“Gracias, por lo que significa tener mecanismos
alternos a los grandes poderes mediáticos, a lo que tristemente hoy tenemos
como dominante.”
Carmen Aristegui
En
algún lugar indómito, ajeno a la voluntad de los hombres, la naturaleza aguarda
pacientemente el momento menos propicio para desatar sus inclemencias y exhibir
las pequeñeces de la condición humana...
La
insólita coincidencia de los huracanes Ingrid y Manuel provocó la devastación
en ciudades y poblados en varios estados de la República Mexicana. Las
precipitaciones destrozaron varios puntos en la red de carreteras y arrasaron asentamientos irregulares,
enfatizando la distancia entre la prosperidad y la marginación.
La
inclemencia de la naturaleza acaparó los titulares en todos los medios y
desencadenó una secuela de vicios y aberraciones en la cobertura mediática
porque la mediocracia mexicana capitalizó vulgarmente la tragedia: en el
espectáculo noticioso abundaron los testimonios dramáticos de los damnificados,
las escenas del duelo y la devastación. Y en este drama mediático el
protagonismo se desplazó de las víctimas a la clase gobernante cuando inició la
incesante divulgación de imágenes del señor presidente caminando en la zona del
desastre con el agua hasta las rodillas, acompañado de sus secretarios y algún
gobernador. En un sutil giro se distrajo la atención de las causas para enfocar
las luces y las cámaras en los efectos excluyendo del discurso: la negligencia
o la impericia en el desarrollo urbano, la indiferencia a las zonas marginales
y a los cinturones de miseria como resultante de procesos corrompidos, la
insuficiencia de los servicios públicos, los vicios ocultos en las obras públicas.
Pero
hubo un error en el cálculo y la mediocracia se excedió en el giro de la tragicomedia:
Laura Bozzo y su equipo de producción se trasladaron, en helicópteros pertenecientes al Estado de México, al poblado de Coyuca de
Benitez en el estado de Guerrero para filmar escenas de rescate y atención a
los damnificados. Afortunadamente y por una insólita coincidencia, en aquel
lugar también se encontraban la reportera Marcela Turati y el fotógrafo Eduardo Miranda del
semanario Proceso, quienes revelaron en el programa radiofónico de Carmen
Aristegui el grotesco montaje y la falsedad dramatizada de Laura Bozzo
transmitida por Televisa y el desvío en el uso de los recursos públicos. Las
reacciones fueron inmediatas:
En los medios masivos, Laura de América,
vanagloriándose de naca y vociferando peladeces exigió públicamente el derecho
de réplica a Carmen Aristegui, quien respondió: “francamente tiene algo de
gracia: ¿Tiene autoridad moral Televisa para exigir a gritos el derecho de
réplica?” En las redes sociales, la
ciudadanía se expresó en un intenso
intercambio de opiniones provocando una arrolladora tendencia contra la
conductora de falsedades dramatizadas y contra la televisora. Mientras tanto:
se acumulan las denuncias del robo de despensas y la venta de víveres en las
zonas de desastre. Comunidades enteras permanecen incomunicadas esperando ayuda
y socorro.
Y así, damas y caballeros, en este circo
de tres pistas se exhiben: la tragedia como espectáculo; el protagonismo
político que encubre los vicios ocultos en las obras públicas; y el
fortalecimiento de la crítica social que confronta a la mediocracia. Y en el
espectáculo más grande del mundo se presentan
las fuerzas indómitas de la
naturaleza que aguardaron pacientemente el momento menos propicio para desatar
sus inclemencias y exhibir las pequeñeces de la condición humana...