domingo, enero 28, 2007

La Profecía de Comala

En algún lugar de la desolación, entre murmullos y retazos de suspiros, cuando la sombra del olvido cubrió todas las parcelas, las ilusiones se diluyeron en la pobreza, y ahora, en los ejidos se respira el inminente retorno del pasado…

Hoy por hoy, en plena posmodernidad, cuando la globalización impone nuevos paradigmas, las ficciones de antaño abandonan el ámbito literario para transformarse en realidades cotidianas: la ingeniería mecatrónica ha desarrollado los robots que funcionaban solamente en la imaginación de Isacc Asimov; debido a la actual insuficiencia de la industria alimentaria,
ya no parece tan descabellada la idea del soylent green como el insumo básico propuesta por Harry Harrison en los 70`s.

Cuando Juan Rulfo describió el encuentro entre la nostalgia por Comala y el rencor viviente de la miseria, reflejó el olvido que prevalecía en el campo mexicano hace cincuenta años y los estragos del abandono institucional después del reparto agrario. Ahora, en retrospectiva, el relato de Rulfo adquiere cualidades proféticas: el yermo donde deambulaba Pedro Páramo se actualiza en la crisis del agro mexicano.

Pero cualquier fantasía literaria y todas las licencias poéticas serán trascendidas por la inminencia del futuro, que ahora nos alcanza.

La reforma agraria fue la culminación de la revolución mexicana como movimiento social sustentado en el sector campesino y la instauración oficial de un modelo de producción cuya finalidad primordial fue controlar a los trabajadores del campo.

Fue también, el inicio del olvido provocado por el mito de la industrialización como sinónimo de modernidad y progreso. La ineficacia de las políticas públicas para el fomento y el desarrollo de las actividades agropecuarias empobrecieron a los ejidatarios y pequeños propietarios.

La desolación en el agro mexicano es el panorama idóneo para el retorno de los lugartenientes, ahora globalizados. Una de las evidencias de este fenómeno es la privatización paulatina de los ejidos.

Por eso, justamente ahora, cuando se conmemora el septuagésimo aniversario del Asalto a las Tierras en el ejido Michoacán de Ocampo, la cuna del movimiento agrarista en el Valle de Mexicali, en el estado mexicano de Baja California, el 90% de las parcelas funcionan mediante arrendamiento y la mayoría de los ejidos se han transformado en propiedades de dominio pleno total y parcial debido a la inminente urbanización.

En 1992, en el régimen de Carlos Salinas se realizaron, sin contratiempos ni oposiciones, las modificaciones estratégicas a la ley Agraria que permiten la privatización y venta de los ejidos. La Delegación del Registro Agrario Nacional en Mexicali reporta que desde entones se han privatizado totalmente 21 ejidos y 13 en forma parcial debido al desarrollo de proyectos de la iniciativa privada y a la inminente urbanización.

Otra evidencia es el actual aumento en el precio de la tortilla. Solamente las cadenas de supermercados pueden ofrecer el kilo de tortilla al precio pactado con la administración federal, y en ocasiones por debajo del precio tope.

La competitividad y la cooperación como nuevos ideales en la producción globalizada se materializan en los clusters y en la economía regionalizada; en la ética del mercado, la figura del moderno latifundista será el paladín que recatará al yermo mexicano de la desolación, actualizando la legendaria diferencia entre propietarios y desposeídos, agudizando la marginación.

De persistir el enfoque globalizante en las políticas públicas que beneficia a los monopolios de la industria alimentaria, se esparcirá la desolación de Comala, el yermo se extenderá desde la Media Luna a todo el territorio…y entre murmullos y retazos de suspiros, cuando la sombra del olvido cubra todas las parcelas, las ilusiones se diluirán en la pobreza, y en los ejidos se respirará el inminente retorno del pasado…

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