domingo, junio 17, 2018

Crónicas electorales. La espiral de silencios y rumores. Lo que callamos los votantes


En algún lugar estadístico, donde se capturan las percepciones y se ponderan las preferencias existe una parábola marginal que concentra los silencios y las omisiones en un dígito esquivo…

Conforme se acerca la jornada electoral se consolida la ponderación de los indefinidos en un porcentaje constante que impide establecer con certeza cualquiera de las probabilidades; sin embargo, el efecto de las cifras de una encuesta puede incidir en el amplio sector de los electores que aún no definen su voto: algunos decidirán en función del candidato que acapara las preferencias, otros por aquel que podría remontar la desventaja y muchos, muchos entrevistados, votarán como castigo.

En cuestiones de probabilidad y estadística, la tendencia se comprueba únicamente cuando el margen del error es mínimo, cuando el tamaño de la muestra es suficiente para representar a una población y cuando los sesgos se eliminan. Pero la veracidad de los sondeos de opinión como ejercicio científico de la probabilidad es muy frágil porque depende de la veracidad de las respuestas y de la espiral del silencio, que compendia las opiniones omitidas: callamos para no contradecir la opinión predominante en nuestro entorno, ocultamos nuestras preferencias para evitar las críticas o el rechazo.

Y al margen de los silencios, pululan los rumores en una vulgar tendencia a desvirtuar la contienda. Esta semana se realizó la demostración del marcador para votar y del líquido indeleble que identificará a los votantes que ya sufragaron, y en una secuela inmediata, surgieron las descalificaciones y las sospechas infundadas. Se refuta la efectividad del marcador, el grosor del papel de las boletas, la permanencia de la tinta, y lo que se acumule esta semana, pero al hacerlo, se ofende la buena voluntad y la disposición de todos los involucrados en los comicios. Proceso tras proceso, se perfeccionan estos instrumentos para garantizar el respeto de la voluntad popular y la integridad de los votos emitidos. No obstante, elección tras elección aparecen testimonios fuera de contexto para desalentar a los votantes en una estrategia sustentada en el abstencionismo. En caso de que arraiguen las dudas y las sospechas: consulte a las autoridades electorales.

Es probable que los porcentajes de las encuestas no reflejen las preferencias verdaderas; tal vez, los rumores logren desvirtuar todos los esfuerzos invertidos en la preparación de la contienda; quizás, los desvaríos, los exabruptos y los escándalos acentúen el repudio hacia la clase gobernante, pero el único mecanismo de legitimar la voluntad popular es la cuantía de los votos emitidos y el mejor argumento para votar es la igualdad que implica: el domingo 1 de julio, no habrá diferencias, estratos ni rangos porque todos los votos tienen exactamente el mismo valor y su importancia reside en el acto de votar.

El domingo electoral, la soberanía del país se fragmentará en partes alícuotas, iguales y semejantes, manifestaciones inequívocas de las percepciones y las preferencias que descifrarán la parábola marginal de los silencios y las omisiones con la exactitud de un dígito…
Porque mi país me importa: Voto libre!

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