“En
algún momento dejé de ver archivos y empecé a ver a personas”
Chelsea
Manning
En algún lugar del fanatismo, desde el
recoveco de los prejuicios se transmite un código perverso que redefine las
percepciones; y así, el mundo se polariza en dos extremos irreconciliables y el
adversario es una cosa que debe destruirse…
Una de las estrategias para infundir
el odio hacia un grupo consiste en extirpar la esencia humana de los
adversarios, reducirlos a objetos con adjetivos denigrantes. Al designar a los
enemigos con palabras distintas y ofensivas o identificarlos por una cifra o
una clave, se extermina cualquier posibilidad de empatía, de compasión. Así
funcionan las tiranías y los fundamentalismos en todas sus modalidades.
Pero el uso perverso del lenguaje no
es exclusivo de los ejércitos; la mediocracia también sustituye la naturaleza
de las personas o de los eventos con eufemismos que minimizan el impacto de la
noticia: desde hace algún tiempo, para describir la muerte de algún delincuente
se utiliza el verbo abatir para reemplazar la acción de asesinar. En la guerra
emprendida contra el narcotráfico en México, la intensidad del conflicto se
reduce a cifras que cada día pierden su significado y contundencia.
La cosificación ha demostrado su
eficacia en todas las cruzadas emprendidas a lo largo de los siglos porque los
adjetivos concentran el odio y exacerban la violencia: los infieles, los
paganos, los herejes, los blasfemos, los luteranos, los rojos, los talibanes,
los terroristas, los narcos; y en un proceso alterno y simultáneo, el odio y la
crueldad se introducen en las imágenes cotidianas en detrimento de la
sensibilidad masiva. Así, nos acostumbramos a la cifra diaria de “elementos
abatidos” en la lucha contra terrorismo, contra la delincuencia organizada,
contra las buenas costumbres.
Pero todas las estrategias implican
efectos inesperados y en la cosificación suele haber epifanías. Sobre todo
ahora, cuando los ciudadanos pueden acceder a la Red para desmentir o refutar
las versiones oficiales o mediáticas. Por lo general, quienes logran reconocer
los efectos de la cosificación se autocensuran, callan ante las aberraciones
que presencian y viven en el martirio
que les infringe su propia conciencia; son pocos, muy pocos lo que se atreven a
exhibir los estragos de la guerra y cuando lo hacen, son las víctimas del
sistema, los traidores de la patria.
Cuando Chelsea Manning se percató de
la desigualdad en la guerra de Irak no dudó en darla a conocer al mundo entero.
Envió archivos clasificados del ejército norteamericano con el siguiente
mensaje: “Este es probablemente uno de los documentos más significativos de
nuestro tiempo para levantar la niebla de la guerra y revelar la verdadera
naturaleza de los conflictos armados desiguales del siglo XX”. A través de Wikilealks se divulgó el video
“Asesinato Colateral”, entre otros archivos, que revela la actuación de las
fuerzas armadas estadounidenses contra la población civil.
Manning fue aprehendido y confinado
en solitario durante años. En su última acción ejecutiva, Barak Obama le otorgó
la conmutación de la sentencia. Ahora, en libertad, reafirma su convicción por
revelar la realidad que suele escabullirse en los titulares de la prensa que polarizan al mundo en dos extremos
irreconciliables y que divulgan el odio sobre el adversario, descrito como una
cosa que debe destruirse…
Fuentes
Shaer,
Matthew. (2017). El largo y solitario
camino de Chelsea Manning. Recuperado el 18 de junio del 2017, de https://www.nytimes.com/es/2017/06/12/chelsea-manning-entrevista/?mcubz=1
Martos,
José Ángel. (2014). En la mente del
fanático. Recuperado el 18 de Junio del 2017, de http://www.muyinteresante.es/cultura/articulo/en-la-mente-del-fanatico-201464599524
EFE.
(2017). Chelsea Manning revela porqué
filtró información clasificada. Recuperado el 18 de junio del 2017, de http://www.eluniversal.com.mx/articulo/mundo/2017/06/9/chelsea-manning-revela-porque-filtro-informacion-clasificada
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