domingo, abril 05, 2009

Táctica elemental

En algún lugar de la contienda, cuando la determinación excede los límites de la sensatez, las aspiraciones se trasladan al territorio de las obstinaciones, donde surgen la beligerancia y el encono; pero en el fragor de las hostilidades suele perderse la perspectiva…

El Partido Acción Nacional, a través Germán Martínez, el ventrílocuo oficial de la presidencia, ha iniciado las hostilidades en la contienda por el voto; la premura en la divulgación de mensajes impregnados de proselitismo contraviene a las fechas y a las formas establecidas en la reforma electoral reciente (avalada y defendida por el PAN) y elude el cabal cumplimiento de los convenios pactados.

La estrategia mediática emprendida por AN revela la trascendencia de las elecciones intermedias para el partido en el poder. El predominio en la configuración del legislativo y la conservación de los bastiones estatales del panismo son indispensables para fortalecer a un régimen sin mandato y consolidar la hegemonía de la ultraderecha.

Por eso, el rey está reacomodando a sus peones en el tablero: la designación de los candidatos a diputaciones y senadurías se hizo en función de su lealtad al ejecutivo y/o su funcionalidad para el partido. Como en las típicas elecciones de estado, los candidatos serán aquellos militantes, o simpatizantes, con capacidad probada para obedecer ciegamente, que hayan demostrado un servilismo incondicional y que estén ansiosos por incorporarse al presupuesto y hacer del erario su modus vivendi.

La lealtad y la abnegación se personifican en Josefina Vázquez Mota, quien alguna vez le pidió a Dios hacerla viuda, y ahora le pide hacerla diputada, y presidenciable con el favor de Calderón. El usufructo de la notoriedad encarna en celebridades deportivas dispuestas a luchar olímpicamente en la arena política. Vgrs: Carlos Hermosillo, quien se define (y se flagela) a sí mismo como un “soldado del gobierno”.

En ambos casos, la motivación de la partidocracia es controlar el legislativo porque la representación de los sectores populares y la atención de las demandas del electorado se encuentran en el último rubro de una sinuosa lista de motivos. La verdadera prioridad de la clase gobernante es consolidar sus parapetos, y una vez fortalecidos, emprender la lucha por la presidencia. Táctica elemental.

Pero cuando se contiende por el dominio total y la victoria significa el control absoluto, suele perderse la perspectiva y se recurre a estrategias deleznables. Entonces, el proselitismo se transforma en un vulgar intercambio de ofensas, en un cuadrilátero de mala muerte, en un espectáculo de quinta con jaloneos ridículos.

Sí! … Aquí ya se perdió la perspectiva y aún no inician las campañas. La ferocidad de la contienda se explica por el botín de la victoria, y para alcanzarla, el partido gobernante ejecuta burdamente las estrategias más rudimentarias de la propaganda política. El Partido Acción Nacional (PAN) ha reducido el proceso electoral a una rivalidad entre personajes políticos, la propuesta del partido consiste en alardear de sus virtudes y enfatizar los defectos y evocar el pasado del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

La campaña beligerante de Acción Nacional revela la ausencia total de un criterio inteligente, de perspectiva y de proyecto, y además, es una campaña con vicios desde su origen: fue diseñada por el ejecutivo con el objetivo de afianzar y conservar el poder presidencial, sin considerar el rango estatal de las elecciones intermedias, donde las inercias partidistas no tienen el mismo efecto que en las elecciones presidenciales; y por otro vicio en el diseño de la campaña los panistas eluden los ínfimos niveles de credibilidad y aceptación social de los legisladores, quienes acaparan el repudio popular.

Por esa falta de perspectiva, los contendientes subestiman la capacidad de discernimiento del electorado y pretenden minimizar el rango de la memoria colectiva.

La altura de miras les impide a los panistas y priístas percatarse de que proyectan la misma imagen a la ciudadanía. En la percepción social, PAN y PRI guardan una asombrosa semejanza porque los equiparan dos factores incontrovertibles: el ascenso a la presidencia y los magros resultados obtenidos.

Por los efectos del mimetismo político, todos los argumentos para denostar al adversario siguen una trayectoria excéntrica que los revierte contra quien los esgrime. La vulgaridad del ataque lesiona por igual a la víctima y al victimario.

Y este es tan sólo el preámbulo de una contienda de enconos que excede y desvirtúa la esencia democrática de la pugna por el poder; la partidocracia se enfrascará en una iracunda diatriba, se desgarrarán mutuamente sin piedad ni compasión ante la mirada impasible del electorado, el espectador cautivo del fragor de las hostilidades donde se ha esfumado perspectiva…

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