domingo, febrero 14, 2016

La razón de los desvelos


"Cierto que en el mundo de los hombres nada hay necesario, excepto el amor.”

Johann Wolfgang Goethe



            En algún lugar congénito, entre los mandatos de la herencia y la urgencia de los instintos, germina una ansiedad incontenible, un motivo incuestionable y la única razón de todos los desvelos…



            Los capítulos de la vida en la Tierra inician con felices coincidencias y concluyen por  las inclemencias del destino: las especies surgen y se extinguen en la secuencia inexorable de los caprichos de la selección natural  pero al margen de los instintos, la aceptación se erige como el motivo primigenio de todos los afanes del hombre.             El temor al rechazo ha moldeado nuestras palabras, reacciones y actitudes desde siempre; la aceptación del grupo es tan urgente como la sobrevivencia y la aprobación nos confiere una fortaleza extraordinaria. Y así, se han escrito epopeyas y proezas inauditas pero también se ha desencadenado un sinfín de conflictos por todas las variantes del rechazo: desde los celos y el desaire hasta la exclusión y la xenofobia.



            En una gran parte de nuestra historia la marginación fue el peor de los castigos y la soledad equivalía al peor de los fracasos; pero la única constante en el devenir de los tiempos es que todo cambia y hoy por hoy, la tecnología modifica los hábitos y las actitudes y la aldea global se fragmentó en millones de burbujas interconectadas.



            Los días en la vida de los habitantes de la globalidad transcurren de prisa entre nuevos hábitos de comunicación,  circulación  y  consumo; los usuarios  dependen de la conectividad y glorifican todos los artificios que la implican, los solitarios deambulan en la virtualidad buscando las afinidades que no encuentran en el entorno real donde las cualidades se han materializado en la sociedad de mercado. La soledad es relativa y opcional pero aún en este entorno esquivo, la necesidad de aceptación sigue siendo el motivo primigenio de todas las expresiones y las acciones: ahora, esta necesidad se satisface con el número de amigos o la cantidad de “likes” en el muro de Facebook,  la popularidad virtual se eleva con el número de seguidores en Twitter o Instagram, en índices que pretenden ponderar  la aceptación masiva.



            Las visiones futuristas siempre son arriesgadas pero casi siempre la realidad excede los pronósticos y en esta secuencia vertiginosa de avances tecnológicos surgirán nuevas formas de cortejo y el amor se adaptará a las nuevas circunstancias porque nuestra especie siempre obedecerá al mandato congénito y a la urgencia de los instintos y  será necesario un cataclismo universal para extinguir la ansiedad incontenible que nos impulsa, el motivo incuestionable de todos los proyectos y la única razón de todos los desvelos…

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