“Vivimos
en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia
y la
tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas.
Ello
constituye una fórmula segura para el desastre.”
Carl
Sagan
En algún lugar de la historia, en el recoveco de las obsolescencias se
almacenan los oficios y artificios en desuso; y en la bodega de las
evanescencias se conservan las prioridades y las tradiciones que fueron
desplazadas en nombre del progreso...
Desde la primera revolución
industrial, el avance de una época a otra obedece a las innovaciones
tecnológicas y a su aplicación en la comunicación masiva. Los dispositivos que
ahora facilitan la transmisión de datos
alguna vez fueron artificios insólitos en una novela de ciencia ficción
y las ideas que ahora parecen disparatadas algún día se concretarán en objetos
y herramientas indispensables.
Isaac Asimov escribió las leyes de
robótica en 1942 y en aquel entonces los avances en la ciencia y en la
tecnología que describía en sus novelas parecían fantásticos y fantasiosos pero
ahora, a menos de un siglo de distancia, el Foro Económico Mundial (WEF) pronostica
que en los próximos cuatro años la incorporación de la robótica en labores
administrativas significará el reemplazo de 5 millones de empleados.
El comportamiento de HAL 9000
alcanzó el umbral de la conciencia en 1968 cuando Arthur C. Clarke lo describió como un
computador algorítmico heurísticamente programado en “2001 Odisea en el espacio” y ahora, la
cuestión trascendental confronta a la consciencia, como atributo exclusivo de
los seres humanos, y a la inteligencia artificial, que no la requiere.
Yuval Noah Harari, en su libro “Sapiens: A brief
history of humankind” advierte el desvanecimiento de la frontera entre la
consciencia y la inteligencia por el desarrollo de computadoras y dispositivos
inteligentes que pueden realizar las tareas de los seres humanos y ejecutarlas
con más eficiencia. Tal vez parezca fantástica y fantasiosa, pero la
advertencia de Harari deberá atenderse más temprano que tarde: “El siglo XXI
avanza y los humanos están en peligro de perder su valor porque la inteligencia
se está independizando de la consciencia.”
Hoy por hoy, la dependencia a los
teléfonos inteligentes es uno de los rasgos del homo ciberneticus, el especimen
que ha desplazado al homo videns en la secuela inexorable de la nuestra
evolución. Y ante la inminencia de los cambios debemos rescatar la cuestión
fundamental: cuál es elemento, dónde está la esencia que nos hace humanos?
El empleo y el ocio cambiarán en
formas aún imprevistas, la tecnología producirá máquinas y artefactos que
sustituirán a los se usan actualmente; los rasgos anatómicos se adaptarán a las
nuevos hábitos y la tecnología seguirá transformando las pautas de
conducta; y la historia registrará esta
secuela inexorable de obsolescencias y evanescencias almacenando los oficios y
artificios en desuso y conservando las prioridades y las tradiciones que
desplazadas en nombre del progreso...
Fuentes
Grün,
Ernesto. Homo ciberneticus.
Recuperado el 24 de Enero del 2016, de http://www.iasvirtual.net/argrun02.htm
Harari,
Yuval. (2014) ¿La gente seguirá siendo
útil en el siglo XXI? Recuperado el 24 de Enero del 2016, de http://mexico.cnn.com/opinion/2014/09/18/opinion-la-gente-seguira-siendo-util-en-el-siglo-xxi
Hernández,
David. (2016). Los robots eliminarán más
de 5 millones de puestos de trabajo. Recuperado el 24 de Enero del 2016, de
http://www.msn.com/es-us/noticias/tecnologia/los-robots-eliminar%c3%a1n-m%c3%a1s-de-5-millones-de-puestos-de-trabajo/ar-BBoqbgg?ocid=spartanntp
Justo,
Marcelo. (2014). Tecnología, demografía y
los trabajos del futuro. Recuperado el 24 de Enero del 2016, de http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/06/140623_economia_trabajos_futuro_mj
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