martes, mayo 26, 2020

11:58 PM. Breve bitácora del tiempo perdido


En algún lugar digital, el tiempo se expande con los devaneos del ocio hasta la impasible frontera del olvido y súbitamente se evapora por la premura de los plazos en una agenda inaudita…

            Por el confinamiento en esta pandemia, muchas actividades migraron al entorno digital; tras la suspensión de las clases presenciales, se implementaron las sesiones virtuales para compensar la ausencia en las aulas y continuar con el programa en curso. De la noche a la mañana, los alumnos, profesores y padres de familia se involucraron en la educación en línea y todos los días, le dedican el mejor de sus esfuerzos pero la adaptación a la modalidad virtual no ha sido fácil.

            Una de las variantes en la educación a distancia son los pretextos: ya no es posible culpar al perro de la casa que se comió la tarea porque en el entorno digital, los pretextos son de índole tecnológico. Por la contingencia, imparto cursos en línea a estudiantes de licenciatura y suele suceder que a las 11:58 PM, un minuto antes del cierre de la recepción de tareas, todas las fuerzas ocultas del universo conjuran contra mis alumnos: se desconfigura la computadora, cortan la señal de internet por fallas en el servicio, la plataforma del curso no acepta el archivo con la tarea, no se concluye el envío o no se confirma la recepción, la contraseña ya no es válida porque la cambió un hacker malvado…y todas las excusas tecnológicamente aplicables.

            Estos contratiempos son frecuentes porque la pasividad del confinamiento modifica la percepción del tiempo; el plazo para enviar las tareas parece muy lejano y los estudiantes lo desplazan a un futuro incierto que llegará en algún momento después del torneo de videojuegos, de la revisión exhaustiva de los memes en Facebook o del maratón de series y películas. La bitácora de actividades en la cuarentena suele ser muy breve porque el tiempo transcurre plácidamente durante la procrastinación digital hasta que repentinamente concluye el plazo para la entrega de las tareas: entonces, el tiempo ya no alcanza para leer ni siquiera las instrucciones y la premura evapora la concentración impregnando valemadrismo a lo que debería ser el producto de la reflexión.

Dicen los que saben que el éxito de la educación virtual depende de la disciplina de todos los involucrados pero el apego a los plazos se complica en el entorno digital, saturado de distracciones. Los efectos de las pandemias son trágicos, aleccionadores y la reingeniería social es inmediata. La súbita migración a la virtualidad impone una adaptación instantánea que no admite excusas ni pretextos; la disciplina y la voluntad deberán fortalecerse para emular los niveles de excelencia que tuvimos en las versiones presenciales. La templanza será imprescindible para controlar los devaneos del ocio, para reubicar la frontera de las responsabilidades evaporando las premuras en esta agenda inaudita…

Con mi admiración a tod@s los involucrad@s en la educación durante el confinamiento.



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