“Precisamente porque el mundo no es como nos gustaría
que fuese,
tenemos que
intentar inculcar ideales de transformación y de reforma”.
Fernando Savater
En algún
lugar académico se ensamblaron visiones y se vincularon argumentos en una feliz
convergencia: la imperiosa necesidad de recuperar las convicciones que se han
desvanecido y reconstruir la volátil figura de la ciudadanía…
En
una de las mesas iniciales de los Diálogos para la Cultura Cívica, convocada
por el INE, participaron académicos y organizaciones civiles, representantes de
los partidos políticos y funcionarios de gobierno. Los matices del encuentro
fueron cordiales y asertivos superando la insidiosa, y odiosa, atribución de
culpas y el punto de partida fue el desencanto galopante de la democracia, en
todas sus manifestaciones:
Los
mexicanos no creemos en las instituciones ni en el información pública y
desconfiamos de todos; perpetuamos los prejuicios que han lastimado a los
grupos vulnerables; hemos asumido la corrupción como una fatalidad irreversible;
arreglamos en mundo con una taza de café porque estamos convencidos de que no
somos la causa ni la solución de los problemas; los avances en la tecnología de las comunicaciones nos permiten
eludir la realidad porque el esparcimiento desplazó a la información en el
orden de prioridades.
Si el diagnóstico inicial se conforma de
cifras y datos insufribles, las aportaciones de los dialogantes revelaron otras
aristas del problema: la aguda distancia entre las generaciones, la ausencia de
figuras emblemáticas y modelos de excelencia que guíen la conducta de los
jóvenes, la incongruencia entre el discurso y la práctica, la tergiversación de
la democracia que la reduce a las urnas y la identifica con la administración
pública, por citar algunas.
Éste esfuerzo es una respuesta a la
secuela de fracasos que nos han conducido a la apatía y a la desconfianza y
debe entenderse como una retrotopía, como la reacción inevitable a la distopía
que nos aflige y cuyo menester es rectificar los errores con los valores
olvidados de un pasado malogrado, como lo vislumbró Zygmunt Bauman poco antes
de morir.
Una de las manifestaciones de la
retrotopía es romper con los prejuicios y los estereotipos que infunden odios
infundados. Con este objetivo se realizó la Librería Humana en los jardines del
Cetys, campus Mexicali. Y con este anhelo, debemos emprender la búsqueda de las
afinidades que nos hermanen, reencontrarnos con nuestros semejantes para
hilvanar los nexos que se han roto en el tejido social.
La retrotopía es un esfuerzo que nos
involucra a todos que trasciende las aulas y los recintos oficiales para
sensibilizar a las conciencias obtusas y acariciar a los corazones apáticos.
Por lo pronto, ahí está la convocatoria del INE como una oportunidad para
intervenir en la reconfiguración de nuestra sociedad, ahí estarán los espacios
para el reencuentro con nuestros conciudadanos, para compartir preocupaciones y
proponer alternativas, aprovechémosla.
Atendamos a esta invitación para darle
forma y consistencia al discurso, para evitar que este esfuerzo se convierta en
un simulacro más, para predicar con el ejemplo, para ensamblar visiones y vincular argumentos, para coincidir felizmente
y recuperar las convicciones que se han
desvanecido y reconstruir la volátil figura de la ciudadanía…
Fuentes
Bauman, Zygmunt. (2017). Retrotopía. México: Editorial Paidós
Ibérica.
INE. (2016). Estrategia Nacional de Cultura Cívica
2017-2023. México: Instituto Nacional Electoral.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario