domingo, octubre 30, 2011

De las utopías y los desencantos

“Tienen la fuerza, podrán avasallarnos,
pero no se detienen los procesos sociales
ni con el crimen ni con la fuerza.
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.”
Salvador Allende

En algún lugar del tiempo, sobre la línea de la historia existen puntos álgidos, momentos decisivos en el rumbo del destino que son registrados en el lenguaje de los vencedores, y a partir de entonces, prevalece una, y sólo una, versión del pasado ante el juicio de la posteridad…

Las movilizaciones populares de la “Primavera árabe” provocaron la caída de los regímenes en Medio Oriente, exhibieron y denunciaron los abusos y los excesos de los dictadores que pretendían perpetuarse en el poder. En una secuencia ininterrumpida, los mandatarios han sido exiliados, aprehendidos, enjuiciados, ejecutados. Pero la tendencia no es uniforme: los niveles de crueldad en las detenciones, juicios y ejecuciones varían en función del servilismo o la rebeldía de los dictadores hacia el Imperio Occidental. Mientras Hosni Mubarak aguardaba su juicio en un hospital egipcio, Muamar Gaddafi fue capturado y ejecutado por una turba enardecida.

Sí! … Es una distinción grotesca, pero es el indicador infalible de la servidumbre de mandatarios impuestos por la fuerza y sostenidos en el poder por la obra y la gracia de un gobierno extranjero (léase: norteamericano). En un alarde de cinismo, personajes siniestros y perversos obtuvieron la benevolencia en cortes internacionales y acudieron al juicio de la historia con todas las consideraciones que su edad y su condición merecieron por motivos humanitarios; esa deleznable categoría incluye a personajes del talante de Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla, Alfredo Stroessner, Francisco Franco.

Porque el mismo criterio que distingue a los dictadores es el mismo con el que se escribe la historia del mundo; alguna vez fue la expansión del control norteamericano y ahora es la apropiación de energéticos. Hoy por hoy, cuando la democracia es un requisito ante los consorcios financieros internacionales, la figura de los dictadores es un remanente del colonialismo que es preciso extinguir. El proyecto ya está en marcha: las dictaduras caerán por su obsolescencia, por el peso de su anacronismo cuando ya no sean indispensables para controlar a las naciones. Los nuevos regímenes liberados de la perversidad de la dictadura serán gobernados por un mandatario sumiso y servil a la hegemonía del mercado y a los dueños del dinero, y entonces, el crédito y el financiamiento esclavizarán a los habitantes de un país sin líderes auténticos en la simulación de una democracia emergente.

Pero no! … el rumbo del destino aún no se define. La única fuerza alternativa capaz de modificar este proceso, que ahora parece inexorable, reside en la inmensa mayoría de ciudadanos que se mantienen al margen de las grandes decisiones. En forma simultánea a la “Primavera árabe” brotó el germen de “Los indignados”. Tal vez, presenciamos el nacimiento de la utopía en una época caracterizada por el desencanto; quizás, el inicio de una nueva época se ubica en la desesperanza multitudinaria y aún exista la posibilidad de revertir las inercias para que los pueblos escriban los momentos álgidos de su historia y el compendio de voluntades registre la versión del pasado ante el juicio de la posteridad…

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