“La
televisión está transformando nuestra cultura
en un
vasto anfiteatro al servicio del espectáculo”.
Neil
Postman
En algún lugar espectacular, las
ficciones adquieren la consistencia de la realidad; y todos los días y a todas
horas, una pantalla emite un comando imperceptible que se aloja en la grieta
más vulnerable del pensamiento…
El dictamen del proyecto para la reforma en materia de telecomunicaciones
que fue aprobado en lo general en Comisiones del Senado de la República es una
evidencia incuestionable de la dialéctica mediática, y perversa, que confronta a las ficciones con la realidad
porque consolida a la mediocracia como el emisor de los mensajes
infraculturales y desinformativos que moldearán la percepción de audiencias inconmensurables.
Si algún mérito tienen los
legisladores, que obviamente sería involuntario, sería materializar las
distopías: están construyendo el escenario perfecto para el control masivo de
los pensamientos que describieron Orwell, Huxley, Bradbury y otros alucinantes
profetas del progreso. Y si de algo deberían ufanarse, sería la transformación
del mundo en un entorno hostil y agresivo; la emisión incesante de imágenes y mensajes violentos provoca la
sensación de indefensión y la angustia en las audiencias, que al sentirse
vulnerables reclamarán la protección del Estado.
Como en todas las dialécticas, en
ésta se confrontan dos opuestos irreconciliables: la crítica y la imposición.
Los escritores y artistas plásticos de la Unión Nacional de Sociedades Autorales
(UNSAC) manifiestaron en un comunicado que “la propuesta aprobada por el
legislativo es regresiva y afecta a la sociedad mexicana, beneficiando
solamente a los grandes capitales. Nuevamente el poder legislativo aprobó una
ley que convierte a los medios en fuente de enriquecimiento a priori, dejando
de lado los beneficios sociales, artísticos y culturales. Este modelo ha
detenido el avance de la democracia electoral y nos ha hecho retroceder
alarmantemente en materia de la participación democrática como forma de vida”.
Los defensores de las audiencias de Canal 22,
Radio Educación, el IMER y MVS, dieron a conocer su postura respecto a las
leyes en materia de telecomunicaciones y radiodifusión y enfatizaron que en el
proyecto aprobado se omiten la pluralidad y la veracidad de la información, el
fomento de la identidad nacional, el pluralismo ideológico, político, social y
cultural como derechos de las audiencias que deben cumplirse en las
transmisiones de radio y televisión. Manifestaron también que no se establece
sanción alguna a la mala calidad de los contenidos transmitidos ni a la
ambigüedad de las notas periodísticas.
Y en última instancia: el debate más
acalorado en el proyecto de la reforma a la ley de telecomunicaciones fue la
determinación de la preponderancia de los consorcios. Pero la calidad de los
contenidos, las tarifas por los servicios y el pluralismo como garantía de la
libertad de expresión se abordaron en incisos simples y ambiguos, postergando
como siempre, los intereses, las necesidades y los derechos de las audiencias.
Sí! … Yo creo que estamos en el
umbral de las distopías pero también creo que las profecías no son inexorables;
la culminación del control ideológico de la mediocracia puede evitarse si
recuperamos la curiosidad intelectual como atributo de los seres humanos, de
lo contrario, el pensamiento crítico
desfallecerá entre las ficciones que disfrazan la realidad, y cuando el destino
nos alcance, todos los días y a todas horas, una pantalla emitirá un comando
imperceptible que se alojará en la grieta más vulnerable del pensamiento…
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