domingo, noviembre 04, 2018

La útlima y nos vamos


En algún lugar postergado, en un legajo extraviado en un “cajón de sastre” y amenazadas por los efectos del olvido, yacen las profecías de un cataclismo que se creía improbable…  

            El 31 de octubre iniciaron las reparaciones en el sistema Cutzamala que surte de agua potable a la zona metropolitana, por lo que inició también, el corte del suministro. Los días previos al corte se divulgaron, intensamente y por todos los medios, las causas y los efectos de las reparaciones y las recomendaciones para solucionar las necesidades elementales con un volumen ínfimo de agua.

            El ritmo de la ciudad entró en un compás de espera: Para evitar daños en la salud por la falta del agua, la autoridad educativa federal suspendió labores en 4,300 escuelas públicas de educación básica extendiendo el puente del Día de Muertos. Para prevenir desfiguros y molestias, muchas empresas, comercios, despachos y todos los changarros capitalinos dejaron de prestar sus servicios.

Con singular alegría, tod@s enfrentaron el corte: los memes alusivos inundaron las redes sociales; aquell@s que suelen encontrar la solución más divertida a los problemas aprovecharon la ocasión para vacacionar en las playas; la escasez del agua desató el ingenio y surgieron alternativas para mantener la frescura y la higiene de los recintos, de los individuos y del ambiente.  

La ciudad recuperará el ritmo habitual cuando el sistema Cutzamala sea reparado y se reanude el suministro de agua. La escasez temporal dejará miles de anécdotas y millones de incomodidades convertidas en chistes, albures y bromas. Pero más allá de lo hilarante, este episodio debería alertarnos lo suficiente para cambiar los hábitos adquiridos en tiempos de abundancia por la mesura ante la escasez, en la Ciudad de México, en el territorio nacional y en el planeta.  

En este momento, cuando el destino casi nos alcanza, las distopías de la ciencia ficción se transforman en alertas porque el peor cataclismo en la historia de la Tierra se dispone a abandonar el ámbito de la imaginación para instalarse en la realidad. Y éste, podría ser el punto sin retorno donde los senderos se bifurcan hacia dos versiones del futuro. Las advertencias de la Sexta Extinción (Elizabeth Kolberth) identifican a la humanidad como el elemento más nocivo y destructivo sobre el planeta, pero también es cierto que hemos remontado crisis, inclemencias y adversidades.

El peligro inminente reside en ignorar las advertencias y en la resistencia al cambio de hábitos; si la humanidad será la causa del próximo cataclismo, más letal y mortífero que la extinción del Pérmico, en la humanidad recae la responsabilidad de revertirlo con todos los artificios del ingenio. Para no desaparecer en la última de las extinciones, apresuremos la mutación social fortaleciendo el músculo de la mesura y respetando al ambiente y a todas las formas de vida. La fatalidad no es irreversible… aún; y las distopías permanecen en el universo de las ficciones como profecías de un cataclismo, todavía, improbable… 


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