En algún lugar globalizado, en los altares donde se
manufactura el conocimiento, se emiten las prioridades de la época, los modelos
del éxito y los requerimientos para alcanzarlo; pero en la configuración del
poderío material se excluyeron los atributos humanizantes…
El 28
de Enero, la Kennedy School de la Universidad de Harvard inauguró el programa
Angelopoulos Global Public Leaders otorgando una generosa beca al exmandatario
mexicano Felipe Calderón Hinojoza quien colaborará con investigadores, docentes
y alumnos aportando su experiencia en el análisis de “los retos que enfrentó como presidente y las políticas que
desarrolló”. A simple vista, esta manifestación de generosidad académica
implica varias incongruencias, pero en el fondo yace la lógica de una doble
moral. Felipe Calderón no es el primer
personaje emanado de la crisis que ingresa a Harvard: George Papandreou, el ex
primer ministro griego depuesto por el desastre económico en su país se
incorporó al plantel con un sueldo de 46 mil dólares al mes por impartir clases
sobre cómo superar la crisis del euro.
En
ese silogismo: el ingreso de Calderón al alma mater de la tecnocracia le
confiere súbitamente el reconocimiento Summa cum laude a la nanocracia en
México: ese estirpe de “funcionarios públicos cuyo principal atributo es su lealtad
incondicional al presidente porque su
obediencia trasciende y opaca la
carencia absoluta de capacidad, de experiencia y de visión de Estado”. Su formación académica en el extranjero los hace “menos nacionalistas que los
políticos tradicionales y son portadores de ideas extranjeras inadecuadas e
inaplicables”. Por consiguiente: Harvard otorga un amplio reconocimiento a la genuflexión del estado mexicano ante los
imperativos de la tecnocracia global. Sí sí!...
claro! …por supuesto!... el mandato de Felipe Calderón es uno de
los temas fundamentales para entender el rumbo de la historia global! Es
imprescindible conocer el funcionamiento de un estado que se apega ciegamente
al canon del mercado y tipifica a los ciudadanos como insumos, a la sociedad como
una unidad productiva y al gobierno como una agencia de negocios
internacionales que debe adaptarse a los requerimientos de los consorcios
financieros e industriales.
La
polémica invitación de Harvard provocó el repudio de
alumnos y egresados mexicanos: más de 34 mil 300 personas se sumaron al rechazo
de la incorporación de Calderón a esa Universidad; el poeta Javier Sicilia y el
académico Sergio Aguayo enviaron una carta señalando la incongruencia de la
invitación con los principios de la institución, y en un gesto de dignidad sin
precedentes, el ex embajador Héctor Vasconcelos Cruz, devolvió a Harvard su
diploma universitario como protesta. La respuesta de la institución fue un argumento escueto pero esclarecedor: los
logros de Calderón en
materia macroeconómica son evidentes y cuantificables, mientras su
responsabilidad en la tragedia causada por la estrategia contra el crimen
organizado es cuestionable. Es más importante el monto de las inversiones
extranjeras que el saldo de las victimas y la cifra negra de los mexicanos en
condición de pobreza.
Este
episodio revela el predominio de un criterio materializante y monetario en la
formación de los líderes políticos y empresariales, el desplazamiento de la ética hacia el rubro de las negociaciones, el sesgo de las instituciones educativas como
productoras incansables de paladines del mercado y mentes de obra que otorgan
el grado Summa cum laude a los precursores del poderío material carentes de atributos humanizantes…