domingo, mayo 24, 2015

Así y sólo así

En algún lugar premeditado, en la tibieza de las inercias y en una plaza vacía, contienden las mismas fuerzas con rostros diferentes por los mismos privilegios con nuevos artificios…

            El clima predominante en las elecciones intermedias es la tibieza de la apatía generalizada con ligeras precipitaciones de entusiasmo militante. Y en este clima todo contribuye a enfatizar la indiferencia del electorado: la figura de los diputados es la que menos confiabilidad proyecta y el objetivo predilecto del escarnio popular; la duración de las campañas en las elecciones intermedias es de 60 días que transcurren sin pena ni gloria, la única variante es mediática porque el discurso proselitista se comprimió en melodías rítmicas y contagiosas que sintetizan el ideario partidista en veinte segundos.

Todos los pronósticos indican un horizonte mustio en campañas grisáceas donde la personalidad de los candidatos tiende a diluirse entre los colores de los partidos; las diatribas entre los contendientes se aminoraron pero las revelaciones en los medios se intensifican conforme se acerca la jornada electoral. El paisaje es totalmente abstracto por la proliferación de mensajes genéricos y promesas intercambiables que podrían interpretarse como una estrategia de la partidocracia para incentivar el abstencionismo y reducir la contienda electoral a una confrontación de las militancias.

            Porque en esta época del calendario político se produce una de tantas ironías electorales: las campañas triviales que no alcanzan la temperatura ni la intensidad para despertar el interés del electorado contrastan con la repercusión de los porcentajes de la votación que determinarán la distribución del financiamiento público a los partidos políticos: un 30% se distribuye por partes a iguales a todos los partidos pero el 70% se distribuye de acuerdo con el porcentaje de votación en las elecciones federales. Este es un criterio que demerita la equidad y en estas circunstancias, promover el voto nulo o el abstencionismo como sinónimo de rechazo únicamente favorece a los partidos que acaparan los niveles más elevados de votación.


            La abstención como rechazo no tiene efectos legales y la opinión pública es la menor de las preocupaciones en la partidocracia. La única forma para incidir en la configuración del régimen de partidos es el voto. Acuda a las urnas el domingo 7 de junio y emita su voto, sea cual fuere (razonado, útil, de castigo, nulo, o qué sé yo). Sólo así, a través del voto como expresión ciudadana,  la distribución del financiamiento será más equitativa;  sólo así, por la participación de todos los mexicanos podrá evitarse la parodia democrática que suelen protagonizar las militancias y las huestes al servicio de la partidocracia. Sólo así, podrán revertirse paulatinamente los pronósticos y la tibieza de la  apatía; así y sólo así,  se desvanecerán las inercias y los silencios en una plaza concurrida por los ciudadanos que emitirán su voto a pesar de los nuevos artificios…

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