"¿Cómo diablos podía pensar que yo, un joven
analista, podría cambiar el mundo para mejor pasando por encima de los que
tienen la autoridad?"
Bradley Manning
En
algún lugar del pensamiento, en la frontera de la interioridad se filtran
meticulosamente todas las palabras, las imágenes y las vivencias; gracias al
discernimiento, sólo ingresan a la conciencia las percepciones afines…
El
efecto de un discurso implica el ejercicio del poder cuando un mensaje anida en
la mente de los receptores transformando la forma en que perciben la realidad y
modificando sus pautas de conducta. En ese proceso, conocido como la
fabricación del consentimiento, se
fundamentan los estragos de los medios masivos de comunicación cuya hegemonía
se consolidó en el siglo XX cuando la mediocracia se erigió como la herramienta
perfecta para la manipulación de pueblos enteros. Pero el destino suele ser
irónico y en el exclusivo entorno donde se ejercía el control de todos los discursos apareció una innovación que
alentó las esperanzas por la libertad del pensamiento: un efecto colateral de
las tecnologías de la información y la comunicación permitió el acceso
irrestricto a la Red para difundir los mensajes y contenidos creados por los
usuarios.
Y
así, en la aldea global, pero al margen
de la mediocracia, surgieron los
primeros paladines del siglo XXI, idealistas como Julian Assange, Bradley
Manning, Aaron Swartz y Edward Snowden que desafiaron las restricciones
imperantes para denunciar el control institucional y perverso de la
información. Las versiones oficiales condenaron las revelaciones en el portal Wikileaks
y la liberación del conocimiento académico en Reddit; desde el cuarto poder se
diseñaron perfiles nefastos para denostar a los primeros héroes de la sociedad
de la información quienes ahora
enfrentan cargos de espionaje, fraude y
traición: Julian Assange se refugia en la embajada de Ecuador en Londres; Bradley Manning cumple una condena de 90 años
en prisión; Aaron Swartz se suicidió ante el inminente castigo por la
liberalización de la información
académica; el lugar de residencia de Edward Snowden permanece en secreto
durante su asilo político en Rusia.
Este conflicto ha transcurrido fuera de los reflectores
mediáticos y aún no termina. Se aplicó
todo el rigor de la justicia para castigar a quienes exhibieron el
control de las masas por la vía de la desinformación pero la esperanza, aunque
marginada, sigue latente. En franca oposición al leviatán mediático, ese
monstruo omnipresente que controla las ideas y la conducta de los incautos, se estrenó
el documental “Mediastan” que se remonta al 2011 cuando los periodistas de
Wikileaks buscaron que algún medio de
comunicación publicara la información filtrada que recibieron de Bradley
Manning, en un recorrido "a través de los límites de la libertad de
expresión y las mentes de los que dan forma a nuestra comprensión del
mundo". El documental “Mediastan: wikileaks road movie” ya se encuentra
Youtube en franca oposición a la versión perniciosa de la información.
Con esfuerzos como éste, los idealistas
de la Hipermodernidad aguardamos el
desenlace de la confrontación entre las verdades y los secretos anhelando el advenimiento
de la libertad por la vía del conocimiento y el retorno del discernimiento en
la conciencia social que abrace todas las percepciones afines…
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