En algún lugar del tiempo, sobre la línea perpetua de
los meses y los días, sobresalen los íconos de los momentos cruciales que conmemoran
los escasos instantes en los que el ímpetu de una idea cambió el rumbo del
destino…
Las prioridades de los pueblos suelen reflejarse en
sus calendarios porque determinan la conmemoración masiva de eventos
importantes en fiestas y rituales. El mejor ejemplo es el calendario
republicano francés, instituido en 1793 por la Convención Nacional Francesa
para eliminar las fiestas religiosas, enaltecer el triunfo de la Revolución y
glorificar a la Razón. Durante los 12 años que estuvo vigente, los meses cambiaron
de nombre, desaparecieron las semanas con sus domingos y cada día tenía un
nombre propio.
En el calendario de los regímenes emanados de la
Revolución mexicana, el 20 de noviembre de todos los años se conmemoraba el
“acontecimiento social y político más importante del siglo XX” ( su equivalente
en el republicano francés sería el 30 de brumario, día del rodillo). El asueto
oficial mexicano coincidía con la fecha sin importar el día de la semana. Un
dato curioso sobre la observancia popular del calendario revolucionario: a
partir de 2014, en el estado de Sonora se prohibió registrar con el nombre
“Aniv de la Rev” a los nacidos el 20 de
noviembre.
Desde algunos años, las prioridades de la aldea global
se reflejan en la movilidad de sus fechas conmemorativas al fin de semana más
próximo para extender el asueto oficial. Gracias a este desplazamiento, los
aniversarios de las fiestas patrias pasaban desapercibidos de martes a jueves y
el motivo histórico de la celebración se desvanecía en un fin de semana destinado
al descanso y esparcimiento… o a las compras!
Los sacrosantos postulados de la Revolución mexicana y
las hazañas épicas de los héroes se diluían inexorablemente entre las mil y un
ofertas del Buen Fin: el largo fin de semana cuando todo puede comprarse o disfrutarse en una
ganga porque los consorcios comerciales, en un ataque de locura, decidieron
rebajar sus precios. Súbitamente: ¡todo cuesta una bicoca! Con singular alegría emprendimos la eufórica
aventura de comprar en un estallido de dopamina que extinguió las angustias de la cruel realidad con el
delicioso placebo de adquirir lo innecesario.
Pero este 20 de noviembre, el gobierno de la 4T reivindicó
la persistencia de los aniversarios con un desfile de estampas históricas de la
Revolución Mexicana, en la que “participaron más de mil 130 personajes
caracterizados con indumentaria, artículos, vehículos de la época, artefactos, armas,
dos mil 700 jinetes y la Locomotora Petra”.
El giro del destino es evidente: la figura de la
patria se revela contra la seducción del mercado. Si resistimos al bombardeo
mediático, si vencemos la compulsión por las compras y derrocamos al ícono del
dinero para erigir un modelo de felicidad ajeno al consumismo: entonces el 20
de noviembre celebraremos la persistencia de la historia y el instante en que el
ímpetu de una idea cambió el rumbo del destino…
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