sábado, agosto 07, 2010

Energumenos posmodernos

En algún lugar del planeta, en el principio de los tiempos, cuando la sobrevivencia era el objetivo de todos los esfuerzos del hombre apareció el trabajo; y desde entonces, ha sido el factor imprescindible y determinante en la condición humana…

Desde siempre, el trabajo ha sido la vocación vital y auténtica que hizo del hombre un ser consciente del mundo en el que vive; por el efecto del trabajo, el hombre ha transformado el entorno en su beneficio, dominando y la explotando a la naturaleza, construyó la sociedad buscando el bien común y emigró emprendiendo una travesía interminable con el afán de sobrevivir. Y así, todos los rincones del planeta se poblaron por los movimientos migratorios.

Hoy por hoy, la carga existencial y genética del hombre permanece intacta: el trabajo y la migración aún determinan pautas de conducta. El trabajo es la condición indispensable para la subsistencia, el dominio es el impulso del mecanismo social y la migración es la única vía para escapar de un entorno desolado y hostil.

Como portadores del gen de la sobrevivencia, los hombres trabajan, dominan el entorno y a sus semejantes, y emigran movidos por la esperanza o la disidencia. La historia de la humanidad es una secuencia cíclica de las manifestaciones instintivas que confrontan a los débiles con los fuertes, a los sumisos con los dominantes. Pero en algún desafortunado momento, las edificaciones sociales alteraron el legado existencial; en un recoveco del progreso, la ética del mercado desplazó al bien común, el trabajo se incorporó a las estrategias del dominio y perdió su cualidad humanizante al denigrarse en explotación, y en esa distorsión de los valores, la migración dejó de considerarse una inquietud innata del hombre al tipificarse como una trasgresión.

En el capítulo más reciente de la historia, el 29 de Julio del 2010 en Arizona, resucitaron los instintos que se creían extintos: ante la necesidad de sobrevivir se impuso el dominio irracional y exacerbado de los energúmenos posmodernos. Detrás de las expresiones xenofóbicas y racistas en Arizona yace la convicción de los individuos que se asumen como especímenes superiores. Y amparados en esa superioridad se adjudican el poder para castigar las diferencias, de cualquier índole: étnica, religiosa o política.

La aplicación de la Ley UB1070 que criminaliza la permanencia ilegal de extranjeros en Arizona es la evidencia irrefutable de la carga instintiva que aún controla las acciones de los hombres. En una aberrante imposición, los constructos sociales erigidos por el imperioso mandato dominio deshumanizante se imponen a la condición humana. La Ley antiinmigrante constituye un lamentable, y aberrante, retroceso; es una disposición contra la naturaleza primigenia de los pobladores de este planeta, que fomenta la cosificación de los individuos, la materialización de las necesidades existenciales y el derrumbe del humanismo, esa esquiva cualidad que surgió en el principio de los tiempos…

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