En algún lugar
inesperado, las fuerzas se equilibran y
los extremos se evaporan, desaparece la tensión que mantenía alejadas a las antípodas,
los ataques se degradan, las ofensas se olvidan, las divergencias convergen
pero las convicciones claudican…
El actual proceso electoral en Baja
California, que inició el 1º de febrero, confronta a dos alianzas por la
gubernatura, alcaldías y diputaciones en el congreso local. Ambas, se
fundamentan en la incongruencia y se erigen sobre las divergencias galopantes que solían
distinguir a los partidos que las conforman; el elemento de cohesión que logró reconciliar
visiones y convicciones antípodas es el anhelo de victoria. Las coaliciones que
buscarán el voto el 7 de Julio son: “Compromiso por Baja California” que se
conforma con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Verde
Ecologista de México (PVEM), partido del Trabajo (PT) y Partido Encuentro
Social (PES); y “Unidos por Baja California” que conforman el Partido Acción
Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido Nueva
Alianza (Panal) y el Partido Estatal de Baja California (PEBC).
Así, las opciones para emitir el voto se simplifican rotundamente pero
las complicaciones aparecen cuando se pretende conciliar argumentos irreconciliables, cuando los
partidos coaligados deban olvidar los argumentos con los que alguna vez se
atacaron, las descalificaciones que mutuamente se hicieron, los daños
recíprocamente infringidos. Es por eso que la credibilidad de las alianzas
únicamente se sustenta en su afán por la victoria electoral. La conformación de coaliciones entre partidos políticos en México es un
fenómeno cada vez más frecuente y su éxito reside en la designación del candidato;
la figura del contendiente aliancista deberá opacar la fluctuación de las
convicciones y la volatilidad de los idearios partidistas. Suelen ser personajes
conciliadores, de amplio criterio, tolerantes cuya imagen trasciende las
consignas de su partido para encontrar coincidencias donde antes hubo
radicalismos, es el elemento fundamental que fortalecerá o debilitará a las
alianzas.
Si las precampañas son únicamente el trámite indispensable que debe
realizarse en tiempo y forma para registrar al candidato oficial, será la
debacle de los partidos pequeños que participaron en la farsa del partido
predominante. Si la precampaña equivale a la búsqueda del candidato con el
perfil idóneo, al margen de compromisos o intereses de partido, la coalición
emergerá fortalecida con una imagen capaz de reconciliar lo irreconciliable.
Hoy por hoy, ante las coaliciones
que buscarán el poder en Baja California, la pregunta ineludible es: cuál será
la visión que unificará la diversidad de criterios en las alianzas? Es
posible que los abanderados de la extrema derecha adquieran, aunque sea por
contagio, una pisca de sensibilidad social? En el
trajín de las amalgamas: los extremistas reconocerán los excesos perniciosos en
el fanatismo moralino y en los radicalismos de izquierda? Suponer las cualidades del producto emanado de
una alianza es aún prematuro, lo evidente es la contundencia de las
aspiraciones y el final inminente de los extremos porque el afán de victoria es
implacable y desvanece la tensión que
mantenía alejadas a las antípodas, degrada los ataques y anula las ofensas, hace
converger a las divergencias pero las convicciones claudican…
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