“La televisión comercial es para enajenar a los
jodidos.
No pretende más que incorporar a los pobres a la
sociedad de consumo.
Y tampoco pretende sacarlos de esa condición. Mucho
menos instruirlos”.
Emilio Azcárraga Milmo
En
algún lugar distante y ajeno a la cotidianidad, se diseña una realidad alterna,
un mundo paralelo habitado por estereotipos que moldearán la idiosincrasia de
las masas con la emisión constante de imágenes en detrimento del raciocinio…
Supongo que fue una mera casualidad. Tal
como la describió Giovanni Sartori, la función primordial de la televisión fue
magistralmente definida por Emilio Azcárraga Milmo en 1992 en un arranque de
satisfacción por el éxito en la URSS de la telenovela mexicana “Los ricos
también lloran”. Desde entonces, año tras año, la programación en los canales
de televisión abierta han confirmado la visión del magnate y han excedido los
niveles de la idiotez teledirigida (entendida como el desinterés en los asuntos
públicos o políticos inculcado en la telecracia).
En
este escenario, el presidente de un país habitado por “homo videns” intenta
revertir los estragos de la telecracia asumiendo el control personal de la
comunicación social de su gobierno: de lunes a viernes a las 7:00 de la mañana el
mandatario realiza una rueda de prensa para informar sobre los aspectos relevantes
en la agenda pública. Quiero creer que con el mismo afán surgió la propuesta de
la creación del Sistema Público de Radio y Televisión (SPRyT), esencialmente
autónomo e independiente, cuyo propósito será informar con objetividad y
profesionalismo, sin injerencia del Estado en los contenidos que se transmitan.
Podría decirse que estamos donde los
senderos se bifurcan y muy cerca del punto sin retorno: Por el impacto de los
medios masivos en la opinión pública, los contenidos transmitidos por el Estado
podrían revertir los estragos idiotizantes de la televisión comercial, o bien,
podrían inculcar el dogma del Estado como la única verdad absoluta propagando
un credo absolutista.
Los indicios son alentadores: el futuro
encargado de la coordinación de los medios públicos es el periodista Jenaro
Villamil quien declaró que no imitarán el modelo comercial (glorificado por
Azcárraga) porque se respetará el derecho a la información de la ciudadanía
apostando a la inteligencia de las audiencias y afirmó: “Nunca más una
televisión para una clase media jodida que no va salir de jodida".
Ojalá que logren sus objetivos y se
reviertan los estragos de la idiotez teledirigida dignificando la función de la
televisión para combatir la ignorancia y los prejuicios que agobian al pueblo
mexicano; ojalá que predominen el mandato ético de informar sin sesgos y el
respeto a la inteligencia de la audiencia nacional, que desaparezca el estigma
de la jodidez que aflige a la Heroica Clase Media (con mayúsculas) que alivia
sus angustias en los vericuetos de una realidad alterna que la distrae de las
cuestiones públicas que afectan su calidad de vida; este esfuerzo será
encomiable si se reconstruye la idiosincrasia de las masas con la emisión
constante de información objetiva y verificable en un nuevo proceso de
comunicación que agilice los procesos del raciocinio…
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