domingo, septiembre 20, 2015

El motivo original


“Nuestra grandeza no radica en qué tanto podemos reconstruir el mundo,

sino en ser capaces de reconstruirnos a nosotros mismos.”

Gandhi



            En algún lugar primigenio, cuando la incomprensión agudizaba la fragilidad de los hombres y por un prodigio insólito,  surgió la conciencia; desde entonces,  la explicación del caos, el consuelo ante la injusticia y las causas de la prosperidad están escritas en la magnificencia del firmamento…



            Los vaivenes de la historia obedecen a dos impulsos, esencialmente contradictorios: el impulso de la ambición extiende las fronteras de los imperios que exportan el terror como bandera y  ostentan el  poder como atributo; y  otro  impulso  se opone a las inercias y  propicia las transformaciones que reconfiguran la geografía humana, y es entonces cuando se derriban los paradigmas y las prioridades se reinventan. El imperio del mercado se extiende  por el impulso del lucro, glorificado como ética rampante, inculcado como afán y paradigma. Las desigualdades tienden a agudizarse y los muros de la indiferencia protegen a individuos ensimismados, alienados por el consumismo, hechizados por la imagen de una marca. El apogeo del mercado coincide con la deshumanización de los regímenes y es en este momento histórico cuando surge una alternativa, la perspectiva diferente de un afán ancestral que nos hermana. La alternativa surge de la conciliación, como  el principio de un nuevo criterio, y de la generosidad, implícita en la solución de las grandes carencias.



Francisco I es uno de los exponentes de esta visión alternativa, el precursor de una hermandad que trasciende los límites de los dogmas para dignificar las diferencias. Reubica al papado en los parámetros de la imperfección, como condición humana, y ha resucitado al  motivo primigenio de la fe: la necesidad existencial de consuelo  en un entorno hostil y caótico. En  su primer mensaje al pueblo cubano enfatizó que “la importancia de una nación y de una persona siempre se basa en cómo sirve a la fragilidad de sus hermanos. El servicio nunca es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas”.



El discurso del papa obedece al impulso de la misericordia en franca oposición al sistema de mercado y a los estigmas que flagelan la dignidad de los hombres prodigando el perdón. Su agenda y sus discursos son imprevisibles pero el viaje apostólico a Cuba y Norteamérica podría ser el escenario para exponer su visión y sus propuestas respecto a la reanudación de las relaciones entre Cuba y Norteamérica, al  embargo económico a la isla y al calentamiento global.


La esperanza resurge. Las vocaciones por la bondad y la misericordia, desplazadas del corazón de los hombres por los mandatos del lucro, endulzan la conciencia y por un prodigio insólito, la fragilidad hermana a una especie que busca  la explicación del caos, el consuelo ante  la injusticia y la causa de la prosperidad en la magnificencia del firmamento…



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