domingo, diciembre 07, 2008

Abracadabra

En algún lugar de la parafernalia, entre las alegorías, comedias y artificios, la partidocracia reserva sus propuestas para el momento oportuno y ejerce el poder para preservarlo; y por eso, las panaceas, las propuestas maravillosas, los plazos y las soluciones mágicas surgen únicamente en torno al proselitismo…

Las propuestas impactantes para aliviar los males endémicos que flagelan al país, y la disposición para atender las demandas sociales se postergan hasta la época electoral. Durante ese periodo de tiempo, y sólo en la víspera de los comicios, la voz de la ciudadanía adquiere una resonancia inusitada; bajo el influjo del poder, súbitamente aparece el hilo milagroso que habrá de zurcir el desgarrado tejido social.

Como por arte de magia, se logra el consenso en el legislativo y se aprueban dictámenes y reformas, como si la unanimidad fuera un parámetro para ponderar la eficiencia en el Congreso de la Unión. Con visión proselitista, ninguna de las bancadas pierde la oportunidad para distinguirse ante la ciudadanía y la aprobación de iniciativas obedece a los costos políticos, traducidos en votos.

Entre juegos y malabares, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, aprobó por unanimidad incorporar a la Constitución Política las figuras del plebiscito y referéndum, lo permitirá que la ciudadanía participe en cuestiones administrativas y modificaciones a la Carta Magna.

Levitando sin cables y flotando sobre el ambiente electoral, la fracción del Partido del Trabajo (PT) en la Cámara de Diputados presentó una iniciativa de reforma que plantea prohibir al Estado mexicano el rescate de empresas privadas como bancos, carreteras y otros sectores; la reforma al Artículo 73 constitucional establece que "en ningún caso el Estado Mexicano emitirá leyes, decretos, acuerdos, contratos o disposiciones de carácter general mediante los cuales se convierta en pública la deuda de agentes económicos privados".

El conejo que saltó de la chistera del gobernador priísta, Humberto Moreira Valdés, traía consigo un tabú: restablecer en la Constitución Federal la “pena de muerte para los plagiarios que torturan y matan a sus víctimas”. Esta propuesta, que provocó polémica en la clase política y agilizó la opinión pública, surgió en el momento preciso y su impacto fue debidamente calculado obedeciendo a los tiempos y movimientos electoreros.

Como verdadero escapista, Felipe Calderón se incorpora al elenco de la magia electorera con una desaparición asombrosa: aseguró ante la cúpula del PAN que no interferirá en el proceso electoral de 2009; entre el polvo de estrellas blanquiazules, la ilusión surgió ante los coordinadores parlamentarios en ambas cámaras, legisladores federales y locales y aspirantes a gobiernos estatales, cuando el presidente sostuvo que actuará con “imparcialidad y sin abusos”.

Pero la consagración en el ilusionismo se produjo cuando Calderón asumió la dirigencia subrepticia de su partido y presentó el lema de las futuras campañas, cuando exigió a los dirigentes ponerse a trabajar e ir casa por casa, barrio por barrio, para convencer a la ciudadanía de que “Acción Nacional es la mejor alternativa de gobierno”.

El proceso es ya inminente e inevitable, y en los tiempos venideros bastará pronunciar las palabras mágicas y de la nada absoluta aparecerán los trucos y embelecos, las argucias y las consignas que escucharemos hasta el hartazgo durante las próximas campañas; las grandes soluciones en plazos pequeños, -los cien días o los quince minutos-, se condensarán en las estrategias electoreras… las panaceas, las propuestas maravillosas, los plazos y las soluciones mágicas surgirán en torno al proselitismo…

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