En algún lugar intrincado, la dinámica de los fluidos y el volumen
delictivo se desplazaban en una siniestra ecuación eludiendo
los recovecos del crimen en el laberinto de las complicidades…
El operativo contra el robo de hidrocarburos implementado en el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador revela la existencia de una complicada
red de complicidades cuya extensión, magnitud y profundidad plantean incógnitas
por esclarecer. Los analistas identifican la trayectoria del dinero y esta ruta
inicia con cantidades escalofriantes (porque exceden la capacidad de asombro) e
insufribles (porque son una ofensa a la inteligencia): Pemex reportó 12, 581
tomas clandestinas que extraían gasolina durante 10 o 12 horas todos los días,
razón por la cual disminuía “notablemente” la presión en los ductos pero esta
anomalía pasó desapercibida durante tres sexenios; el monto de las fugas en los
ductos ascendió a 60 mil millones de pesos anuales que fueron debidamente registrados
como merma pero hasta el momento no se han cuantificado los beneficios mal
habidos.
Sí… parece el inicio de un relato surrealista ubicado en la República
del Infeliciaje. Y si agregamos el contagio de pánico en las redes sociales provocando
reacciones histéricas y compulsivas, tendríamos los elementos para un episodio negro,
tan negro como el cartel [1] que controla
el huachicoleo y tenebroso como el origen de la palabreja. La decisión es temeraria: acabar con una fuga
estratosférica, y con sus estragos en el gasto público, implica un esfuerzo
monumental por los recursos humanos, materiales y técnicos que exige, por la
intrincada red de intereses y complicidades que afecta, por los retos de su
implementación y por el costo social derivado de molestias e inconformidades.
La moraleja de este episodio es que la Cuarta Transformación exige
mucho más que las acciones del gobierno: requiere una perspectiva diferente
para aceptar la crítica y la apertura necesaria para incluir alternativas y
soluciones propuestas por los sectores ajenos a la administración pública; pero
el factor más importante es la reingeniería social, el vencimiento de las
inercias en un giro de 180 grados en la actitud generalizada. La erradicación
de los vicios, excesos y abusos en el poder exige la adopción del bien común en
las prioridades individuales, recuperar la noción extraviada de la patria como
factor de identidad y cohesión, pensar y actuar por y para nosotros. Pero si la
Cuarta Transformación se concentra en un Estado Todopoderoso y Dogmático (que
todo lo puede y no acepta cuestionamientos, réplicas ni críticas) el resultado
será una Transformación de Cuarta.
Son muchos los hábitos nocivos que todos debemos extirpar de nuestra
singular idiosincrasia y el reto es colosal. La construcción del porvenir es una
faena social que habrá de realizarse de arriba hacia abajo y viceversa, inculcando
el valor civil como el atributo imprescindible de los mexicanos dispuestos a
erradicar los recovecos del crimen en el laberinto de las complicidades…
[1]
La periodista Ana Lilia Pérez Mendoza identifica a los implicados en el robo de
hidrocarburos en su libro “El cartel negro”.
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