domingo, agosto 17, 2008

Epopeyas cotidianas

En algún lugar de la geografía humana existe un yermo, solitario como la desventura pero inconmensurable como la voluntad; por eso, en todos los rincones del destino se realizan proezas, y los héroes surgen en todas las coordenadas de la adversidad…

En los juegos olímpicos se ejercita la capacidad de asombro cada vez que se traspasan las fronteras de lo humanamente posible, circunstancia que ha sido comercializada en la cultura mediática; la ética del lucro impregna el triunfo de los atletas y el mercado absorbe la biografía de los vencedores para erigir a los héroes posmodernos porque en la aldea global ya no existen los ideales compartidos.

Hoy por hoy, ante la ruptura de los paradigmas y la escasez de ídolos, la conciencia colectiva refrenda los mitos legendarios para establecer los modelos de excelencia. Pero los mitos posmodernos se encarnan en las figuras entronizadas por la publicidad y endiosadas por la mercadotecnia.

Todos los reflectores se dirigen a Beijing, todas las expectaciones se concentran en la arena deportiva, y sin duda alguna, la admiración por los semidioses posmodernos procreará una miríada de esperanzas. Por eso, el encanto olímpico se generaliza y se expande, provocando la ilusión de que el tiempo y la realidad se han detenido.

Sin embargo, los engranes del mecanismo perpetuo nunca se detienen y en la arena de la cotidianidad también se realizan proezas y surgen héroes, pero su esfuerzo no es reconocido en el mercado de los arquetipos.

Muy lejos de la cobertura mediática, Adriana Pérez Soria, alumna de la División de Posgrado (DEP) de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se convirtió en la primera mexicana en obtener el premio que anualmente otorga la Asociación Internacional para la Investigación Dental. Adriana compitió con 40 tesis provenientes de todo el mundo en el congreso de esa asociación celebrado en Toronto, Canadá, donde el texto de la universitaria mexicana fue reconocido por un jurado calificador internacional.

No hubo fanfarrias triunfales cuando la preparatoriana mexicana Mariana Sánchez Villarreal obtuvo la medalla de plata en la Olimpiada Internacional de Biología celebrada en Bombay, India. Tampoco se transmitieron los pormenores de la Olimpiada Internacional de Química, donde Alejandro Romero Montalvo, de Xalapa, Veracruz, consiguió medalla de plata y Luis Ángel Martínez Martínez, originario de Oaxaca, obtuvo la medalla de bronce. Y ningún titular destacó que en la misma justa, Astron Rigel Martínez Rosas, de Toluca, estado de México, fue reconocido con Mención Honorífica, en una competencia en la que participaron 253 estudiantes de 68 naciones.

La victoria del mexicano Víctor Guevara pasó desapercibida en la mediocracia. Recientemente, cuando Víctor compitió en los cien metros planos, se enfrentó a representantes de 176 países, rompió su propia marca y ganó la medalla de oro en los juegos paraolímpicos, pero en el mercado de la personalidad aún no se le otorga ningún reconocimiento.

Y mientras Michael Phelps buscaba su octava medalla de oro y la gloria olímpica, al otro lado del mundo, en Tijuana, un pequeño grupo de albañiles se enfrentaron a pedradas a un comando de sicarios que pretendía secuestrar al arquitecto encargado de la construcción en que laboran.

Y así como éstos, se realizan muchos sucesos extraordinarios que no se registran con letras doradas en el canon de la humanidad; un sinfín de hazañas increíbles y héroes anónimos permanecerán al margen de los reflectores, y ni siquiera disfrutarán los quince minutos de fama que por reglamento concede la mediocracia en la mundo posmoderno.

No obstante, sin fama ni fortuna, la gloria es un pedacito del cielo que anida en el corazón de aquellos que vencen los límites de la fatalidad; la gloria se concentra en un momento inolvidable en la vida de todos, y por eso… en todos los rincones del destino se realizan proezas y los héroes surgen en todas las coordenadas de la adversidad…

3 comentarios:

Lázaro Buría dijo...

De todas las proezas, la que más me asombra es la de quien permanece sentado y calla cuando la multitud enardecida vitorea los discursos de La Nueva Esclavitud.

Bonita reflexión la tuya. ¿No haces vacaciones?

LB

Adriana Pérez Soria dijo...

Hola mi nombre es Adriana Pérez Soria, y leí en la columna del 17 de Agosto-2008 acerca del premio internacional que ganó México, me sorprendió mucho leer acerca de mí en internet, me alegra que exitan personas como usted que hagan públicos los logros de los que NO somos famosos. Solo quería agradecerle y felicitarla por su contribución.

Laura M. López-Murillo dijo...

Y yo quiero felicitarte por tu dedicación, tu talento y tu inteligencia.
Ojalá esas fueran las virtudes más valoradas por los mexicanos.
Sigue así. Es evidente que amas y disfrutas tu profesión. Y por eso,
estoy segura que lograrás el éxito en todo lo que emprendas.

Un abrazo: