En algún lugar agitado
y concurrido, mientras se reduce el espacio vital la última pisca de
cordialidad se resiste a los modales de la indiferencia circundante; la
cercanía ya no significa proximidad pero se reinventan los rituales del apego…
A fines del siglo XX, Marc Augé
detectó la transformación de los espacios públicos en vías de comunicación,
circulación y consumo; poco a poco desaparecieron: las plazas donde alguna vez
socializamos, los puntos de encuentro y los afectos espontáneos que nacían al
frecuentar algún negocio. Ahora, el ritmo de la vida es más acelerado, nos
desplazamos de un lugar a otro sin reparar en quienes nos rodean o nos atienden
porque es improbable que los encontremos otra vez, y si así sucediera, no los
reconoceríamos.
La proliferación de las vías de
comunicación, circulación y consumo (conocidas como “No lugares”) se agudiza
por los efectos colaterales de la tecnología en las comunicaciones que nos
envuelven en una pequeña burbuja digital aislándonos de las personas
físicamente cercanas. Y así, en la aldea global se volvieron anacrónicos los
rituales de convivencia. Por ejemplo: compartir los alimentos con la familia,
que fue un momento festivo desde el paleolítico cuando la cacería era el medio
de subsistencia; durante siglos, la hora de la comida o de la cena fue el
momento del día destinado a la familia y la presencia en la mesa implicaba
disciplina y respeto. Ahora, una reunión familiar se reduce a una mera
coincidencia porque la atención de los comensales se concentra en los teléfonos
inteligentes.
Sí: lo único constante es el cambio. La convivencia, el juego, el
enamoramiento, el trabajo, el ocio, y todo lo que se le ocurra, se realizan sin
las limitaciones del tiempo y del espacio y el ritual del mercado no es la
excepción: las compras en internet han desplazado a las tiendas y ya son varias
las firmas comerciales que han cerrado sus locales. La experiencia de visitar una
tienda también está a punto de extinguirse: el ritual de ver los escaparates,
recorrer pasillos buscando lo que no se necesita, descubriendo las ventajas de
nuevos artefactos, revisar los productos, probarse las prendas, serán hábitos
obsoletos a la brevedad posible.
El comercial más reciente de la cadena norteamericana de autoservicio
Walmart promueve un nuevo procedimiento para adquirir mercancías: el pedido se
hace por internet y el paquete se recibe en el estacionamiento. El comercial
“Grocery Pickup – Famous Cars” se estrenó durante la entrega de los premios
Golden Globes y en pocas horas rebasó los 17 millones de reproducciones en
YouTube lo que augura la rápida expansión de esta nueva forma de comprar.
En un futuro cercano seremos compradores con un número de cuenta que no
saben quién recibe y envía sus pedidos, habitantes de un “No lugar” planetario.
Pero aún en ese escenario, subsistirá la necesidad de aceptación y la última
pisca de cordialidad continuará resistiendo los modales de la indiferencia circundante
y el apego se reinventará en nuevos rituales…
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