domingo, mayo 01, 2011

El cuento sin un final feliz

“Siempre hay un momento en la infancia,
cuando la puerta se abre y deja salir al futuro.”
Graham Greene

En algún lugar del tiempo, poco después del umbral de la vida, se emprende la aventura maravillosa de la infancia; pero suele suceder que todas las bendiciones de la inocencia se desvanecen en un entorno denso, turbio y violento…

Atendiendo al inexorable transcurso del tiempo y con una visión optimista, durante la modernidad surgió un proyecto para crear un mundo mejor en un futuro no muy lejano; y la única estrategia viable para lograrlo requería inculcar la empatía, la fraternidad y la tolerancia en los ciudadanos del futuro. Ese fue el fundamento para la Primera Declaración de Protección a la Infancia en Ginebra en 1923 y de la instauración del 30 de Abril como el Día del Niño durante el régimen de Álvaro Obregón. En ese día festivo se consagraba como imperativo el bienestar de todos los niños del mundo.

Pero muchos ideales de la modernidad se desvanecieron en el ajetreo del mercado y en el flagelo de la ciencia al servicio del poder; y aquella esperanza en un mundo feliz se dispersó por el implacable efecto de la violencia como régimen.

Hoy por hoy, la infancia provoca mil y un versiones en un mundo de nunca jamás. La violencia y el lucro penetraron y corrompieron el tejido social, y ahora, la realidad es un compendio de visiones y percepciones que provoca versiones contrastantes. Y mientras algunos celebramos la felicidad como atributo indeleble de los niños, otros lamentan la pérdida irreversible de la inocencia de los pequeños, ya sea por el maltrato y del desamor de sus padres, por su incorporación a las huestes del crimen organizado, por el flagelo de la enfermedad, por la necesidad de trabajar, y por todas y cada una de las causas que los obligan a comportarse como adultos chiquitos.

La frialdad de las cifras es lacerante cuando ejemplifica el efecto de un entorno violento y hostil en los niños, afortunados o desafortunados: 9% padecen rasgos depresivos, dos millones y medio de niños no acuden a la escuela, México destina solo el 1% del erario para evitar la violencia, abuso o explotación infantil. Recientemente, el presidente de la Comisión de Participación Ciudadana de la Cámara de Diputados, Arturo Santana Alfaro, indicó que existen alrededor de 25 mil niños sicarios y por lo menos 100 mil son adictos. Si agregamos la cifra imponderable de todos los niños que fallecen por una deficiente alimentación o por los obstáculos para recibir la ayuda asistencial, la resultante es un dolor profundo, una impotencia insufrible y la lúgubre certeza de que el día el niño no hay motivos para celebrar.

Sí!... la apertura del criterio exige abandonar momentáneamente el entorno propio para sensibilizar la conciencia, requiere considerar las modalidades alternas y desconocidas de la realidad.

Y tiene razón!.. Es un ejercicio extenuante que provoca reacciones profundas e intensas pero también fortalece el músculo atrofiado de la empatía, ese propósito postergado en un mundo cruel y materializante que está produciendo generaciones de pequeños tiranos, de niños apáticos, aislados y egoístas, de niños marcados por la violencia y el abandono. Y este relato no tendrá un final feliz en un mundo mejor porque los protagonistas del futuro han perdido todas las bendiciones de la inocencia en un entorno denso, turbio y violento…

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