domingo, agosto 05, 2018

Rompiendo lanzas. El discreto encanto del contraste

En algún lugar veleidoso, muy lejos de la consistencia, las fobias se convierten en filias, los ataques encarnizados se transforman en lisonjas disfrazadas y en un giro insólito, se rompen lanzas por los enemigos de antaño…

La victoria de Andrés Manuel López Obrador fue contundente, insólita. El próximo régimen inicia con un efecto trepidatorio conmocionando las estructuras de la parafernalia mediática al servicio del gobierno. La comentocracia y los opinólogos orgánicos han hecho gala de sus mejores artificios para atenuar el giro excéntrico de su perspectiva y disimular el contraste en sus críticas. Algunos se ufanaban como moderados e imparciales porque insertaban su rechazo entre las líneas de su discurso enfatizando su postura con medios tonos y medias tintas. Aquellos que aprovecharon las bondades del periodismo para defender su condición orgánica, lanzaron críticas implacables con el pretexto de formar opinión.

Sin saber cómo ni cuándo, aquellos que atacaron ferozmente al candidato ahora le desean la mejor de las suertes al virtual presidente electo, justifican sus propuestas y se afanan en detectar las ventajas de lo que alguna vez descalificaron. Categóricamente, pero con discreción, se desplazaron de un extremo a otro. Ahora, los unos y los otros, se desdicen con la gracia del cinismo y se atreven porque creen, firmemente, en la escasa memoria de la gentil audiencia.

Sea como fuere, encubrir las filias y las fobias entre las palabras de una nota informativa es mucho más que una ofensa a la inteligencia porque desvirtúa la esencia del periodismo, definido por Gabriel García Márquez como el “mejor oficio del mundo”. Y tratar de encubrir el giro absoluto en sus intereses, es un flagelo insufrible. La simpatía por algún partido, la adherencia a una ideología o la defensa de un proyecto son humanamente inevitables, pero deben asumirse éticamente, como deben admitirse los errores, las omisiones y los cambios de perspectiva.

Hoy por hoy, cuando Andrés Manuel se prepara para recibir las carpetas de la administración pública, como secuela de la designación de Manuel Bartlett como el próximo director de la Comisión Federal de Electricidad, la comentocracia ha divulgado toda clase de opiniones incluyendo la redefinición de la caída del sistema en 1988 como una “elección inequitativa”, como el gran “mito” que “transformó el sistema político mexicano en una auténtica democracia”. Los orgánicos pretenden redimirse y se disfrazan de transgénicos. 

Esta es apenas una de las redefiniciones que se avecinan. Le recomiendo que acuda a los datos y a las cifras originales, evite a los intermediarios y configure su propia opinión. Ojalá que, en el próximo régimen, la crítica se mantenga a una sana distancia del poder y se erija como una autoridad ética e intelectual porque su ausencia sería un brutal retroceso. En estos días, la química primigenia de los opinólogos es poco menos que una quimera y ya no se distingue la militancia autentica y asumida de las simpatías artificiales porque súbitamente las fobias se convirtieron en filias, los ataques encarnizados se transformaron en lisonjas disfrazadas y en un giro insólito, se rompen lanzas por los enemigos de antaño…

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