de los matices tiránicos y despóticos que el Priato le adjudicó.

El desdén del panismo por el fervor revolucionario que predominó durante los 70 años del Priato es evidente y el mito fundacional panista tiene por objeto erigir nuevos héroes y divulgar una versión alterna de la historia que enfatiza la figura aventurera y advenediza de los caudillos revolucionarios que arrebataron a la aristocracia el control del país.

Los sacrosantos postulados de la Revolución mexicana permanecerán en el cajón de los olvidos de una oficina burocrática, en el mismo lugar donde fueron relegados por los regímenes post-revolucionarios que se apartaron de la senda gloriosa de la justicia social. Las circunstancias no son diferentes de las que predominaban hace un siglo, la pobreza se expande y la nueva aristocracia lucra con la riqueza nacional, el desencanto se generaliza y los mitos fundacionales se reconfiguran para condicionar la conciencia social e instaurar una nueva identidad…

domingo, noviembre 14, 2010

Llamaradas de historia

En algún lugar de la noche, la historia resurge en llamaradas y el nombre de la patria se escribe con luces danzantes, pero la parafernalia del pasado ostenta un vicio y en una disimulada ausencia se elude la versión de los vencidos…

Los regímenes emanados de la Revolución Mexicana edificaron a los ídolos y a los caudillos de la historia oficial, crearon las estampas de un paisaje campirano como sinónimo del nacionalismo, construyeron mitos y los divulgaron a través del arte y la educación en murales y películas, en libros de texto y monumentos, en festejos solemnes y desfiles. Ahora, cuando los sacrosantos postulados revolucionarios se han desvanecido, en plena globalización y sometidos a los designios del mercado, la propagación del patriotismo es un argumento más en la industria del entretenimiento.

La celebración del centenario del inicio de la Revolución mexicana se extenderá durante diez días de Noviembre y el zócalo capitalino se estremecerá con el espectáculo multimedia “Yo México”, organizado por la Secretaría de Educación que pagó 270 millones de pesos por este espectáculo de tecnología de punta que se presentará del 11 al 23 de noviembre cuando se proyectarán imágenes alusivas a la Revolución mexicana sobre las fachadas de la Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional y los edificios del Gobierno del Distrito Federal.

El movimiento de las luces enfatiza los episodios de la historia y en una mega pantalla se proyectan los destellos de la memoria colectiva de un pueblo acostumbrado a las letanías del pasado oficial, porque ahora, doscientos años de historia se transforman en una secuencia de imágenes fugaces que disfrazan la carencia de contenido en el mensaje. Como todos los eventos en la industria del entretenimiento, esta es una experiencia exclusivamente sensorial: los espectadores perciben las luces, las sombras y el sonido y se conmueven pero no reflexionan. Cuando el espectáculo concluye se extingue el pasado y en el recuerdo de los espectadores permanecen solamente los efectos visuales del espectáculo.

Y al día siguiente, las epopeyas retornarán a los libros que no se leerán, los héroes incomprendidos esperarán la justa reivindicación y las lecciones del pasado serán letra muerta porque son pocos los que escudriñan la historia para comprender el presente. Hoy por hoy, con la oportunidad perdida de releer el pasado para repensar el porvenir, la única reflexión posible es reconocer que el presente empezó a escribirse en el pasado y que por lo tanto, el futuro ya está escrito.

Si alguna vez los pueblos decidieron el rumbo de su destino, ahora es una mano ajena la que escribe el futuro, pero la parafernalia del pasado ostenta un vicio y en una disimulada ausencia se elude la versión de los vencidos…

domingo, noviembre 07, 2010

Convicción y vocación

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos; sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”
José Saramago

En algún lugar de mi memoria, en un corazón saturado, cuando la presión de los silencios sobrepasó su límite natural, buscó frenéticamente una salida, y entonces, surgió la imperiosa necesidad de escribir…

Dicen los que saben, que las vocaciones suelen ser esquivas y ambiguas, que son manifestaciones tempranas o incógnitas perpetuas, pero que tarde o temprano pueden reconocerse, y que por eso, en una afortunada casualidad o por las veleidosas ironías del destino el abrazo de la vocación es impostergable.

Por eso ahora, cuando tienden a uniformarse los criterios, cuando la ética humanista se desvanece ante el afán lucrativo que todo lo materializa, la crítica se ejerce por vocación, como el imperativo moral del intelectual, porque es la única construcción racional que no corre el peligro de totalizarse, ni de convertirse en un dogma.

En la aldea global, en el auge de las mediocracias, la crítica no es una negación directa de la realidad, sino la renuncia a la aceptación irreflexiva de la realidad social tal y como se nos presenta. La crítica surge por las contradicciones de la realidad, desde todo aquello que nos hace pensar en una sociedad distinta. La sociedad misma señala los temas y las líneas de investigación en aquello que reprime, en aquello que silencia. El pensamiento reflexivo trata de descubrir aquellos aspectos de la realidad que no figuran en los discursos formales.

El periodismo es el entorno donde sobrevive la crítica, como convicción y vocación, donde se asume la responsabilidad de revelar al mundo lo que le afecta profundamente y que hasta entonces se ignoraba, como el mayor servicio que un ser humano puede prestar a sus semejantes.

Hace ya muchos años, abracé la vocación de las letras y la convicción de la crítica. Desde aquel momento, en la solitaria autoría del que escribe, cuando arrastré el lápiz se produjo un diálogo instintivo entre el papel y mi conciencia.

Fue entonces cuando acudí a La Crónica buscando un espacio, aquí me concedieron esta invaluable oportunidad y se configuró el pequeño territorio de esta columna. Desde entonces, en tres mil caracteres con espacio, mis palabras adquieren forma, substancia y color cuando una mirada las recorre. Mis ideas y mis sueños cobrarán vida cuando alguien les regale un breve lapso en su recuerdo.

Y ahora, en este lugar, es menester agradecer el privilegio que este periódico me ha concedido al publicar esta columna todos los lunes. Es imperativo felicitar a todos los que hacen posible la publicación de este periódico, a todos aquellos que han ejercido el periodismo por vocación y convicción.

Feliz aniversario!!