“Tiempo
es la medida del movimiento entre dos instantes”
Aristóteles
En
algún lugar recóndito, agazapado entre las líneas de un discurso persiste un motivo
arcaico que se desplaza a destiempo anticipando promesas a una audiencia
cautiva…
Desde
siempre he padecido los estragos de una pésima noción del tiempo y por eso, suelo
confundir la distancia de los eventos en el pasado, y en el presente, los días
del mes y de la semana; el único antídoto es la observancia rigurosa de mi
agenda. Mi despiste involuntario se agudiza con la edad pero ahora en el
confinamiento ha llegado a niveles excéntricos porque esa incertidumbre
deambula en mi cerebro y siempre despierto alarmada y preguntando ¿!qué día es
hoy!?
En
días recientes, empeoró mi desorientación en el tiempo y ahora traigo una escalofriante confusión
con las épocas y los conceptos; esto inició cuando leí el ensayo de Nuestro Señor
Presidente, “Nueva política económica en los tiempos del covid-19” donde
propone “establecer un Estado de bienestar igualitario y fraterno”… y ahí fue
cuando las épocas se me traslaparon provocándome una ligera conmoción porque hasta entonces,
tenía entendido que el Estado de Bienestar ha existido sobre la faz de la
Tierra desde las últimas décadas de 1800.
Seguí leyendo y las ideas se
desplazaron en un salto cuántico enlazando el pasado y el presente cuando el
mandatario afirma: “El estado de bienestar que estamos construyendo tiene como
objetivo la protección de las personas a lo largo de la vida, desde la cuna
hasta la tumba, haciendo realidad el derecho a la alimentación, al trabajo, la
salud, la cultura, la vivienda y la seguridad social” … y: ¿acaso, no fueron
esas las características del Estado Benefactor en el siglo XX?
Intenté refrescar la memoria
pero la confusión persistía y acudí a la definición: el Estado de Bienestar debe
asumir la responsabilidad de la prestación de servicios tales como la educación
o la sanidad y ofrecerlos de forma no discriminatoria y sin costo para los
ciudadanos”. Luego entonces, llegué a la conclusión de que el mandatario está
proponiendo como nuevo un modelo de estado que funciona desde el siglo pasado.
La curva de mi desorientación
llegó a su pico cuando el presidente declaró que “lo importante es el interés
humanitario mundial y no privatizar la vacuna contra el covid-19”… el eco de
esas palabras me remitió al mensaje del presidente chino Xi Jinping en la 73ª Asamblea
Mundial de la Salud prometiendo compartir la vacuna en el combate mundial a la
pandemia. Entonces, me percaté de que alguien hace caravanas con sombreros
ajenos porque las críticas le hacen lo que el viento a Juárez.
Ponderé el beneficio de la duda
porque me incomodaron esas palabras a destiempo pero después lo comprendí todo:
entre las líneas de las arengas presidenciales yace un proselitismo arcaico dirigido
a quienes no tienen referentes para analizar su discurso en un audiencia nacional
y cautiva…