En algún lugar del
lucro funciona un mecanismo extraordinario, cientos de engranes se concatenan
para movilizar las inercias, se generan
ilusiones y se fabrican figurines; el
artificio se realiza cuando las ideas y las razones sucumben en el vacío de una
imagen…
El
impacto de los medios de comunicación se ha registrado en todas las épocas y en
todos los territorios, pero es en la sociedad de masas cuando las estrategias
del mercado impregnan el ámbito electoral y de esta combinación surge el
marketing político. Desde entonces, el electorado se somete a sondeos y
estudios de mercado para detectar sus percepciones, sus temores y sus
aspiraciones; el discurso político consiste en mensajes simples, breves y persistentes; y la personalidad del mandatario, o del candidato,
se materializa en un producto perfectible.
Dicen los que saben que la ciencia
política se trivializa por el marketing político, que las extenuantes campañas
mediáticas consisten en argumentos persuasivos, que las promesas de los
candidatos son los estribillos de una tonada contagiosa, nada más! … Y tienen
razón!
El canon del mercado político se
sustenta en postulados verdaderamente aberrantes pero lamentablemente
efectivos: tipifican al electorado como compradores, una multitud sin memoria
que necesita un objetivo hacia el cual dirigir su frustración y determinan que
las emociones constituyen el motivo principal
para emitir el voto.
Los estragos del marketing político se han detectado en la fluctuación y volatilidad del voto como la manifestación
de la crisis en la identificación partidista. En el mercado electoral la imagen
el candidato predomina sobre la ideología del partido y tienden a diluirse las
diferencias entre la izquierda, el centro y la derecha en el espectro político;
una figura carismática eclipsa al
partido porque en su condición de producto, la designación del candidato
obedece a su capacidad para proyectarse como una opción atractiva alejándose
cada vez más del ideario y de la estructura partidista.
Otra secuela del marketing político
es la prolongación de las estrategias: la campaña mediática no concluye el día
de la jornada electoral porque continuamente se divulgan las acciones de
gobierno; en algunos casos, cuando la
parafernalia mediática abarca actividades ajenas al ámbito político, los
bemoles sentimentales de los personajes contribuyen a reforzar la imagen
pública.
Y desde la perspectiva del mercado,
ninguna cantidad es estratosférica si se invierte en el diseño de una campaña
de proselitismo político porque lo verdaderamente costoso sería perder en las
elecciones. Éste es el argumento del exceso en los gastos de campaña y del
desmesurado presupuesto destinado a la comunicación social de los gobiernos y
uno de los principales ingresos en los corporativos mediáticos que con tenacidad persuasiva transforman materiales frívolos e inconsistentes en ilusiones
y figurines; el artificio se realiza cuando las ideas y
las razones sucumben en el vacío de una imagen…
Si le interesan los estragos del
mercado en la política, lo invito a la conferencia “Los medios, el marketing
político y las elecciones 2012” que impartiremos el Dr. Manuel Ortiz Marín y yo
en el Seminario de Cultura Política, un loable esfuerzo del Lic. Leopoldo
Martínez Herrera. Lo espero el próximo miércoles 31 de Octubre a las 18:30
horas en la Junta Distrital 01 del IFE, Boulevard Benito Juárez #52, local 18-A
en el Centro comercial Plaza Mandarín.