En algún lugar cercano al olvido, yacen todos los argumentos
del raciocinio y los silogismos de la reflexión que han sido relegados por la
espectacularidad de la primicia…
El año 2016 inicia con la exasperante cobertura
mediática de la recaptura de Joaquín “El Chapo” Guzmán, narcotraficante y
enemigo público número uno del gobierno mexicano. La primicia surgió en la
cuenta oficial del presidente Peña Nieto en twitter: “Misión cumplida. Lo
tenemos”. Y desde ese momento, la mediocracia mexicana divulgó los detalles del
exitoso operativo de minuto a minuto. El mensaje oficial de la presidencia
enfatizó que “las instituciones han demostrado una vez más, que los ciudadanos
pueden confiar en ellas". Fue una noticia pletórica de triunfalismo en un
momento de desolación popular tras la devaluación del peso frente al dólar y la
incontenible baja en el precio internacional del petróleo. Y por unas horas, se
consideró como una estrategia perfectamente implementada para mejorar la imagen
del presidente Peña y su gobierno, algunos críticos la catalogaron como una
distracción ante el advenimiento de tiempos difíciles y otros como un acto de
proselitismo anticipado.
Pero el triunfalismo en México fue
efímero, una llamarada de petate que alumbró unas cuantas horas porque al día
siguiente de la recaptura, en la portada de la revista Rolling Stone aparece el
acto Sean Penn estrechando la mano del hombre más buscado en el mundo. Y los
detalles de la entrevista que concedió el Chapo a Sean Penn provocaron la
suspicacia generalizada: la entrevista se realizó el 28 de Septiembre del 2015
cuando el Chapo era un prófugo de la justicia y “el gobierno de Enrique Peña
Nieto lo buscaba hasta por debajo de las piedras en la zona de la Sierra Madre
Occidental”.
Ahora, dicen las autoridades que el
encuentro de Sean Penn con el Chapo les permitió seguir el rastro y lograr su
recaptura, que llamaran al actor para interrogarlo y deslindar
responsabilidades porque no es un periodista obligado a guardar la secrecía de sus fuentes. Pero la cuestión
de fondo es aclarar la secuencia de los hechos: si las autoridades conocieron o
no las circunstancias en que se realizó la entrevista.
Y como suele suceder, los pormenores del
intrincado episodio acaparan la atención masiva y desplazan a un segundo plano
las reflexiones de Sean Penn respecto a la guerra contra la drogas. El artículo
inicia con una frase de Michel Montaigne que refleja la influencia de las
costumbres en la idiosincrasia de los pueblos 1) y en los
primeros párrafos identifica a los consumidores de narcóticos ilícitos como
cómplices de los asesinatos y de los actos de corrupción en México y en
Norteamérica. Describe como una cuestión de moralidad relativa la reclusión de
miles y miles de adictos en instituciones donde padecen “actos indecibles de
deshumanización”. Y sus cuestionamientos conducen al monopolio de la violencia,
atribución del estado que describe como “acciones sin equivalencia moral y
abominaciones que rivalizan con los crímenes que persigue.
Pero la opinión de Sean Penn no
acapara los titulares porque se ha minimizado su participación en este episodio
del surrealismo mexicano; su visión de la guerra emprendida contra el
narcotráfico podría generar la reflexión pero la reflexión implica una amenaza
y como tal debe reprimirse y archivarse en el cajón de los olvidos donde yacen
todos los argumentos del raciocinio y los silogismos de la reflexión que han
sido relegados por la espectacularidad de la primicia…
Fuentes
BBC
Mundo. (2016). La sorpresiva entrevista que le dio Joaquín “El Chapo” Guzmán a
Sean Penn en la clandestinidad. Recuperado el 10 de Enero del 2016, de http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/01/160109_entrevista_rolling_stone_chapo_sean_penn_bm
Esquivel,
Jesus. (2016). Mientras Peña Nieto lo buscaba, “El Chapo” daba entrevista a Sean Penn y Kate del
Castillo. Recuperado el 10 de Enero del 2016, de http://www.proceso.com.mx/?p=425754
La
Jornada. (2016). El chapo, implicaciones de una entrevista. Recuperado el 10 de
Enero del 2016, de http://www.jornada.unam.mx/2016/01/10/opinion/002a1edi
Montaigne,
Michel. (s/f). Capítulo XXII. De la costumbre y de la dificultad de cambiar los
usos recibidos. En Ensayos. Recuperado el 10 de enero del 2016 de http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ensayos-de-montaigne--0/html/fefb17e2-82b1-11df-acc7-002185ce6064_83.html#I_31_
Penn,
Sean. (2016). El Chapo speaks.
Recuperado el 10 de Enero del 2016, de http://www.rollingstone.com/culture/features/el-chapo-speaks-20160109
Somaiya,
Ravi. (2016). Lo actores Sean penn y Kaye del Castillo entrevistaron al ‘El
Chapo’ en México para la revista Rolling Stone. Recuperado el 10 de Enero del
2016, de http://www.nytimes.com/2016/01/10/universal/es/sean-penn-kate-del-castillo-entrevistaron-a-el-chapo-en-mexico.html?_r=0
Stelter,
Brian. (2016). Un ‘un golpe de estado: Penn, Rolling Stone’ y ‘el Chapo’.
Recuperado el 10 de Enero del 2016, de http://www.cnnexpansion.com/negocios/2016/01/10/un-golpe-de-estado-penn-rolling-stone-y-el-chapo
1) La ley de la conciencia, que consideramos como compañera
de la humana naturaleza, nace también y tiene su origen en la costumbre; cada
cual acata y venera los hábitos o ideas recibidos y aprobados en derredor suyo,
y no sabe desprenderse de ellos sin remordimiento, ni practicarlos sin aplauso.
Cuando los cretenses querían en los pasados tiempos maldecir a alguno, rogaban
a los dioses que le arrastraran a contraer alguna costumbre perversa. Pero el
principal efecto de su poderío consiste en apoderarse de nosotros de tal
suerte, que apenas sí somos dueños de libertarnos de sus garras ni de razonar
ni discurrir en qué consiste tal influjo. Diríase que con la leche de nuestras
nodrizas penetra en nuestro ser el espectáculo del mundo, y así queda luego
estereotipado para siempre; diríase que nacemos con la condición expresa de
seguir la marcha general, y que los hábitos sociales que nos circundan y están
en crédito se ingieren en nuestra alma con la semilla de nuestros padres, y son
para nosotros los ordinarios y naturales; por donde nos acontece que todo aquello
que queda fuera de los linderos de la costumbre, lo creemos fuera de los de la
razón; y Dios sabe con cuánta sinrazón las más de las veces.
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