“Tiempo al tiempo y cada huella irá
encontrando su arena.”
Jorge Drexler
En algún lugar hermético y
ferozmente custodiado languidecían las imágenes de un
dolor recluido en el olvido; pero las leyes del tiempo son implacables y nada
ni nadie se resiste a sus efectos…
Durante décadas, sistemáticamente,
todos los intentos por dignificar el movimiento estudiantil de 1968 fueron
demeritados y las memorias, mancilladas; las marchas conmemorativas devinieron
en episodios de vandalismo. Los estudiantes comprometidos con el movimiento,
flagelados por los artificios de un régimen represivo, se incorporaron al
silencio forzado y todos los testimonios se marginaron por la contundencia del
olvido institucionalizado, cuya vigencia trascendió los primeros gobiernos de
alternancia.

Y el joven de la portada se
reconoció, se comunicó con la revista Proceso y brindó su testimonio, que fue
publicado en el ejemplar 1,311 (16 de diciembre 2001): Florencio López Osuna,
fue dirigente de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional
(IPN) en 1968 y en el 2001 era Subdirector de la Vocacional 5 del mismo
instituto. La fotografía (de autoría anónima) fue tomada en el momento de su
detención en el edificio Chihuahua en Tlatelolco, poco antes de su traslado al
Campo Militar Número Uno donde permaneció hasta su reclusión en Lecumberri.

Pero los esfuerzos por
esclarecer las sombras que envuelven ese episodio no han claudicado. Fabrizio
Mejía Madrid consultó las 5,000 páginas del expediente de Fiscalía Especial
para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (que surgió y desapareció en
el sexenio de Vicente Fox) y 60 libros testimoniales para recuperar, momento a
momento, los 123 días del movimiento estudiantil en su novela “Esa luz que nos
deslumbra”.
