“Y
así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su
risa fue como un agua hirviente,
y
entre mis entrañas revivió la fiera,
y me
sentí lobo malo de repente;
mas
siempre mejor que esa mala gente.”
Rubén
Darío
En algún lugar predominante, por encima de
la bestialidad, se ubica una especie atípica; por los azares de la biología,
los depredadores más crueles e irracionales se encuentran en la cúspide de una
cadena en cuyos eslabones se degrada la dignidad…
Desmond Morris describe a los
humanos como monos parlanchines, curiosos y multitudinarios que sobresalen
entre las ciento noventa y tres especies de primates por el tamaño de su
cerebro y la falta de pelo corporal. Por caprichosas mutaciones, los humanos
pueden ubicarse en el tiempo y en el espacio, desentrañan los misterios de la
naturaleza y transmiten sus experiencias
a las generaciones venideras. Estos atributos elevaron la condición
humana por encima de la línea de la bestialidad pero esa frontera es muy tenue
y constantemente la trasgredimos.
Por el vano afán de domesticar a
otras especies, las despojamos de su dignidad en un circo, en una arena o en cautiverio vitalicio y la similitud biológica
es el argumento para justificar la crueldad de la experimentación científica. Ostentaciones
de una superioridad infundada, y tal vez, inmerecida, como la lealtad que nos
prodigan, porque el entendimiento no es recíproco y las consecuencias son
nefastas.
En el “Informe Planeta Vivo 2014”,
divulgado por la Organización para el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) se
analizan datos desde 1970 revelando que las 10.000 poblaciones observadas se han
reducido en un 52%; en Latinoamérica, la disminución asciende al 83%, lo que
significa que sobreviven sólo 17 especímenes de cada 100 que existían 40 años
antes. Pero la vida sigue su curso y después de siglos y siglos de abuso y
crueldad hacia otras especies, llegamos a una época en que los lazos entre los
humanos son volátiles y los compromisos
declinan, predomina el individualismo y la lealtad incondicional es una rareza
en nuestra especie y en el epicentro del egoísmo, la encontramos en otras
especies. La tendencia galopante es dignificar a las mascotas y a los animales.
La reivindicación de las especies se esparce por contagio; el respeto al
hábitat y la consideración a la vida animal, y a todas las formas de vida, es
por fin, un indicio de humanización.
Desde el 2003, el 4 de Octubre una
de las especies en este planeta celebra el Día Mundial de los Animales; los
humanos reconocen la importancia de todas las especies que nos acompañan en
este planeta y asumimos la culpa por las atrocidades cometidas. El personaje
emblemático es Francisco de Asís, quien alcanzó la santidad al extender la
hermandad a todas las especies, consideración que apenas hoy se instala en la
conciencia de los hombres. Es evidente que la evolución es un proceso en marcha
y que somos una especie inconclusa; el respeto a la biodiversidad será una
mutación que nos acerque un poco más a la humanización alejándonos de la
crueldad irracional y depredadora que nos ubica en la cúspide de una cadena en
cuyos eslabones se degrada la dignidad…
Fuentes:
Darío,
Rubén. (2015). Los motivos del lobo.
Recuperado el 3 der Octubre del 2015, de http://www.poemas-del-alma.com/los-motivos-del-lobo.htm
Espinosa,
Ruth Pilar. (2015). Celebra el Día
Mundial de los Animales. Recuperado el 3 de Octubre del 2015, de http://www.abc.es/natural-vivirenverde/20151002/abci-mundial-animales-201510021104.html
Morris,
Desmond. (2015). El mono desnudo.
Recuperado el 3 de Octubre del 2015, de http://www.astroscu.unam.mx/~angel/tsb/Desmond-Morris-El-Mono-Desnudo.pdf
WWF.
(2015). Salvemos a un amigo.
Recuperado el 3 de Octubre del 2015, de http://salvemosaunamigo.mx/?o=6
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