domingo, diciembre 16, 2007

Secuencia inversa

En algún lugar del cabildeo, en los terrenos subrepticios de la política ficción, existe un código de reglas no escritas para la toma de decisiones, y aunque aquí no se acostumbran las coronas, aún perdura el perfil del testaferro…

Los madruguetes decembrinos suelen ser la estrategia favorita de los legisladores porque casi nadie repara en las resoluciones que se toman en el Congreso, generalmente, la incauta y cándida ciudadanía se percata de los efectos de las nuevas disposiciones cuando ya son normas vigentes y obligatorias.

Este diciembre, el tema de álgidas discusiones en el Congreso ha sido la designación del consejero presidente provisional en el Instituto Federal Electoral. La reforma electoral se ha reducido a la urgencia por esta designación, y se ha postergado la resolución de cuestiones prioritarias, como lo son, las reglas pragmáticas para garantizar la autonomía e independencia del IFE.

Esto es así, porque el proceso de la reforma electoral sigue una secuencia inversa: la prioridad es designar a consejeros afines a los intereses de la partidocracia, quienes apoyarán las disposiciones del Congreso respecto a la legislación electoral, confeccionando así, leyes a la medida de la partidocracia.

Por eso, la designación del presidente provisional se ajustará a las normas no escritas de la Revolución Institucionalizada aplicadas en el Priato, cuando los interinos en la presidencia fueron personajes sumisos e inofensivos, producto de las circunstancias, en un cargo público sin autoridad.

Hoy por hoy, y para evitar una cena de negros, los consejeros del IFE establecieron las limitaciones del próximo presidente provisional, quien durante mes y medio deberá comprometerse a no remover ni nombrar funcionarios nuevos, tampoco podrá despachar en las oficinas del consejero presidente y mucho menos ejercer el presupuesto del Instituto. El presidente provisional ostentará un cargo sin derechos ni obligaciones, sin responsabilidades ni atribuciones

De acuerdo con esta lógica inversa, y aviesa, el presidente provisional del IFE es un requisito legal ineludible, y será un parapeto sin poder de acción ni decisión, un funcionario sin atribuciones, un testaferro. Ahí reside la trascendencia de este nombramiento, porque la política es una farsa descomunal… y aunque aquí no se acostumbran las coronas, aún perdura el perfil de los testaferros…

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