En algún lugar frenético, las aversiones resurgen
amalgamando ansias vengativas en un afán absolutista; si los rencores
acendrados vulnerasen los ideales democráticos, se provocaría la más triste y
fatal de las paradojas…
Me
queda claro. La esencia de la transformación en este régimen es el antagonismo:
una amalgama de aversiones agazapadas que se agudizó sexenio tras sexenio y que
ahora, se legitima en la retórica presidencial que resucita a las antípodas que
creíamos extintas. En pleno siglo XXI, incursionan en la política los “conservadores
y los liberales” (de los tiempos del juarismo) y la población se polariza en “fifís
y chairos” encarnando a las filias y las fobias del señor presidente.
Cada mañana, en la
conferencia presidencial, se actualiza la estrategia primigenia de la
propaganda goebbeliana que consiste en dirigir la frustración social hacia un
enemigo único; por eso, a diestra y siniestra surgen “adversarios” al régimen
de un presidente que aún no se percata que nos gobierna a todos: a chairos y
fifís, a conservadores y liberales, a sus adversarios y a sus partidarios, a
sus críticos y a sus aduladores. La lista de los adversarios es una evidencia
galopante que incluye a los periodistas que muerden la mano que les quitó el
bozal, a los empresarios que usan doble chaqueta, a los académicos que andan en
las nubes, y recientemente, a la burocracia dorada.
Pero las filias y fobias son
mucho más que exabruptos presidenciales porque trascienden los mensajes
mañaneros y se concretan en decisiones y acciones para someter a su voluntad, y
a su inquina, al poder judicial y a las instituciones autónomas. La sombra del
caudillo popular enturbia el paisaje político remitiéndonos a un totalitarismo
que oficializa los resentimientos de un líder que sigue en campaña. Aplicando
la austeridad como criterio fundacional, el castigo del régimen se traduce en
recortes presupuestales a las instituciones y dependencias que por su autonomía
y su masa crítica constituyen el único contrapeso al poder presidencial.
En la Ley de Egresos de la
Federación la inquina presidencial se dirige contra la burocracia dorada en el
Instituto Nacional Electoral con un recorte de mil millones de pesos, por lo
que el instituto deberá implementar la estrategia de la manufactura esbelta para
realizar sus funciones. Pero la fobia persiste: la autonomía del INE podría
vulnerarse si se aprueba la reforma de Morena que reduce el periodo en la
presidencia del Consejo General y que propone la rotación del cargo. Desafortunadamente,
la oposición carece de fuerza y consistencia.
Pero la democracia es un
valor que excede al monto presupuestado porque en la construcción del órgano electoral
han intervenido todas fuerzas sociales y a todos nos concierne su defensa
porque los principios democráticos no deben postrarse ante rencores acendrados;
desvirtuar el matiz ciudadano y el carácter autónomo del INE implicaría un
retroceso aberrante; vulnerar al órgano electoral que garantizó la libertad de
los votos que llevaron a la presidencia a López Obrador sería mucho más que una
triste y fatal paradoja, sería el preámbulo de una tiranía autocrática y
popular…
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