domingo, enero 05, 2014

Mediastán


"¿Cómo diablos podía pensar que yo, un joven analista, podría cambiar el mundo para mejor pasando por encima de los que tienen la autoridad?"

Bradley Manning

 

            En algún lugar del pensamiento, en la frontera de la interioridad se filtran meticulosamente todas las palabras, las imágenes y las vivencias; gracias al discernimiento, sólo ingresan a la conciencia las percepciones afines…

 

            El efecto de un discurso implica el ejercicio del poder cuando un mensaje anida en la mente de los receptores transformando la forma en que perciben la realidad y modificando sus pautas de conducta. En ese proceso, conocido como la fabricación del consentimiento,  se fundamentan los estragos de los medios masivos de comunicación cuya hegemonía se consolidó en el siglo XX cuando la mediocracia se erigió como la herramienta perfecta para la manipulación de pueblos enteros. Pero el destino suele ser irónico y en el exclusivo entorno donde se ejercía el control de todos  los discursos apareció una innovación que alentó las esperanzas por la libertad del pensamiento: un efecto colateral de las tecnologías de la información y la comunicación permitió el acceso irrestricto a la Red para difundir los mensajes y contenidos creados por los usuarios.

 

            Y así, en la aldea global,  pero al margen de la mediocracia,  surgieron los primeros paladines del siglo XXI, idealistas como Julian Assange, Bradley Manning, Aaron Swartz y Edward Snowden que desafiaron las restricciones imperantes para denunciar el control institucional y perverso de la información. Las versiones oficiales condenaron las revelaciones en el portal Wikileaks y la liberación del conocimiento académico en Reddit; desde el cuarto poder se diseñaron perfiles nefastos para denostar a los primeros héroes de la sociedad de  la información quienes ahora enfrentan cargos de espionaje, fraude  y traición: Julian Assange se refugia en la embajada de Ecuador en Londres;  Bradley Manning cumple una condena de 90 años en prisión; Aaron Swartz se suicidió ante el inminente castigo por la liberalización  de la información académica; el lugar de residencia de Edward Snowden permanece en secreto durante su asilo político en Rusia.

 

Este conflicto  ha transcurrido fuera de los reflectores mediáticos y aún no termina. Se aplicó  todo el rigor de la justicia para castigar a quienes exhibieron el control de las masas por la vía de la desinformación pero la esperanza, aunque marginada, sigue latente. En franca oposición al leviatán mediático, ese monstruo omnipresente que controla las ideas y la conducta de los incautos, se estrenó el documental “Mediastan” que se remonta al 2011 cuando los periodistas de Wikileaks buscaron  que algún medio de comunicación publicara la información filtrada que recibieron de Bradley Manning, en un recorrido "a través de los límites de la libertad de expresión y las mentes de los que dan forma a nuestra comprensión del mundo". El documental “Mediastan: wikileaks road movie” ya se encuentra Youtube en franca oposición a la versión perniciosa de la información.

 

Con esfuerzos como éste, los idealistas de la Hipermodernidad  aguardamos el desenlace de la confrontación entre las verdades y los secretos anhelando el advenimiento de la libertad por la vía del conocimiento y el retorno del discernimiento en la conciencia social que abrace todas las percepciones afines…   

 

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