miércoles, febrero 14, 2007

El amor en los tiempos de Internet

“Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada,
oigo flotando en olas de armonías
rumor de besos y batir de alas,
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
—¡Es el amor que pasa!”

Gustavo Adolfo Bécquer


En algún lugar de la fatalidad, en el sitio más inesperado y en el momento menos oportuno, suelen producirse las coincidencias donde se desvanece la soledad existencial; y entonces, cuando los recuerdos se disuelven entre las sombras del porvenir, el amor surge como un sentimiento que abraza la totalidad del destino humano, suspendido del hilo de dos eternidades…

Una de estas tardes, poco antes del ocaso, mientras contemplaba la inverosímil quietud del viento, descubrí a Cupido. Lo encontré al seguir el vuelo caprichoso de los colibríes. Estaba en un árbol, sentadito en una rama buscando un sitio donde guardar su arco y sus flechas, porque aquel, era el último día de sus andanzas como emisario del amor. Cuando notó mi extrañeza ante semejante noticia, me dijo que había decidido cambiar su modus operandi porque ahora el romance surge en la Red en citas a ciegas donde se conectan miles de corazones solitarios. Y que además, ya no quiere desperdiciar el encanto de sus flechas, porque desde que salió a la venta el perfume de feromonas ya nadie cree en el amor a primera vista. Me confesó su desesperanza por la tremenda devaluación que han sufrido los besos, que ahora son tan sólo un gesto frívolo y vacío, porque dejaron de ser aquella incomprensible fusión de dos vidas en el mismo instante.

Me dijo que su desilusión es inmensa porque ya ningún mortal se atreve a tomar la ilógica decisión de sacrificar la libertad en un desplante de pasión y libre albedrío. Añoró aquellos tiempos cuando los poetas escudriñaban, sin éxito, la inexplicable transformación de la posesión en entrega. Recordó la etérea atmósfera del romanticismo, donde se percibía la libertad del espíritu y cuando la fortaleza provenía de la certeza de saberse amado.

Pero me aseguró, que ni tecnología avanzada, ni el mapa del genoma humano lograrían descifrar los misterios del amor; y que no obstante el vertiginoso ritmo de la vida actual, los mortales siempre serán susceptibles a sus estragos, porque el indescriptible juego de influencias entre la atracción y el destino, será una de las grandes incógnitas de la humanidad.

Ese sublime sentimiento que se apodera de nuestra voluntad, que altera la percepción del mundo y que nos enaltece como seres humanos y nos obsesiona con dar lo mejor de nosotros mismos, ya se ha incorporado al hiper espacio: desde una conexión transformará paulatinamente a los cibernautas en enamorados, los besos serán asincrónicos, el romance será ubicuo y el sexo virtual Aquella noche, antes de partir y con un dulce gesto de desconsuelo, Cupido se quitó sus alas y las guardó en el haz del primer rayo de Luna, donde se confunden la realidad y la ficción. Y desde entonces, Cupido es un experto en Informática que navega a través de la anchura de banda disparando saetas de silicio a los incautos, pero ningún ordenador ha logrado codificarlos.

Porque aun en la ubicuidad del Internet… en el sitio más inesperado y en el momento menos oportuno, se producirán las coincidencias donde se desvanecerá la soledad existencial; y entonces, cuando los recuerdos se disuelvan entre las sombras del porvenir, el amor resurgirá como un sentimiento que abraza a la totalidad del destino humano, suspendido en el hilo de dos eternidades…


A todos, absolutamente todos mis lectores:

Ojalá que oigan flotando en olas de armonía,
el rumor de los besos y el batir de las alas de Cupido,
y que el amor sea siempre su fiel compañero.


¡Feliz Día del Amor y la Amistad!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Laura:
Me encantó tu relato tan tierno y verosímil. El amor poco a poco pierde su origial identidad con el momento romántico que se apaga. Esto entraña, incluso, a la poesía. Salió a su defenza ese clásico romántico español que citas, Gustavo Adolfo Bécquer. Hoy, tenemos un parangón de ello, con lo que relatas del amor y el internet. ¡Inteligencias Nuevas!, decía, mi abuela. Hoy todo lo romántico suena a cursi, es lamentable. Debemos rescatar al cupido que encontraste. Hoy ví un colibrí, me dijo, "todo es posible con la venia del patrón", no se a quien se refería... Te mandaré por mail, un soneto que hice, sobre el amor actual, me vino a la memoria al leerte.
Saludos... Un abrazo.
Jorge Arié