domingo, diciembre 23, 2007

Al abrigo de la gratitud

En algún lugar del invierno, en todos los rincones del destino, sean cuales fueren la condición y las circunstancias, aún en la adversidad y el desconsuelo, existe un motivo para celebrar, porque en todos los senderos de la vida siempre hay bendiciones que agradecer…

Durante el invierno, y a partir del solsticio, la naturaleza ejerce su inexorable influencia sobre los seres humanos: la reflexión destierra de la guarida al mundanal ruido, y bajo el cielo estrellado la levedad del ser adquiere trascendencia, porque en el recoveco más intrincado de la conciencia surge milagrosamente la quintaesencia que confiere la calidad “humana” a la especie más controversial del planeta.

En la época navideña, obedeciendo al imperioso llamado del instinto, todos los seres humanos nos recluimos, y al calor del hogar, recuperamos la parte sustancial de nuestra identidad.

Por salud mental, olvidamos temporalmente las frivolidades de la política; en estos días poco importan los devaneos en el Congreso, pasarán desapercibidas la fama y la reputación del cardenal Norberto Rivera y las apariciones de Carlos Salinas de Gortari, y las grandes reformas pendientes están muy lejos de nuestra consideración.

Hoy por hoy, en la inclemencia del invierno, el mejor abrigo se encuentra en la calidez de la gratitud; cuando todo tiende a asumir su justo valor, es menester agradecer el milagro de la vida y el privilegio de incidir en nuestro entorno. Porque cada uno de nosotros es una parte alícuota, portadora de la parte proporcional del poder necesario para influir en el presente y en el porvenir de esa entidad inconmensurable llamada nación.

Por eso ahora, lejos de la banalidad del consumismo, indiferente a la materialidad del mercado… en todos los rincones del destino, sean cuales fueren la condición y las circunstancias, aún en la adversidad y el desconsuelo, existe un motivo para celebrar, porque en todos los senderos de la vida siempre hay bendiciones que agradecer…

Con mi sincero agradecimiento a:
todos mis lectores, por la valiosa atención que me conceden;
a mis editores, por la invaluable oportunidad que me brindan al esparcir mis ideas;
y a las letras, por el inaudito privilegio de configurar mi propia visión del mundo.

Que esta navidad los abrigue
la calidez de la gratitud,
y que todos los días del Año Nuevo
sean una oportunidad para ser feliz!

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