domingo, agosto 14, 2011

El undécimo mito


En algún lugar fantástico, en las profundidades del dominio existe un mecanismo con miles y miles de engranes que se concatenan y se mueven por la fuerza impositiva del silencio; esa inmensa maquinaria ha producido las ficciones oficiales y ha destrozado las evidencias que surgen en la realidad…

El aparato ideológico de todos los regímenes produce la versión oficial de la realidad y censura todas las contradicciones; gracias a este mecanismo se eleva una falsedad al grado de las verdades absolutas mientras se adjudica la etiqueta de la locura subversiva a todos los que advierten la imposición de una mentira. Durante mucho tiempo, se descalificó y se ridiculizó la visión de quienes detectaron la intención del gobierno estadounidense de intervenir, incursionar y definir la agenda pública mexicana. Las advertencias fundamentadas del sometimiento incondicional de la nueva clase gobernante a los intereses norteamericanos fueron consideradas como peroratas inútiles de izquierdosos radicalistas, como exageraciones recalcitrantes y anacrónicas de macuarros alarmistas y resentidos.

Pero la ley universal de las ficciones es implacable y el ciclo de las farsas es inexorable: tarde o temprano la verdad emerge desde las mazmorras que pretendieron contenerla. El New York Times publicó recientemente que “Estados Unidos está expandiendo su papel en el sangriento combate contra las organizaciones del narcotráfico enviando nuevos agentes de la CIA y personal militar retirado a México, y considera planes para desplazar contratistas privados en seguridad con la esperanza de darle la vuelta a la campaña multimillonaria que hasta ahora ha dado pocos resultados”. La instalación de bases de inteligencia norteamericana en territorio mexicano vulnera los preceptos de la soberanía nacional y desobedece los acuerdos internacionales que defienden la facultad de todos los pueblos para determinar el curso de su historia. Esta estrategia sólo puede explicarse, pero jamás justificarse, con la existencia de un Estado fallido que ha emprendido la lucha contra un sector específico de la población que representa un riesgo estratégico para la seguridad nacional… pero estadounidense.

Sí! … en el manejo de la información se advierte el control del discurso social, por eso, esta revelación tuvo un impacto moderado y se disolverá rápidamente. Tal vez sea desmentida desde el portal de la Presidencia de la República como el undécimo mito de la lucha contra la inseguridad, es probable que se emprenda una campaña mediática para difundir los horrores del narcotráfico e infundir un miedo infundado, para fabricar un falso consenso y censurar todas las discrepancias. Si así sucede, la ciudadanía aceptará que es más importante extirpar la amenaza del narcotráfico que combatir la pobreza y la ignorancia, que debe anteponerse la satisfacción de los intereses extranjeros al mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos, y todos los que opinen en contra serán unos insensatos con alucinaciones rojizas y guajiras porque una vez más, los engranes del dominio se reactivarán por la fuerza impositiva del silencio, y esa inmensa maquinaria impondrá las nuevas ficciones oficiales y destrozará las evidencias que surgen en la realidad…

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