miércoles, octubre 16, 2019

Breve bitácora de una chicanada


En algún lugar improvisado, ajeno a los principios democráticos y vulnerando a la lógica, una necedad rampante pervierte la esencia de la ley en una aberración dominical…
               
Sábado por la noche: decepcionante. En su visita a San Quintín, el presidente electo democráticamente, Andrés Manuel López Obrador, eludió todas las preguntas sobre la infame y antidemocrática ley Bonilla. Se declaró en huelga de entrevistas y emprendió la graciosa huida. Dicen por ahí que quien calla, otorga; tal vez por eso, el presidente López Obrador se deslindó de esta “chicanada” remitiendo a la SCJN la atribución para resolverla.

Domingo por la mañana: desconcertante. Se realiza la consulta popular sobre la extensión de la próxima gubernatura en Baja California, el resultado no tendrá sustento jurídico, pero será el factor determinante para que el Congreso local publique o no una ley, que no tiene nada de legal, implementando una vulgar simulación: si el resultado es a favor de la extensión, se publicará la ley que será impugnada y resolverá la SCJN (cuya autonomía fue vulnerada recientemente); si el resultado no la favorece, la ley Bonilla nunca se publicará ni tendrá vigencia. Siguiendo esta lógica: ¿cómo para qué?

Domingo al mediodía: insultante. El Congreso del estado incursiona en un ejercicio seudo-infra-anti-electoral y anuncia que en las 250 casillas (atendidas y supervisadas por quién sabe quién, sin padrón, ni registro) se recibirán los votos de 450 mil bajacalifornianos en una violación flagrante a la constitución y la cordura. Realmente, es un insulto a la inteligencia.  

Domingo en la tarde: aberrante. La ubicación de las casillas no atiende a ningún criterio territorial y podría votar en cualquier casilla las veces que se me antoje dando mi nombre y dirección. Reportan que los funcionarios en las casillas advierten a los votantes, enfáticamente, que dos años no son suficientes para el proyecto de gobierno que transformará Baja California.

Domingo por la noche: incongruente. No hay ninguna plataforma para seguir el conteo de los votos, el único ejercicio estadístico es la encuesta de salida de una firma de consultoría y ya se vanaglorian argumentando que la opinión pública es indispensable para legislar. Luego entonces: ¿para qué necesitamos al Congreso?   

Lunes por la mañana: indignante. Se proclama el triunfo de la extensión del mandato; en algunos medios locales se pregona una versión apócrifa de la improcedencia de las impugnaciones a la ley Bonilla y a todos los que critican esta grotesca farsa, nos describen como una jauría.

Martes por la mañana: insignificante. Según un escrutinio notariado, el 84.25% votó por la extensión del mandato: ¿acaso la opinión de 45 mil crédulos tendría más legitimidad que el resultado en la jornada electoral?

Martes al mediodía: increíble. Súbitamente apareció el documento de la reforma que estaba perdida, se entregó al Ejecutivo estatal y se publicará el viernes.

 Recapitulación: alarmante. El riesgo es inminente porque “ahora ya tenemos Estado de Derecho” y  con la resolución se marcará la tendencia respecto a las necedades rampantes que perviertan la legalidad en una aberración sexenal…


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