martes, febrero 15, 2011

Revolución en linea

En algún lugar intangible, en la inminencia de la virtualidad coinciden todas las voces y acuden todos los criterios; y ahí, en el etéreo entorno digital, eludiendo el engranaje de la censura, surgen espontáneamente las afinidades en el concierto incontenible de la libertad…

En la aldea global, bajo el imperio de los medios, por un resquicio del muro que restringe el discurso social se filtra un eco, vaporoso y esquivo, que al expandirse ha configurado el entorno digital. Hoy por hoy, las tecnologías de la información y la comunicación propician el encuentro de las opiniones que alguna vez fueron censuradas y restringidas por contradecir el criterio dominante o la versión oficial de la historia. A través de la conectividad móvil circulan las imágenes del rompecabezas inmenso de la realidad, y la veracidad de esos testimonios adquirió la consistencia necesaria para desmentir y refutar los discursos oficialistas. Las demandas e inquietudes legítimas de la ciudadanía emergen a espacios públicos, al ágora virtual donde se exponen y se erigen las afinidades.

El impacto de la conectividad virtual y las redes sociales será el primero de los hitos en la historia posmoderna, la presencia de un nuevo medio de comunicación que expande el estrecho espacio de la opinión pública, convoca y moviliza a pueblos enteros y tiene la inusitada contundencia para derribar autoritarismos.Los manifestantes que derrocaron al presidente tunecino Ben Ali e iniciaron una revolución en las calles de Egipto hasta conseguir la salida del mandatario Hosni Mubarak usaron sitios como Twitter y Facebook para coordinar sus acciones.Las revoluciones en Tunez y Egipto serán los eventos determinantes en la consolidación de una democracia sin mordazas.

La conectividad a Internet ya es considerada una amenaza; los gobiernos y agentes de inteligencia le prestan cada vez más atención a redes sociales para detectar las amenazas políticas, pero la represión tradicional de las dictaduras no ha surtido efectos. En enero del 2011 Wael Ghonim, alto funcionario de Google en Medio Oriente y cibermilitante, fue secuestrado por la policía secreta de Egipto tras ser descubrirse que con el seudónimo de “el sharid” (mártir) Wael configuró un perfil en Facebook desde el cual convocó exitosamente varias manifestaciones contra la dictadura. Durante las movilizaciones multitudinarias que exigieron y consiguieron la caída de Hosni Mubarak, el gobierno egipcio reaccionó restringiendo el acceso a internet.

Pero la conexión virtual de las conciencias es esquiva, vaporosa, inasible: ni los tanques ni las barricadas lograron contenerla: cibernautas de diversas partes del mundo contribuyeron a facilitar la comunicación de la disidencia y bloquear la represión gubernamental. Y ahora, el principio de una nueva era se inscribe con una revolución digital protagonizada por los ciudadanos de la globalidad que eluden el engranaje de la censura, que habitan en la virtualidad donde surgen espontáneamente las afinidades que irrumpen en el silencio con el concierto incontenible de la libertad…

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