domingo, febrero 04, 2007

La Nueva Semántica

En algún lugar de la academia, cuando los sabios escudriñaban los discursos políticos, descubrieron, entre líneas, una semántica alterna que tergiversa las verdades y una simbología exasperante que codifica las intenciones ocultas…

El lenguaje es el reflejo de la idiosincrasia, es el mosaico donde se amalgaman todos los colores y todas las imágenes de un pueblo, es una expresión viva y cambiante, que se adapta a las circunstancias, las describe y las preserva.

Los vaivenes del pensamiento, las prioridades, las percepciones y las creencias se cristalizan en el lenguaje, y entonces, algunas palabras adquieren una inusitada e impresionante carga significativa en un contexto determinado.

Es por eso, que desde hace siete años, los lingüistas y gramáticos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, emprendieron, con rigor y detalle, la actualización de las características gramaticales de la lengua española.

La Nueva Gramática de la Lengua Española contendrá una descripción de áreas dialectales, niveles de lengua y registros. También incluirá la descripción de las principales variedades americanas del español, ejemplos y recomendaciones de uso. La obra de consulta contendrá 50 capítulos, índice temático y glosario de voces técnicas, y su publicación se realizará en la primavera del 2008

Sin embargo, este mega proyecto no ha concluido, porque los sabios pretendieron descifrar el código de un lenguaje alterno, que se practica en el ámbito político. Creyeron imprescindible asignar una infinidad de sustantivos para describir esa realidad paralela habitada por una infra-especie humana que muta cada sexenio y que cada régimen cambia de piel.

Consideraron que en el inframundo de la política han surgido palabrejas que designan por igual, tanto a la insensatez del hablante como a las aberraciones del entorno: verbigracia “sospechosismo” y “compló”.

Analizaron la re-configuración interna de los partidos políticos rumbo a los procesos electorales donde se disputarán ferozmente gubernaturas estatales, como los bastiones de un poder fragmentado, donde han surgido nuevos significados para los sustantivos abstractos “lealtad” y “disciplina”, que ahora designan a la sumisión incondicional.

Establecieron que en la nueva definición del concepto “convicción” desapareció por completo la firmeza y no queda rastro alguno de los ideales. También determinaron que ahora, los adjetivos “militante”, “simpatizante” y “adherente” califican el mimetismo de todos los aspirantes a puestos de elección popular, quienes después de una increíble metamorfosis cambian de partido.

Concluyeron que subsisten aquellos sinónimos que se pretendía archivar en el cajón de los olvidos, como “dedazo” y “candidato oficial”, y que además, ha surgido el pernicioso eufemismo “carisma” para evitar una referencia forzada a la solvencia económica.

Dicen los que saben, que el proyecto avanzaba con el viento en popa, hasta el fatal momento en que los sabios, después de quemarse las pestañas y exprimirse los sesos tratando de descifrar los poemínimos “inefable tarúpido”, “frutal idiotejo”, “iridiscente pendejérrimo”, decidieron por unanimidad, mandar al averno las palabrejas de la demagogia mexicana y excluirlas de la nueva gramática de la lengua española.

Hoy por hoy, el electorado en México, es el único grupo calificado para interpretar todas las voces y para descifrar todos los gestos de la nueva significancia política; labor que exige mucha concentrancia y la combinación de ingenio e ingenuidad para interpretar el sentido de palabras ambiguas en leyes electorales mal redactadas, en normas jurídicas sin lógica, sin gramática ni sintaxis, que exhiben la ineptitud de los legisladores, quienes al conjugar los adverbios inventaron… una semántica alterna que tergiversa las verdades y una simbología exasperante que codifica las intenciones ocultas…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que tal Laura ¿Cómo estás?:
Cierto, el lenguaje político, casi universal, tiene su propio diccionario. Algo así como el lenguaje científico de diversas categorías según su campo de acción. Pero en México, se cuecen sus propias habas o atole... para dárselo al pueblo paciente y convencido por la "tele", en la felicidad y regocijo de las campañas electorales. Políticos sin "convicción" en pos del hueso, se vuelven lobos disfrazados de cordero, su gran campo de cacería son los "partidos políticos", no importa cuál sea, lo que interesa es que lo abanderen. Dónde queda la "convicción" o o lo más valioso los "principios". ¿Quién se salva?. Sé que hay alguno... Buen relato Laura.
Saludos... Adiós.
Jorge Arié