miércoles, junio 03, 2020

Reingeniería de la expresión

 

            En algún lugar remoto, el primero de los hitos de la humanidad se erigió en el momento en que sentimos como propio el dolor ajeno, cuando manifestamos la empatía con acciones embellecidas con las palabras no dichas que nos hermanaron…  

 

            La Jornada Nacional de la Sana Distancia impuso la empatía como prioridad social con un código de conducta que debe observarse para evitar la propagación del coronavirus; las nuevas buenas costumbres distinguirán a los individuos en función de la consideración a los demás, de tal forma que los macuarros en tiempos del covid-19, serán todos aquellos que expresen su valemadrismo por la salud pública.

 

            La regla número 1 de la nueva etiqueta es el confinamiento voluntario y los nuevos modales procuran el distanciamiento físico cuando no es posible permanecer en casa. De esta forma, la limpieza exhaustiva y el uso de accesorios de protección se incorporan a los nuevos usos y costumbres: los cubrebocas y caretas se han incorporado a la vestimenta como accesorios indispensables. Entre otras cosas, el código de la nueva urbanidad impone la diplomacia del estornudo y la manifestación alterna del afecto con gestos y ademanes que sustituyen a los besos y los abrazos.

 

            Y así, con la nueva urbanidad, el cubrebocas apareció como una barrera infranqueable que nos impide apreciar las sonrisas de los demás. Ahora, la mirada y el tono son los únicos indicios del ánimo de las palabras que escuchamos; en cualquier conversación la atención se enfocará en los ojos, en la curvatura de las cejas, en la longitud de las pestañas, en la intensidad del contacto visual… Le confieso que para mi ha sido muy difícil hablarle a un rostro cubierto con una mirada inexpresiva.

 

            Ya se ingeniaron los modales alternos que remplazarán al tradicional saludo estrechando las manos y a los abrazos. Pero también será necesaria la reingeniería de todas las expresiones faciales con las que solíamos transmitir mil y un emociones. Imagino que los poetas del Romanticismo estarían felices porque ya nos percatamos de que los ojos son el espejo del alma y que, por fín, atribuiremos el justo valor a los mensajes que emitimos con la mirada. La belleza de un rostro protegido con cubrebocas y careta residirá en la estética de los ojos y en la calidez de su mirada; se me ocurre que los cosméticos para embellecer los ojos serán artículos de primera necesidad.           

 

            En la reingeniería de la expresión, la entonación de las palabras y los ademanes adquirirán la importancia que perdieron con la preponderancia de la imagen. La cortesía deberá transmitirse con el tono más amable de nuestra voz, con la elección adecuada de palabras. La empatía por los demás fue el primer indicio de humanización y ahora, será la manifestación inequívoca del humanismo que pretendemos recuperar; la mirada remontará cualquier distancia entre nosotros, manifestaremos la empatía en nuevos modales embellecidos con las palabras no dichas que nos hermanan…    

 


No hay comentarios.: